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Imagen de Edar en Pixabay

Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)

La licenciada María Mercedes Armas Barrios es psicóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es integrante del Observatorio Venezolano de los DDHH de las Mujeres y del Centro de Investigación Social Formación y Estudios de la Mujer.
@psico.mm.armas
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El espacio digital que nos ofrecen las RRSS, nos permite crear una red de contactos e interacción mediante sus diversas modalidades, pero tienen sus pro y sus contra; revisemos algunos: entre sus ventajas tenemos que nos sirven de canal informativo actualizado, participar de actividades de entretenimiento y estar al tanto de oportunidades educativas o laborales. Sin embargo, cuando su uso es inadecuado, abusivo o poco razonable, puede tener efectos muy negativos a nivel de nuestra salud mental.

Uno de los efectos negativos de la sobreexposición a las RRSS es la desconexión de las experiencias y relaciones de la vida real.

Esto genera variadas consecuencias como perder oportunidades, reemplazar al grupo familiar o de amigos por grupos de desconocidos, sustituir las conversaciones cara a cara por los iconos acostumbrados en las redes, pérdida de la capacidad de expresar emociones a otras personas y de tener cercanía y contacto físico real, lo cual repercute negativamente en las habilidades sociales. 

Todo esto puede generar confusión entre los planos de la realidad y la fantasía que se vende a través de las redes; sobre todo en los más jóvenes, donde lo que se muestra, de manera egocéntrica, es el éxito, diversión, belleza, riqueza y popularidad sin haber hecho ningún tipo de esfuerzo, de manera mágica y superficial; lo cual puede conllevar a un proceso de idealización de las personas o situaciones reflejadas en las redes.

Para sacarle provecho que puedan tener las RRSS sin sucumbir a estos efectos negativos, se requiere un uso razonable de estos canales y desarrollar criterios de realidad que nos permitan permanecer anclados a nuestra vida verdadera.

Las RRSS tienen como punto a su favor la utilidad que prestan para poder conectarnos con nuestros familiares y amigos a distancia, de manera inmediata; participar de actividades remotas como video conferencias y son una vía para aprender de otros y enseñar a otros lo que sabemos hacer. Pero el punto de lo negativo de las redes no es negar su utilidad.

Las redes están diseñadas para crear la necesidad compulsiva de estar “conectados” todo el tiempo, lo cual no es un proceso natural inherente a la vida común de las personas. La idea de que hay que estar recibiendo o dando likes a lo largo del día (y de la noche) y que, además, tu estado de ánimo dependa de ello, es artificial y dañino para la salud mental de cualquier persona.

No estamos diseñados para tener un “compañero” constante que nos muestre tanta información sin cesar, al cual, supuestamente, debemos responder de alguna manera o a la necesidad compulsiva de competir con otros para mostrarnos más o mejor que ellos en parámetros superficiales y nada realistas como el éxito, el poder, la belleza, la popularidad o la supuesta influencia que podamos tener.

Definir la propia vida con base a los parámetros de la RRSS es una total deformación de la vida humana y, aunque suene exagerado, es lo que muchísimos adolescentes están haciendo y sus padres/madres se lo están permitiendo. Es una generación que no conoció la vida como era antes de las redes y sus padres, encantados con lo novedoso, no han explorado el aspecto negativo del uso abusivo de ellas.

Con las redes tenemos que estar alertas tanto por los procesos que desencadenan cómo por los contenidos que difunden. 

Por: María Mercedes Armas (Psicóloga)