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La práctica del desarrollo de medicamentos ha evolucionado de una ocupación (en una disciplina) a una profesión emergente en el área de salud pública, ya que reúne los criterios para ser considerada como tal

Por: Dr. Honorio Silva

El autor es médico e investigador. Expresidente de GMDP Academy y de IFAPP

La expectativa de vida de la población se ha incrementado sustancialmente en las ultimas décadas. Ello se debe no solo a las mejores medidas sanitarias de prevención y educación a la población, avances médicos y tecnológicos, mejor acceso a servicios de salud y cambios en el estilo de vida. La disponibilidad de vacunas y nuevos medicamentos también han sido factores primordiales en este avance de la humanidad.

Es conocido que el desarrollo de nuevas drogas es un proceso largo y riesgoso en términos de inversión financiera, con resultados usualmente imprevisibles y una alta tasa de fracaso. Se estima que solo una de mil nuevas moléculas o compuestos farmacológicos obtiene aprobación de las autoridades regulatorias y estaría disponible para la población de un país en particular, y en algunos casos con difícil acceso.

Sin embargo, los nuevos tratamientos son responsables directos del 73 % del incremento de la esperanza de vida en las sociedades modernas. El uso de fármacos ha mostrado ser valioso para patologías tan prevalentes como las enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo (obesidad, diabetes…) o el cáncer, así como de las llamadas “enfermedades raras” y ha contribuido a reducir la mortalidad y mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias.

Miles de profesionales participan en el desarrollo clínico de nuevas drogas (médicos, farmacéuticos, biólogos, enfermeros, bioquímicos, estadísticos, etc.) desde la industria farmacéutica, universidades, centros de investigación, hospitales y agencias regulatorias.

El proceso se ha transformado dramáticamente en las ultimas décadas. Ha evolucionado de una tarea llevada a cabo por un pequeño grupo de profesionales a una serie compleja de actividades, incluyendo varias funciones y profesionales calificados en varias disciplinas trabajando a nivel nacional o global.  Estas disciplinas se englobaron en el concepto de Medicina Farmacéutica (concebida inicialmente como una especialidad médica) y ahora Desarrollo de Medicamentos (debido al creciente número de profesionales no médicos liderando estas actividades).

Alrededor de 30 asociaciones profesionales incluyendo profesionales de salud se han organizado para representar la disciplina en diferentes países, y varias universidades, especialmente en Europa, ofrecen formación de postgrado en Medicina Farmacéutica o alguna de sus disciplinas constituyentes.

Sin embargo, estos profesionales han tradicionalmente considerados su rol como una ocupación, y trabajan en áreas específicas (diseño y conducción de estudios clínicos, vigilancia farmacológica, aspectos regulatorios, asuntos médicos, educación profesional, fármaco-economía, etc.) sin tener conocimiento de su existencia de la disciplina global.

La práctica del desarrollo de medicamentos ha evolucionado de una ocupación (en una disciplina) a una profesión emergente en el área de salud pública, ya que reúne los criterios para ser considerada como tal. Sin embargo, la mayoría de los profesionales involucrados no están conscientes de este progreso. La ausencia de identidad profesional y la existencia de una carrera profesional establecida y aceptada, son considerados como factores limitantes para el avance de la profesión.

Esto ha llevado a instituciones globales que representan la Medicina farmacéutica, tales como IFAPP (Federación Internacional de Asociaciones de Medicina farmacéutica; www.ifapp.org); PharmaTrain (encargada de acreditar y establecer estándares para la educación; www.pharmatrain.eu) y la GMDP Academy (Academia Global de Profesionales del Desarrollo de Medicamentos, www.gmdpacademy.org) a unir esfuerzos para crear conciencia y desarrollar nuevos programas de entrenamiento,  educación y certificación profesional, considerados como pilares fundamentales para el avance de esta profesión. El concepto subyacente es establecer el valor de las contribuciones de estos profesionales para traer nuevos medicamentos, vigilar su conducta en el mercado, mejorar la salud y satisfacer las necesidades de la sociedad.

Una reciente publicación, accesible en este enlace ( https://rdcu.be/ejO4B ), aporta más detalles sobre esta iniciativa. Invitamos a su lectura.

Para información y correspondencia dirigirse a [email protected]

Por: Dr. Honorio Silva