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Amigos lectores:

Penúltima edición 2021 del PDF del Papel Literario, cuyas primeras páginas se concentran en las artes visuales.

Arrancamos con la entrevista que Marta de la Vega hizo al maestro Ángel Hurtado (cumplió 94 años en octubre).

El intercambio viene precedido de una aproximación conceptual a la obra del artista: “Su propuesta estética desecha lo anecdótico, sugiere y evoca paisajes imaginarios, no figurativos, que omiten la presencia humana, interiorizan la naturaleza y la plasman como fuerza telúrica primigenia.

Lo humano no está presente sino de manera externa; emerge desde afuera. Se hace visible desde la contemplación del espectador y en la mirada contemplativa del artista hacia la naturaleza que recrea e interpreta como plenitud.

Hay una búsqueda deliberada de asir la permanencia y presencia tangible del ritmo cósmico; un esfuerzo de concreción de la eternidad, de afirmar la percepción de que todos somos una misma y única materia.

El resultado son pinturas espléndidas y poderosas, al alcance de nuestros ojos, de nuestros sentidos, de nuestra percepción, de nuestra sensibilidad, de nuestro horizonte interior”. Hurtado habla de su vida, su trabajo y sus procedimientos creadores. Páginas 1 y 2.

El ensayo que ocupa la página 3, del periodista y crítico Edgar Cherubini Lecuna, está dedicado al alfabeto de Auguste Herbin (1882-1960), quien en 1942 comenzó “a elaborar sus obras a partir de un código inventado por él, denominado Alphabet Plastique, estableciendo correspondencias entre las letras, los colores, las formas geométricas y las notas musicales”. Texto generoso, que irradia su indagación hacia otros artistas como Piet MondrianWassily Kandinsky Josef Albers.

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Periodista, comisaria, investigadora y docente, Kaira M. Cabañas (1974) es la autora del ensayo que ofrecemos en la página 4: Rosa enferma, together apart (lo que nos separa nos une), dedicado al artista Roberto Obregón (1946-2003): “como artista, participó en desidentificaciones deliberadas y una tenaz resistencia a cualquier estereotipo o esquema que pudiera intentar controlar el significado de su vida y su arte.

Obregón dirigió el uso de su materia prima predilecta, los pétalos de rosa, hacia una meditación cuidadosa sobre el tiempo y la naturaleza, a la vez que impregnaba su configuración y exhibición con sutiles ironías, cuyos significados encriptados a menudo apuntan a la diferencia entre gestos de alianza cultural y actos de apropiación cultural y los diferenciales de poder que cada uno conlleva”.

Forma parte del cuidado libro Acumular, clasificar, preservar, exhibir: archivo Roberto Obregón, de Cabañas y Jesús Fuenmayor, publicado por la Editorial Turner (España, 2021), disponible en Venezuela.

El escritor Alejandro Castro presenta el libro El ojo de…, de la artista venezolana Diana López (1968): “Se trata de la digitalización y recuperación de una colaboración que realizó entre 1995 y 1996 con los niños Franklyn Osorio, Wen-You Can, Lucy Poe y Gala Delmont, a los que les entregó una cámara fotográfica con una película en blanco y negro. Las instrucciones eran muy simples: hacer una foto de lo bonito o lo feo, de lo pequeño o lo grande. Parte de ese trabajo fue presentado en la exhibición “Esto no es un martillo” (Sala Mendoza, 1997) y en el International Studio Program MoMA PS1, durante la residencia de la artista en un programa auspiciado por la Fundación Calara en 1996. El ojo de…, se llama, entonces, el libro. Y firma: “Un proyecto fotográfico de Diana López”. Primera confusión, ¿el ojo de quién? Segunda: ¿qué cosa es un proyecto fotográfico? Se trata, pues, de un libro de fotos, pero no son de Diana López, sino del dueño del ojo”. Página 5.

La página 6 trae la entrevista que le hice a Caresse Lansberg (1950), presidenta de la Fundación Cultural Estilo, creadora de la revista Estilo y promotora de diversos proyectos culturales. Le pregunté, por ejemplo, por el impacto de las migraciones de artistas en las artes visuales venezolanas. Parte de su respuesta: En los últimos años han salido artistas, entre los que hay casos realmente dramáticos. La mayoría de ellos salen muy jóvenes, recién graduados de la Reverón, artistas que tenían una proyección a futuro muy interesante y que ahora no la tienen porque no hay instituciones. Siendo artistas, se van a Perú, a Ecuador, Argentina, o México, a países que no son polos de proyección del arte. Muchos de ellos desviaron sus carreras o tuvieron que dejarla en suspenso, unos se fueron a sembrar en granjas de agricultores en México y Colombia, o a trabajar como meseros en cafés de Argentina. Según María Luz Cárdenas “La muerte de un artista es como la muerte de un ángel, deja un hueco negro en el espíritu”.

Un memorioso y poético texto de Rodolfo Izaguirre viene en la parte superior de la página 7. Se titula No corta el mar sino vuela, y cierra con este párrafo: “Hoy puedo decir que llegué al lugar donde es difícil escuchar el trepidante bramido del velero bergantín que no corta el mar sino vuela. En estos nuevos y apacibles senderos por donde acostumbro pasear me encuentro con Rafael Cadenas o con alguno de los heterónimos de Eugenio Montejo y me pregunto si no habrán también padecido ellos la ensordecedora presencia del velero bergantín, de José de Espronceda, y haber pasado toda una vida como la mía tropezando aquí, trastabillando allá, cayendo y levantándose hasta alcanzar exhaustos pero radiantes, como yo, la cumbre de todos los Kilimanjaros que existen sobre la tierra”.

En la misma página, Marco Avendaño reseña Cine para caminar, el libro que el periodista y escritor Eduardo Aguirre Romero (1958) y el pintor Rafael Carralero Carabias (1977) dedicaron a 30 películas, hechas en distintos países, entre 1935 y 2017.

La reseña se refiere brevemente a las pinturas de Carralero, para concentrarse en los textos de Aguirre: Los suyos son los comentarios reflexivos de un fan que se hace preguntas sobre el contenido menos obvio de las historias. Reconoce que, en la creación del gusto cinematográfico, intervienen elementos no cinematográficos. Su lectura de La vida es bella es, por ejemplo, una lectura ética. Al final de su comentario sobre Los santos inocentes, la película de Mario Camus, suelta esta frase: “Largo es el camino recorrido por España para liberarse de los demonios del pasado”. A propósito de Medianoche en París, se pregunta si nuestra risa de hoy es la misma de hace 40 años. El cine no deja indiferente a Aguirre Romero. Sus crónicas son, como decía Alsina Thevenet, de “un espectador tocado por la pantalla”. Parte inferior de la página 7.

En la página 8 viene la reseña que Gustavo Hernández Díaz le dedica al volumen Nuevas tendencias en la comunicación organizacional (UCAB, 2020), coordinado por Rafi AscanioHumberto Jaimes Quero y el propio Díaz.

Annie van Der Dyst entrevista a Mónica Montañés, y conversan sobre Los distintos, el premiado libro para niños, que habla de la acuciante cuestión de las migraciones. Dice Montañés: La inmigración es uno de los grandes problemas que enfrenta la humanidad en esta época. Y como es un libro para niños, que toca temas que supuestamente no deben estar dirigidos al público infantil, la guerra, la posguerra, la inmigración, la separación de las familias…, pero es un tema que los niños sufren. Aunque no aparezca en los cuentos de hadas está ahí. El tocar esos temas es el pequeño aporte que yo quería dejar. Aunque no es un libro didáctico. Página 9.

En la página de cierre, Francia Coromoto Andrade nos ofrece Bolívar: la espada y la rosa, lectura del Bolívar que escribía cartas a Manuela Sáenz: “Toda la narrativa de Bolívar versa sobre su valentía y arrojo. Pero de lo que no se habla mucho, es de Bolívar como hombre sentimental. Sin embargo, podemos verlo en las cartas de amor que intercambió con Manuela Sáenz. Una mujer que se separó de su esposo, para seguir al héroe. Y aquí, un complemento perfecto de lo que significa el Romanticismo: todo se arriesga por amor. El intercambio epistolar entre Bolívar y Manuela comienza aproximadamente hacia 1822. Esta primera carta revela un romance que ya venía desarrollándose, y es una respuesta al reclamo femenino, al que Bolívar responde galante, atendiendo al deber ser de un hombre de su tiempo y de su estatus”.

Me despido y les dejo esta pequeña fruta jugosa, prosa de un Bolívar ardiente: “Pienso en tus ojos, tu cabello, en el aroma de tu cuerpo y la tersura de tu piel y empaco inmediatamente, como Marco Antonio fue hacia Cleopatra. Veo tu etérea figura ante mis ojos, y escucho el murmullo que quiere escaparse de tu boca, desesperadamente, para salir a mi encuentro. Espérame, y hazlo, ataviada con ese velo azul y transparente, igual que la ninfa que cautiva al argonauta”.

Va mi saludo solidario.

Nelson Rivera

Director del Papel Literario del diario El Nacional de Venezuela

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