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Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá.
Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid.  Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia.  Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas, es presidenta de la Sociedad Panameña de Nefrología e Hipertensión
Miembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)

La presión arterial es una medida que nos indica la fuerza que ejerce el corazón sobre las paredes de los vasos sanguíneos en cada ciclo de contracción cardíaca. El valor normal debe ser inferior a 120/80 mmHg para todos los adultos mayores de 18 años. En la región de las Américas, la prevalencia de hipertensión es de 18%, pero cada año aumenta en número, sobre todo en los países de ingresos medianos y bajos, debido a que está asociado a ciertos factores de riesgo más prevalentes en esas poblaciones. Es la segunda causa de enfermedad renal crónica y una de las cinco causas de muerte prematura en adultos a nivel mundial.

¿Qué puede causar hipertensión arterial?

Existen algunos factores que pueden aumentar el riesgo.  Si los padres o hermanos sufren de presión elevada, aumenta la probabilidad. Es más prevalente en personas de raza negra, en quienes aparece incluso más temprano. 

En los hombres es más frecuente hasta la edad de 65 años, luego de lo cual aumenta el riesgo para las mujeres.

El exceso de peso u obesidad, la falta de ejercicio, el tabaquismo y el exceso de alcohol pueden producir cambios en los vasos sanguíneos que producen rigidez y por ende elevación de la presión. Una dieta alta en sal, aumenta el volumen plasmático, lo que produce elevación de la presión arterial.

Tipos de hipertensión

Al evaluar pacientes con presión elevada, la mayoría presenta hipertensión primaria o esencial, producida por los factores de riesgo mencionados.  En los pacientes que desarrollan hipertensión primaria, esta se desarrolla de manera lenta y progresiva. 

Menos del 10% de los pacientes van a sufrir de hipertensión secundaria: esta se desarrolla de manera repentina y la presión de aparición usualmente es más alta que los pacientes con hipertensión primaria o esencial. 

En estos pacientes se debe investigar por tumores de la glándula suprarrenal, defectos cardíacos congénitos como la coartación de la aorta, causas neurológicas, drogas, apnea del sueño, por ejemplo,

¿Qué síntomas produce la hipertensión?

Inicialmente el gran problema de esta enfermedad es que es asintomática por mucho tiempo y los síntomas se presentan cuando hay valores muy altos de presión arterial. Estos síntomas pueden ser dolor intenso de cabeza o cefalea, dolor en el pecho, mareos, dificultad para respirar, náuseas, visión borrosa, ansiedad, confusión, tinitus o pitídos en los oídos, cambios en el ritmo cardíaco, hemorragia nasal.  Algunos pacientes pueden presentarse con un edema agudo de pulmón o infarto de miocardio, requiriendo atención hospitalaria inmediata.

¿Qué complicaciones producen la hipertensión?

Cuando la presión arterial permanece elevada por mucho tiempo sin controlarse, puede producir daño en otros órganos. 

En el riñón, el estrechamiento de los vasos produce disminución de perfusión a los riñones, lo que provoca enfermedad renal crónica por atrofia renal o disminución del tamaño; en el corazón  produce crecimiento, lo que se conoce como hipertrofia del músculo cardíaco, que está asociado a falla cardíaca; en el cerebro la presión elevada dificulta la irrigación cerebral, por lo que al atrofiarse el cerebro, produce cambios en la memoria, comprensión, capacidad para recordar, hablar y aprender, además del riesgo de producir una disminución en la circulación, lo que se conoce como infarto, o una ruptura de un vaso, lo que se conoce como hemorragia intracerebral; en la irrigación ocular, puede ocasionar pérdida progresiva de la visión.

Recomendaciones para disminuir el riesgo de hipertensión

Alrededor de un 46% de los adultos desconocen que padecen de hipertensión.  Debemos medir la presión arterial cada 2 años, luego de los 18 años a todas las personas; cada año luego de los 40 años; y si existen factores de riesgo y heredofamiliares, cada año desde los 18 años.

Practicar y adoptar estilos de vida saludables: es importante ejercitarse por lo menos 3 veces por semana, evitar el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol; tratar la dislipidemia con comida baja en grasa y medicación de ser necesaria; realizar un manejo adecuado del estrés, seguir una dieta balanceada que incluya frutas, verduras, menos de 2 g de sal al día y una hidratación adecuada; mantener un peso ideal y/o perder peso en caso de tener sobrepeso u obesidad.

Recomendaciones para un control adecuado de la hipertensión

En caso de ser diagnosticado como hipertenso, es importante entender que esta es una enfermedad crónica, que se puede controlar, pero es importante que, además de mantener un estilo de vida saludable, se debe usar el medicamento antihipertensivo de manera diaria, ininterrumpidamente, por el resto de la vida.  Según las estadísticas, solo 1 de cada 5 pacientes tiene un adecuado control de la presión.

Para el inicio del tratamiento médico, la Asociación Americana de Cardiología y el Colegio de Médicos de Estados Unidos, entre otras, publican de manera regular las guías de inicio de medicamentos, que se adecúan a las diferentes poblaciones, edades y presencia de factores de riesgo que tenga un paciente. 

Estos documentos son utilizados por los médicos para la prescripción de la terapia antihipertensiva. Existen diferentes familias de antihipertensivos, todas con mecanismos de acción diferentes, pero con un mismo objetivo: el control de la presión y evitar las complicaciones de la enfermedad.

Lo más importante es que se deberá mantener la presión por debajo de 140/80 mmHg, valor que evitará las complicaciones.

Debe ser evaluado por su médico de cabecera con una frecuencia de 2 veces al año, si está controlado, y cada 3 a 4 meses si tiene factores de riesgo cardiovascular.

Recuerde, la hipertensión es una enfermedad crónica que no se cura, pero su adecuado control evitará el riesgo de padecer enfermedad renal crónica, infarto agudo de miocardio, ceguera y discapacidad por enfermedad cerebrovascular, ayudando a vivir de manera saludable y por más años.

Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI