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Por: María Mercedes Armas (psicóloga)

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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No hay una definición precisa de las causas de los trastornos de alimentación. Entre las múltiples causas estarían: el factor genético por una probable tendencia a padecerlos; el factor biológico, por cambios a nivel de sustancias químicas del cerebro o factores hormonales que pudieran influir. Por otra parte están los factores psico emocionales que se encuentran de manera frecuente en las personas que los padecen, tales como autoestima baja, perfeccionismo, comportamientos impulsivos y relaciones conflictivas.

Aunque las personas de cualquier sexo y edad pueden comenzar a manifestar este tipo de trastornos, se ha encontrado de una edad de inicio en la adolescencia hasta alrededor de los 20 años, siendo más frecuente en el sexo femenino padecer de anorexia o bulimia.

Entre los factores de riesgo está el pasar hambre o hacer dietas demasiado estrictas: el hambre afecta el cerebro e influye en los cambios del estado de ánimo, la rigidez en el pensamiento, la ansiedad y la reducción del apetito.

El hambre y el adelgazamiento pueden cambiar el funcionamiento del cerebro en personas vulnerables, lo cual puede perpetuar las conductas alimentarias restrictivas y dificultar el regreso a los hábitos alimentarios normales. Otros factores de riesgo son los antecedentes familiares de este tipo de trastornos; los niveles  elevados de estrés; tener otros trastornos de salud mental, como ansiedad, depresión o algún trastorno obsesivo compulsivo.

Los trastornos de la alimentación pueden causar diversas complicaciones, algunas de las cuales son potencialmente mortales. Cuanto más grave sea o más dure el trastorno de la alimentación, más probable es que presentes complicaciones graves en la salud tanto física como psico-emocional.

Es vital prevenir los trastornos de la alimentación debido a que pueden causar complicaciones graves e irreversibles en nuestra salud física y mental; entre ellas: depresión, pensamientos o conductas suicidas, problemas con el crecimiento y desarrollo, problemas en las relaciones interpersonales, consumo de sustancias, problemas laborales o escolares, muerte.

La prevención de los trastornos alimenticios se basa en fomentar una buena salud mental, emocional y en la implantación de patrones saludables de las conductas alimentarias; pero es difícil intentar implantar buenos hábitos en nuestros hijos si nosotros no los tenemos, por lo cual, para comenzar, es necesario revisar los hábitos que tenemos asociados a la comida y a la alimentación, así como los mitos y creencias acerca de la comida y el proceso de comer.

En este sentido recomiendo:
  • Comenzar por conocernos, revisar nuestros patrones de alimentación y nuestra condición de salud, reconocer lo que tenemos que cambiar.
  • Buscar información que nos ayude a tomar decisiones acertadas para una alimentación saludable.
  • Cultivar en nosotros y en nuestros hijos una autoimagen saludable más allá de los estereotipos.
  • Dialogar con nuestros hijos acerca de  las tendencias a establecer los trastornos de alimentación como estilos de vida aceptable, deseable y asociarlos a patrones de belleza o moda.
  • Evitar recurrir a la comida para gestionar inadecuadamente la ansiedad, busca apoyo profesional.
  • En la crianza, el tema de la comida no debe convertirse en un conflicto, ya que esto podría ser la causa de trastornos de alimentación a futuro.
  • Recordemos que las emociones están muy vinculadas a todo lo referente a la alimentación, desde la lactancia inclusive.
  • Buscar apoyo profesional a nivel nutricional y psicológico.

Podríamos decir que todo se basa en el equilibrio y en decisiones que debemos tomar de manera consciente con nuestros procesos de alimentación y cómo modelamos estos procesos en nuestros hijos; así como la búsqueda de solución de nuestros elementos emocionales sin canalizarlos a través de la comida por exceso o por carencia. Toda esta reflexión e información nos ayudará a darnos cuenta de algún indicador o alerta que nos permita solucionar tempranamente los trastornos de alimentación en nuestros hijos.

Por: María Mercedes Armas (psicóloga)