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Por: Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

Tenía alrededor de 20 años, cuando José Ratto-Ciarlo vino desde Perú a Venezuela, en 1931. Estudiaba en la Universidad de San Marcos de Lima, cuando se produjo el golpe de Estado de Sánchez Cerro (1930), militar que entonces reprimió y persiguió a opositores y liquidó revistas y medios de comunicación...

Amigos lectores:

I.

Tenía alrededor de 20 años, cuando José Ratto-Ciarlo vino desde Perú a Venezuela, en 1931. Estudiaba en la Universidad de San Marcos de Lima, cuando se produjo el golpe de Estado de Sánchez Cerro (1930), militar que entonces reprimió y persiguió a opositores y liquidó revistas y medios de comunicación. Ratto-Ciarlo, joven izquierdista, formado en política bajo el influjo de José Carlos Mariategui, logró escapar de los riesgos que lo acechaban. Vino a Venezuela; adquirió, junto a su esposa -venida de Chile- Rosa Monasterios, la nacionalidad venezolana. Fue docente, editor, autor de numerosos libros, político afín a la izquierda, gremialista, fundador de instituciones y creador de la sección de Arte y Cultura de El Nacional en 1946, que dirigió con admirable tino hasta 1966 o 1967, cuando le entregó el testigo a otro notable periodista, Lorenzo Batallán, que inauguraría una etapa distinguible del periodismo cultural venezolano.

Al poco tiempo, Ramón J. Velázquez -entonces Director de Últimas Noticias- convocaría a Ratto-Ciarlo para que creara y dirigiera el Suplemento Cultural de Últimas Noticias, a partir de febrero de 1968. Apareció con vocación editorial propia (luego de Ratto-Ciarlo, la publicación semanal sería dirigida por José AbinadéRamón HernándezMario Szichman Nelson-Luis Martínez).

Con la ayuda de su hija América Ratto-Ciarlo, y su nieta Patricia Ochoa Ratto-Ciarlo, armé un dossier basado, en lo esencial, en los textos publicados por América en su blog, en libros de Ratto-Ciarlo y algún escaso material hemerográfico. De no haber contado con el apoyo familiar, no hubiese podido armar esta mínima memoria de un hombre valioso (quiero anotar aquí: la investigación, para los que la ejercen de forma profesional, debe ser en Venezuela un campo minado, por la calamitosa situación o la inaccesibilidad efectiva de bibliotecas, hemerotecas y archivos, panorama del que no escapan, salvo excepciones, universidades y fundaciones privadas).

Vuelvo a mi redil: abre el homenaje el prólogo que escribió Ramón J. Velázquez al libro Los inmortales, que reúne seis ensayos biográficos (Andrés BelloJosé Ángel LamasRafael MonasteriosRobert FrostMiguel Ángel Miguel de Unamuno). Un fragmento del prólogo de Velázquez: “Ahora es hombre de severas disciplinas y fino crítico de arte, acrisolado por sus preocupaciones clásicas y sus conocimientos y comprensión de los movimientos modernos. Ha regresado, a través de la prensa, a sus años juveniles, aquellos años en los que estudiaba en Italia. Lo logró después de laborar en muchos periódicos y revistas. Al fin de la jornada, llegó a El Nacional, diario en el que creó la Página de Arte. Desde su mirador, ha laborado intensamente por la cultura nacional, estimulando iniciativas, patrocinando nuevos valores; dándole, en fin, calidad, finura a la parte profesional de una tarea a veces ingrata. A la verdad, ni ha sido egoísta, ni ha sentido odios, ni la envidia se ha aposentado en su espíritu. Por su generosidad intelectual ha vindicado la crítica, transformándola en sacerdocio de la belleza, en ejercicio del gusto”.

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II.

Entre los ensayos biográficos reunidos en Los inmortales, escogí para reproducir aquí, Andrés Bello: un caso toynbiano, por el enfoque con que Ratto-Ciarlo se aproxima al humanista: “Y quien nos ofrece modo y oportunidad de comprender mejor, de valorar a Bello con “metro” y “peso” universales, es Arnold J. Toynbee, historiador viviente, que del alejamiento de ciertos grandes hombres y del retorno activo a la sociedad dejó elaborada una tesis comprobada en la recurrencia de sucesos tipificadores de determinados destinos humanos. Toynbee sitúa bajo la sugestiva denominación de “Retiro-y-Retorno” a creadores de religiones, a líderes, a pensadores y estadistas, quienes, luego de un tiempo de soledad, geográfica o anímica, regresan para encauzar movimientos e indicar normas y derroteros”.

III.

Por mi parte, sumé dos textos al dossier: un perfil de Ratto-Ciarlo, deudor, como dije, del texto del blog de América Ratto-Ciarlo, y otra nota en la que resumo el absurdo episodio que lo condujo a prisión: en una edición del Suplemento Cultural de febrero de 1972, se publicaron dos entradas de las Memorias de Argenis Rodríguez, en las que describe el encuentro sexual entre un niño y la empleada doméstica. Distintas asociaciones lo denunciaron por “promover la pornografía”, y Ratto-Ciarlo pasó algunas semanas en la cárcel. El dossier ocupa las páginas 1 a la 5.

IV.

Antes de esa prisión, Ratto-Ciarlo había estado otras dos veces en la cárcel, siempre por asuntos relacionados con la censura. Uno de los casos ocurrió cuando la Junta de Gobierno que se había hecho con el poder tras tumbar a Rómulo Gallegos, cerró El Nacional en abril de 1950 y detuvo a Miguel Otero Silva, a Ratto-Ciarlo y a otros periodistas, por el caso conocido como “los tres cochinitos”. Le pedí al historiador Javier González que narrara lo sucedido para incluirlo en esta edición. Viene en la página 6 (quiero aprovechar y comentar: González es coautor, con Carlos Figueroa Ruiz Eliézer Pérez Pérez, de Delirio Vinotinto. Historia del fútbol en Venezuela, 1902-2023 y de Campos de gloria. El béisbol en Venezuela, 127 años de historia, 1895-2022, este último en alianza con Carlos Figueroa Ruiz. Ambos son libros donde, más allá de lo deportivo, es posible seguir la pista al proceso de modernización del país, el desarrollo urbanístico, cuestiones como las expresiones visuales, materiales y simbólicas de la afición deportiva. Incluso para aquellos que no tenemos interés en los deportes, ambos resultan lectura fluidas y enriquecedoras; y todavía tengo que añadir, que González & Figueroa Ruiz son autores de libros dedicados a cada uno de los equipos del béisbol profesional venezolano, portadores de una asombrosa cantidad de datos y equipamiento visual; y cierro con esto: son parte de la Biblioteca Digital Banesco, es decir, están disponibles gratuitamente y sin llenar planillas, ni registrarse ni hacer trámite alguno: se cliquea en la pestaña de descargar y listo).

V.

El antetítulo de las páginas 7, 8 y 9 dice: Lecturas para la Semana Mayor. Y por ese camino van los dos materiales que siguen. Uno, de la jovencísima ensayista venezolana radicada en Argentina, Lucy Fariña Matheus, quien, en registro testimonial, narra su desencuentro y encuentro con la fe, y la proyecta hacia los próximos tiempos: “Finalmente, podría decir que mi viaje a través la creencia ha terminado luego de haber arribado de nuevo al puerto del catolicismo, pero lo cierto es que apenas comienza. Desde que volví a creer, no es que los pesares hayan desaparecido, para nada, pero tengo un sosiego espiritual que solo he sentido creyendo. Todavía me falta mucho para ser una ávida creyente, sigo avanzando poco a poco en el camino de la verdad. Siento que tengo un propósito y que Dios está ahí, acompañándome y amparándome mientras me acerco”.

El otro, de Marla Melissa Rojas, que hace una relación de la vida y obra de José Gregorio Hernández, así como de la ruta, con sus inevitables demoras y avances, hacia su canonización.

VI.

La página 10 trae un texto de Maribel Espinoza, cuidadosamente tejido. Lo leyó en la inauguración del Espacio Alfredo Armas Alfonzo, en la UCAB, el pasado noviembre: “Y en ese mismo empeño, sorteando las dificultades que comporta la carencia de archivos especializados, la dispersión o el mal estado de conservación de los materiales, da forma, junto a Gerd Leufert, a un libro imprescindible, Diseño gráfico en Venezuela. En él recoge una parte esencial de la historia de la obra impresa aquí desde 1808, año de la llegada y del establecimiento de la imprenta en la capital de la provincia, hasta las décadas de 1970 y 1980, cuando la calidad del diseño gráfico venezolano comienza a recibir reconocimientos en el exterior”.

VII.

Que el descanso sea pleno y fructífero.

Les hago saber mis buenos deseos.

Nelson Rivera

Lea la edición completa del Papel Literario: