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Lic. Javier Cano Molina

El torniquete, compresor elástico, banda elástica o brazalete de presiones, es un dispositivo de primeros auxilios utilizado para comprimir una vena, arteria… por diferentes motivos, para detener una hemorragia, o para diferenciar una vena o vaso al momento de extraer sangre.

El uso de torniquetes en la asistencia prehospitalaria ha sido durante muchos años tremendamente cuestionado, a pesar de ser un recurso muy útil en hemorragias arteriales, en las extremidades, difíciles de controlar.

Siempre fue muy utilizado, con muy buenos resultados, en el ámbito militar; pero no se aconseja, y esto de manera rotunda, en las emergencias extrahospitalarias.

En los últimos años se está produciendo un cambio en la opinión sobre “su uso oportuno” en situaciones de primeros auxilios extrahospitalarios.

Tradicionalmente no se recomendaba su uso debido al principio de prudencia “no causar más daño del que ya existe”, porque considerábamos la aplicación del torniquete como una técnica peligrosa con complicaciones graves derivadas de su uso (como por ejemplo la formación de coágulos y  necrosis de los tejidos).

En la actualidad las recomendaciones de AHA (American Heart Association) y ERC (European Resuscitation Council) 2015 aconsejan su uso concreto en determinadas circunstancias.

En los últimos años se empieza a flexibilizar su uso por parte de los servicios de emergencias extrahospitalarias, aunque sigue existiendo controversia al respecto y limitándolo solamente en situaciones en las que no podemos controlar la hemorragia por otros medios (compresión directa o vendaje compresivo) o en situaciones de catástrofes en las que hay múltiples heridos y no podemos permitirnos el lujo de hacer compresión directa durante minutos, descuidando al resto de víctimas.

Un torniquete arterial lo que hace es cerrar la luz de una arteria concreta mediante la compresión de los tejidos y músculos que rodean a dicha arteria de la extremidad en cuestión (brazo derecho, pierna izquierda,….)

Su aplicación excesivamente prolongada en el tiempo (por encima de dos horas) puede producir complicaciones vasculares, nerviosas y musculares,  pudiendo producir necrosis (muerte del tejido) del miembro afectado si su colocación se mantiene por un tiempo superior a 6 horas, lo que nos llevaría posiblemente a la amputación del mismo.

En el ámbito prehospitalario su aplicación puede ser segura, si se limita su uso a situaciones muy concretas y siguiendo protocolos específicos en cuanto a cómo aplicarlo, retirarlo y el tiempo que podemos mantenerlo.

En las recomendaciones de AHA (American Heart Association)) y ERC  (European Resuscitation Council) 2015 ya nos indica lo siguiente:

Debido a que la tasa de complicaciones es baja y la tasa de hemostasia es alta, los proveedores de primeros auxilios pueden considerar el uso de un torniquete, cuando no se haya logrado el control de la hemorragia en extremidades por los medios anteriormente descritos

Debe considerarse un torniquete como primera medida, cuando un proveedor de primeros auxilios no es capaz de controlar la hemorragia, por ejemplo, durante un incidente con múltiples ví­ctimas, con una persona que presente múltiples traumatismos, en un entorno seguro, o con una herida a la que no sea posible acceder para hacer presión sobre ella

Los proveedores de primeros auxilios deben ser entrenados en la correcta aplicación de torniquetes, tanto los comerciales como los improvisados

Por todo esto ya sí se recomienda su uso en un ámbito civil. En la guía del ERC de 2015 dice: “La hemorragia por lesiones vasculares de extremidades puede originar una gran pérdida sanguínea que pone en peligro la vida y es una de las principales causas de muerte evitable en el campo de batalla y en el entorno civil.

Los torniquetes se han utilizado durante muchos años en entornos militares para la hemorragia externa grave de extremidades. 

La aplicación de un torniquete ha dado lugar a una disminución en la mortalidad. Se recomienda utilizar un torniquete cuando la presión directa de la herida no puede controlar una hemorragia externa grave en una extremidad. Es necesaria la formación para garantizar la aplicación segura y eficaz de un torniquete.” 

En el ámbito extra hospitalario, el torniquete debe utilizarse si la presión directa no es suficiente para controlar una gran hemorragia en una extremidad, si la compresión no es posible (por ser una fractura abierta, una herida de gran tamaño o cualquier otro motivo) y siempre ante una amputación total o parcial.

Se usará como primera opción durante un incidente con múltiples víctimas, con una persona que tenga un traumatismo multisistémico, con una persona en parada cardiorrespiratoria, en un entorno inseguro o con una herida a la que no se pueda acceder.

Para realizarlo necesitaremos  una banda de unos 5 centímetros de ancho y al menos medio metro de largo (algo más si tienes que colocarlo en el muslo).

Nos serviría un trapo, trozo de tela, una corbata, una correa ancha, una camisa…

Atención: no debemos nunca utilizar cable, cordones, o similares.

También es necesario un objeto rígido y largo (por ejemplo, un trozo de madera)

Los pasos a seguir son los siguientes:

¿Cómo hago un torniquete?

1. Quita o corta la ropa para ver bien la herida.

2. Coloca la banda unos 5 centímetros por encima de la herida, pero nunca sobre el codo o la rodilla.

3. Realiza una o dos vueltas y un nudo simple.


4. Coloca el tensor (trozo de madera o similar) y fíjalo con un nudo doble.

5. Gira hasta que la hemorragia cese y desaparezca el pulso distal (en pie o mano). Esto puede ocasionar mucho dolor a la persona, pero no debes aflojarlo. No aprietes más de lo necesario.


6. Fija el tensor para que no se afloje el torniquete.

7. Anota la hora de colocación.

8. No lo aflojes ni lo retires hasta que lleguen los sanitarios. Lo ideal es que reciba ayuda especializada antes de las dos horas tras su colocación.

Los torniquetes comerciales son más efectivos que los caseros, además vienen preparados para poderlos colocar uno mismo sin necesidad de ayuda externa.

Lic. Javier Cano Molina

Javier Cano Molina. Nacido en Jaén. Lleva más de 25 años como profesional de Enfermería. Ha ejercido como supervisor de hospital durante 20 años en áreas distintas como Medicina Preventiva, Anatomía Patológica, Esterilización y Farmacia Hospitalaria. Doctor en Antropología. Estudió Psicología. Compagina su actividad profesional desde hace 18 años con la divulgación y formación de personal sanitario. Autor del libro: “Guíaburros primeros auxilios: tú puedes salvar vidas” y del libro: “Guíaburros suplementos dietéticos: verdades y mitos” Ha participado como experto en la elaboración de manuales sobre estándares y recomendaciones de calidad del Ministerio de Sanidad. Ha participado como ponente y autor de trabajos en numerosos congresos nacionales e internacionales. Le encanta el estudio sobre antiguas civilizaciones y diversos temas de interés antropológico.