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Por: Joel Bracho Ghersi

Joel Bracho Ghersi (Caracas, Venezuela, 1984), escritor, abogado y licenciado en Letras es el autor del prólogo del libro Urdimbres (Ediciones Azimut, Málaga, febrero de 2023) del escritor Enrique Jaramillo y que será presentado este miércoles 19 de abril, en el Ministerio de Cultura, con la presencia del embajador de España en Panamá, Guzmán Palacios, la ministra de Cultura, Giselle González y el editor Dr. Francisco Javier Rodríguez. Las presentadoras del evento serán las escritoras Danae Brugiati Boussounis y Ela Uriola. El escritor Dionisio Guerra participará como maestro de ceremonias.

Enrique Jaramillo Levi es uno de los autores más prolíficos de Panamá. Y también uno de los más internacionales, desde que su muy conocido libro Duplicaciones, publicado por primera vez en México en 1974, obtuvo rápidamente un amplio reconocimiento por el que ha merecido varias reediciones en diferentes países a lo largo de varias décadas.

A partir de entonces, ha publicado numerosos libros de cuentos, poesía y ensayo, así como diversas antologías y hasta algunas obras teatrales en editoriales de México, Costa Rica, Guatemala, El Salvador, Estados Unidos, Argentina, Venezuela, España y Panamá.

Enrique ha sido escritor, investigador, profesor, director de talleres literarios, editor y promotor cultural y en todos esos campos ha tenido una actividad destacada dentro y fuera de su país que lo ha convertido en una de las principales referencias de la cultura panameña.

En este nuevo libro la actualidad se asoma con insistencia, a través de referencias a los tiempos que vivimos, a la pandemia, al Covid-19. Este libro, junto a otros que ha preparado Jaramillo Levi en los últimos dos años, es hijo del confinamiento y de la soledad obligatoria que el escritor panameño ha aprovechado para la creación y la investigación. En ese sentido, los lectores actuales encontrarán espacios en los cuales reconocerse y los del futuro, un testimonio de estas épocas difíciles.

Pero las historias de Enrique Jaramillo Levi nunca son simplemente un reflejo de la realidad que lo circunda. Aunque en muchos de los cuentos de este libro encontremos referencias concretas a lugares y circunstancias del Panamá real, desde donde se han pensado y escrito estos textos, su literatura persigue más bien una mirada universal, una comprensión general de los asuntos humanos capaz de trascender épocas y lugares y una deliberada atención por problemas teóricos de la literatura que permiten cuestionar, precisamente, las relaciones del texto con la realidad.

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Como es usual en el conjunto de su obra, en Urdimbres encontramos una y otra vez la preocupación metaficcional, con unos cuantos personajes escritores y voces narrativas que cuentan la escritura del cuento que leemos. Así, hay textos enteros que hablan del proceso de su propio escribirse, cuentos en los que la anécdota casi desaparece y en su lugar lo que se nos entrega es la reflexión literarizada sobre el escribir mismo. Pero sobre todo encontramos fragmentos de la poética del autor diseminados a lo largo de las páginas del libro.

Así, por ejemplo, en el cuento “Ocurriéndole” se nos describen de este modo las búsquedas del personaje escritor: “En gran parte de su obra deliberadamente había jugado con ese tipo de cosas como una manera de desentrañar la cotidianidad explorándole las entrañas con el pretexto de experimentar en el desarrollo de su escritura.” Y en “La cuadratura del círculo” se habla de “una historia creíble que de pronto fuera intervenida con fuerza ­–desde afuera o desde dentro– por la extrañeza, lo inusitado, lo inverosímil, y que sin embargo quedara en pie su realidad”. Podríamos decir que entre esos dos polos se mueven las historias de este libro: los cuentos de Urdimbres nos llevan de la indagación en lo cotidiano a la aparición de lo fantástico, lo extraño o lo inesperado que desequilibra la realidad.

En cuanto a lo primero, es de notar que abundan los personajes jubilados, los sujetos afectados por la vejez, las dolencias del cuerpo y de la mente, la pérdida de la memoria y los desencuentros con la realidad que trae aparejados.

La monotonía cotidiana de las vidas de muchos de los personajes de este libro se ve con frecuencia perturbada por la discontinuidad entre su mundo psíquico y el mundo real, exterior. Pero estos personajes sirven también al juego literario al confrontarnos con las relaciones entre realidad y ficción o con el posible carácter ficcional de nuestros propios recuerdos y percepciones.

Por lo que respecta a lo fantástico, lo extraño  y lo inesperado, encontraremos en las páginas de Urdimbres almas que viajan fuera de sus cuerpos, ovnis y extraterrestres, saltos en el tiempo y otras formas de lo sobrenatural o incluso de la ciencia ficción. Pero también la aparición de lo sórdido, lo desagradable o lo abyecto que perturba lo que aparentaba ser una realidad apacible o al menos conocida, o la violencia que aparece de manera inesperada para trastocar relaciones amorosas, encuentros eróticos o situaciones políticas.

De lo que se trata, en fin, es de la recurrente irrupción de elementos extraños y ajenos a la realidad dada, bien sea por la vía de lo fantástico, lo inesperado, lo absurdo, la locura, la alucinación o el deterioro psíquico.

Acaso el recurso a lo inesperado responda también a la manera en que Enrique Jaramillo Levi se aproxima a la creación literaria. Muchas veces ha hablado en sus textos teóricos y literarios de su interés por la “escritura automática”, de su convicción de que, a partir de cualquier frase, de cualquier idea o imagen se puede generar un cuento. Basta la voluntad de escribir y el arreglo sucesivo de palabras, frases y oraciones que le van dando forma al mundo en el espacio de la ficción.

Un par de cuentos de este libro nos hablan también de ese procedimiento. En “Algo es algo”, aparece en estos términos: “Simplemente vas desgranando palabras al azar; les vas creando secuencias que parezcan tener cierta lógica; sobre la marcha creas poco a poco si no una historia como tal, al menos el simulacro de algo que se le asemeje”. Y en “Cierre” se retoma como: “esa cascada espontánea de frases capaz de ir creando sobre la marcha, por simple asociación libre de ideas, secuencias y consecuencias propias de una mínima urdimbre que, en más de un sentido, se gesta a sí misma.” Es la creación entendida como juego, como puesta en acto, como evento que sucede y sorprende, no sólo al lector sino a veces hasta al escritor mismo.

Por eso encontramos giros, revelaciones de última línea, cambios de narrador, estructuras más o menos complejas en cuentos generalmente cortos. Es la literatura como experimentación sobre el arte de ficcionar y como espacio de reflexión sobre el mundo. Cada cuento es una indagación y un ensayo, una búsqueda, un intento de innovación en una carrera de más de sesenta años de escritura.

Pero no quiero decir que se trate de escribir improvisadamente. Nada más lejos de la práctica de Enrique Jaramillo Levi. Mucho estudio, trabajo y reflexión precede a cualquiera de sus páginas. Se trata, por el contrario, de urdir en el doble sentido del término: ordenar los hilos para que la trama pueda finalmente contarse y maquinar una ordenación posible del mundo en la escritura.

Por eso no es gratuito que la palabra urdimbre aparezca en esos dos sentidos en este libro: en la cita que acabamos de hacer del cuento “Cierre”, la vemos como ordenación de los hilos de la historia; en el cuento “Urdimbres”, que presta su título a este conjunto, aparece en cambio referida a un complot ciudadano para tomar el poder e intentar cambiar una situación política. Es la posibilidad de imaginar un mundo diferente, de maquinarlo y luego de producirlo, si no en la realidad tangible del mundo exterior, al menos, sí, en el mundo posible de la escritura.

Panamá, marzo de 2022

Por: Joel Bracho Ghersi