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Hay que leer la letra menuda del contrato político y social de los gobiernos: si no hay educación y libros la cosa pinta mal, la historia no puede acabar bien

Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]

Reseña por: Pedro Crenes Castro


Si la lectura no libera, si la lectura esclaviza y culpabiliza no es buena lectura, es abuso en tinta, es cárcel y es retroceso

Huir por los libros

Recuerdo una tarde remota de tantas que mis hijas y yo nos fuimos de librerías, a una de segunda mano, y allí rebuscamos y encontramos nuestros tesoros. La pequeña encontró ese día una serie de libros donde los monstruos de siempre son amigables, y la mayor renunció a una novela al encontrar un librito que explica con claridad Química, que le costaba un poco entonces. Yo encontré El cuaderno dorado, de Doris Lessing, en la edición Biblioteca de Plata, de Círculo de Lectores, con prólogo de Mario Vargas Llosa.

El cuarto de las niñas se iba convirtiendo en una pequeña biblioteca, cada una su estantería, que replicaba en miniatura nuestra «biblioteca grande», que ocupa toda la casa. La pequeña quería toda la colección de libros de los monstruos amigables porque explica cómo es cada uno. «No se puede amar lo que no se conoce», dice Ortega y Gasset ⸺le dije⸺, y ella, sentenciosa, contestó: «ya sé que los monstruos no existen, papá, lo pone en los libros». Recuerdo que nos reímos, pero quería leerlos por si acaso se le aparecía alguno.

Dar de leer es procurar espacios para la huida. Todos necesitamos esos caminos de escape, sembrar de fantasía unas horas del día, o de terror o suspenso o aventura o romance: esos huideros son necesarios, afianzan el alma, ensanchan la vista, conmueven el corazón. Leer debe ser uno de los privilegios que mejor valoremos. Da gusto verlas en silencio, concentradas, huyendo de la casa, desafiando sus limitaciones, ampliando sus horizontes. Cuando vuelven de su viaje, me buscan y me dicen: «papá, sabías que…» y entonces te sientes satisfecho y aliviado porque preguntan, porque dudan y quieren saber más, porque recurren, muchas veces con pereza, al diccionario para desentrañar el significado de su mundo.

Hay que leer la letra menuda del contrato político y social de los gobiernos: si no hay educación y libros la cosa pinta mal, la historia no puede acabar bien. Necesitamos levantar la voz y arrastrar, si hace falta, a los gobernantes a un compromiso con la educación y con la cultura en general, pero sobre todo con la literatura, que poco a poco se va desterrando de los planes de estudio y del interés de nuestra gente.

Quieren convencernos de que ser culto es un privilegio costoso, que no sirve de nada. Y es mentira, una mentira que destruye sociedades.

Pero de los libros se vuelve con una voz más fuerte, con la voluntad resuelta a no ceder ante tanta mentira y tanto juicio en nombre de gobiernos, supersticiones o espiritualidades caducas y mal aplicadas. Si la lectura no libera, si la lectura esclaviza y culpabiliza no es buena lectura, es abuso en tinta, es cárcel y es retroceso. Me niego a creer que ningún texto que se crea sagrado debilite nuestra mirada del otro para convertirlo en el enemigo.

Que no nos roben el privilegio de huir por los libros, y ahora menos que nunca. La gran literatura lo es, no solo por razones literarias (parafraseo a Vargas Llosa), sino también por el dominio del oficio de escribir que en nosotros como lectores produce cambios no solo individuales, «sino como ciudadanos, como miembros de un conglomerado social». Ojalá que sigamos leyendo, que sigamos huyendo para volver con las armas de la razón cargadas de cambio.


Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña | [email protected]

Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.