En esta edición del Papel Literario del diario El Nacional, se le rinde homenaje a Pedro Nikken en varios textos. Compartimos las palabras preliminares de Nelson Rivera, director del Papel Literario y a quien reiteramos nuestro agradecimiento por permitirnos compartir estas lecturas con la comunidad de La Web de la Salud
Amigos lectores:
Tras el fallecimiento de Pedro Nikken en diciembre de 2019, IIDH, la revista del Instituto Interamericano de los Derechos Humanos, que se edita en Costa Rica, dedicó su edición número 71 (enero-junio 2020), a recordar al hombre y a su extraordinaria obra. Incluye textos de José Thompson J., Thomas Buergenthal, Sonia Picado S., Claudio Grossman, Antonio Augusto Candado Trindade, Juan E. Méndez, Roberto Cuéllar M., Allan Brewer-Carías, Carlos Ayala Corao, Ligia Bolívar, Liliana Ortega Mendoza, Mónica Pinto, Fabián Salvioli, Renato Zerbini Ribeiro Leao, David Escobar Galindo y Charles Moyer. Texto a texto se va dibujando, en sus múltiples dimensiones, al interlocutor magnífico y generoso, al jurista decisivo, al persistente defensor de los Derechos Humanos, al abogado lúcido y de estratégicas visiones, al hombre sustantivamente bueno que disfrutaba del milagro de la vida.
El 20 de julio de este año, moderado por Cecilia Sosa Gómez, se realizó el acto de presentación de los dos volúmenes (el primero, de 644 páginas; el segundo, de 874), del imponente Libro Homenaje al Dr. Pedro Nikken (Academia de Ciencias Políticas y Sociales y Editorial Jurídica Venezolana) coordinado por Allan Brewer-Carías y Carlos Ayala Corao: más de 1500 páginas, en las que, además de los coordinadores, escriben Francisco José Virtuoso S.J., Enrique ter Horst, Ignacio Ávalos Gutiérrez, Oswaldo Álvarez Paz, Jesús Rafael González Pirela, Adicea Castillo, Carlos Genatios, Beatriz Borges Urrutia, Mauricio Rafael Pernía-Reyes, Phil Gunson, José Gregorio Silva Bocaney, Marianna Alexandra Romero Mosqueda, Mariela Ramírez, Héctor Faúndez Ledesma, César Augusto Carballo Mena, Rafael Badell Madrid, Daniela Urosa Maggi, José Ignacio Hernández G., Gilberto Guerrero-Quintero, Alberto Arteaga Sánchez, Thaiti N. Moya Sánchez, Tulio Alberto Álvarez, Victoria Capriles Moreno, Victorino J. Tejera Pérez, Nylian Santana Longa, María Teresa Belandria Expósito, Keymer Ávila, Elvira Blanco Santini, Alejandro Quryat, Flavia Pesci Feltri, Cosimina G. Pellegrino Pacera, Armando Rodríguez García, Eduardo Meier García, Salvador R. Yanuzzi Rodríguez, Cecilia Sosa Gómez, Ramón Escovar León, Fortunato José González Cruz, Jesús María Casal, Gerardo Fernández V., Rogelio Pérez Perdomo, Gustavo Tarre Briceño, Claudia Nikken, Gabriel Sira Santana, Juan Domingo Alfonzo Paradisi, Juan Manuel Raffalli A., Julio César Fernández Toro, Leonardo Palacios Márquez, Henrique Iribarren Monteverde, Gabriel Ruan Santos, Claudia Madrid Martínez, José Antonio Briceño Laborí, Andrea Carolina Olivares Hernández, Tamara Bechar Alter, Eduardo Trujillo Ariza, Alí Daniels, Andrea Santacruz S., Fernando M. Fernández, Francisco Paz Yastanacio, Héctor Turhupial Cariello, Jesús Ollarves Irazábal, Enrique Urdaneta Fontiveros, Fernando Sanquírico Pittevil, Irene Loreto González, Javier L. Ochoa-Muñoz, José Gregorio Torrealba R., Luis Cova Arria, José F. Annicchiarico Villagrán, Fanny Trinidad Ramírez Sánchez, Humberto Romero-Muci, Luis Fraga-Pittaluga, Serviliano Abache Cavajal, Alberto Blanco-Uribe Quintero, Javier Elechiguerra Naranjo, José G. Abuchi Salgado y Carlos García Soto.
Los dos volúmenes no se limitan a Nikken y a su obra, también reflexionan sobre temas que le concernían, que formaban parte de la rica paleta de sus intereses.
¿Por qué hago esta amplia recapitulación? Porque el homenaje que he ordenado entre las páginas 1 a la 6, en buena medida, es deudor de las dos publicaciones aquí comentadas: salvo los textos de Adriana Pulido (“Sus conocimientos como experto en las ciencias jurídicas, pero también sus intereses en saberes y muchos conocimientos afines, enriquecían la vida que disfruté en su compañía, haciéndola completa, divertida y enriquecedora.
Además de la música, el teatro y la literatura, también sabía y disfrutaba compartiendo la buena cocina”) y de Marianela Zubillaga de Mejía (“Muchas veces desde mi oficina lo oía discutiendo intensamente, explicando su posición o sus ideas.
A veces, en las tardes, si te acercabas, lo podías encontrar con música de fondo, fumando un gran tabaco, leyendo poesía, escribiendo o trabajando en algún arbitraje. De manera que, el Pedro que conocí fue ese, ya curtido con la experiencia, conocimiento y lucidez que trae la edad, pero no por ello más sosegado.
Pedro, hasta el final, fue muy inquieto. Siempre estaba incansablemente en la búsqueda de algo: desde la salida a la crisis de nuestro país, hasta el mejor restaurante o lugar de alguna ciudad. ¡Me lo imagino de joven y pienso que ha debido ser avasallante!”), los de Allan Brewer-Carías, Carlos Ayala Corao y Claudia Nikken habían sido previamente publicados en ellas.
En las páginas 7 y 8, el ensayista y novelista Samuel Rotter Bechar (Oscar Todtmann Editores acaba de publicar su primera novela, Nada nos pertenece) nos ofrece Kristallnacht: preludio de una masacre moderna, texto que publico con algún retraso, puesto que se lo había solicitado, a propósito de la Noche de los Cristales Rotos, que se recuerda el 9 de noviembre. Escribe Rotter: “El mismo nombre del evento que concierne este ensayo (Kristallnacht) “La noche de los cristales rotos”, es una cachetada a lo que ocurrió el 9 de noviembre de 1938.
La magnitud del pogrom, el salvajismo y violencia expresada, fue sin precedentes en Alemania. Todas las ciudades ardieron, personas fueron asesinadas o violadas, miles deportadas, se produjeron suicidios masivos, el odio auspiciado por el Estado se volvió público, y una nación entera observó indiferente, al igual que el resto del mundo. Llamemos las cosas por lo que son: el preludio a una masacre enloquecedora”.
La página 9 trae un texto de Alicia Álamo Bartolomé: Manolete y el primer año del gobierno revolucionario, en el que recapitula la venida del gran torero español a Venezuela, en 1946: “Entre tanta euforia manoletista, en ese mismo mes de mayo, vino otro golpe bajo de la Junta Revolucionaria de Gobierno: el decreto 321 –vaya efusión de decretos, en 7 meses iban por más de 300– que establecía una odiosa discriminación entre la educación pública y la privada.
Los estudiantes de la pública, por promedio de notas, entre 18 y 20, pasaban el año en la materia correspondiente, eximidos de los temibles exámenes finales de julio; los de la educación privada no tenían este derecho.
En este decreto se vio la mano invisible de Luis Beltrán Prieto Figueroa. Le echó la gran broma al Ministro de Educación, Humberto García Arocha. La reacción no se hizo esperar. No solo era una medida injusta sino inoportuna: ya se acababa el año escolar.
Bajaba hacia el sur, desde el Ministerio de Educación, me acababa de inscribir para el examen de reparación de Matemáticas, donde había fracasado el año anterior, cuando me encontré con la primera manifestación de los estudiantes de los colegios privados contra el 321, a la cual me sumé, por supuesto, como a todas las siguientes”.
La recién lanzada editorial Frontera Viva, bajo la dirección de Tulio Hernández, acaba de poner en circulación un libro ineludible: Otra tierra, otro mar. Crónicas de la migración venezolana en Colombia, que reúne 22 textos escritos por Dulce María Ramos, Erick Lezama, Gerardo Guarache Ocque, Leo Felipe Campos, Lizandro Samuel, Luis Guillermo Franquiz, Luis Rivero, Luz Marina Rivas, Marcela Madrid, María Gabriela Méndez, Paula Ardila, Raylí Luján, Sandy Aliendres, Tania Tapia Jáuregui y el propio Tulio Hernández.
Escribe Luz Marina Rivas:
“Para el momento de la publicación de este libro que tenemos entre las manos, han llegado casi dos millones de venezolanos a Colombia, aproximadamente un tercio de la totalidad de la diáspora venezolana en el mundo. Aquí recogemos historias particulares de unos pocos de ellos, pero que se parecen a las de muchos, que nos conectan con la transubjetividad de la que habla Boris Muñoz. Los autores son en su mayoría cronistas venezolanos. La motivación de esta antología es la necesidad de reunir esas historias dispersas que se van quedando en los periódicos de ayer para construir una pequeña cartografía de esta “historia desde abajo” o “historia pequeña”, que contribuya con el conocimiento de este momento histórico crítico que viven los venezolanos, que trascienda el presente, propio de las publicaciones periodísticas”. Está en la página 10, última de esta entrega.
Hasta aquí, amigos lectores. Toca seguir el camino, dar el próximo paso. Va mi solidaridad para todos.
Nelson Rivera.