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Para entender la enfermedad cardíaca, y en general los factores que alteran la disponibilidad del sistema regulatorio, básicamente porque reducen la eficiencia de las señales mediadoras y la capacidad de aportarle al corazón, es necesario conocer la complejidad del sistema. El doctor Julio Acosta, en esta segunda entrega, lo explica.

Para realizar su ininterrumpida e intensa labor, el músculo cardíaco utiliza sustratos energéticos, como la glucosa y el oxígeno, que son aportados por la sangre que circula en las arterias coronarias.

La entrega de esas sustancias químicas se efectúa en los vasos capilares cardíacos, que son microscópicos conductos de paredes suficientemente delgadas para permitir la difusión de moléculas.

La pared capilar tiene el espesor microscópico de una sola célula, la célula endotelial. El endotelio recubre toda la extensa superficie de la luz del sistema circulatorio en todo el cuerpo.

Si bien la difusión de las moléculas utilizadas para generar energía en el músculo cardíaco se realiza a través de la pared de los vasos capilares, la exacta cantidad de sangre que es necesaria para cada latido cardíaco llega en cantidad precisa a la circulación capilar y es regulada antes del lecho capilar. Si la sangre llegase a los capilares con la presión generada en el corazón, y que la hace circular por todo el cuerpo, la delgada pared de los vasos capilares no la resistiría y de romperías.

Es necesario un sistema generador de la presión, el corazón, conectado a un sistema de circulación y distribución, el sistema arterial de conductancia compuesto por arterias de grande y de mediano calibre, y un sistema regulatorio que reduce progresivamente esa inmensa presión y el flujo que circula, para adaptarlo de manera precisa, exacta e instantánea a la necesidad de sustrato en cada latido: Las arterias de un pequeño diámetro, que se reduce progresivamente hasta alcanzar la dimensión que acopla a los vasos capilares, son las arterias de resistencia que regulan mediante cambios de diámetro y por tanto de la resistencia que se le ofrece al flujo sanguíneo y a la presión arterial.

El circuito consta entonces de una cámara generadora de presión, unas arterias de conductancia que sirve de vías de distribución, las arterias de resistencia que regulan el flujo y la presión que llega a los capilares, y de estos en adelante el sistema venoso conduce a la sangre de regreso al corazón y a los pulmones para recargarse de oxígeno.

Este proceso requiere señales que indican la necesidad exacta de nutrientes, mecanismo sensores de esas señales, mensajeros intermedios y órganos efectores de la orden mecánica. Todo ello en cada latido cardíaco y con precisión.

Las arterias pequeñas tienen dimensiones microscópicas, micras de diámetro, por lo cual reciben la denominación de microcirculación, penetran en el músculo cardíaco en toda la extensión de su espesor, ofreciendo a lo largo una rama final que se continúa con un capilar.

Las arterias medianas o grandes tienen diámetros de milímetros, recorren la superficie del corazón y penetran al interior con las ramificaciones que originan a las arterias de la microcirculación.

Las paredes arteriales de conductancia y las de resistencia constan de tres capas principales de tejido concéntrico; la mas externa es la adventicia, que le sirve de soporte estructural; luego sigue hacia el centro la capa muscular que cumple la función de contraerse o relajarse para regular el diámetro de la luz y el paso de la sangre, y la capa mas interna, el endotelio, que entra en contacto con la sangre circulante.

Todo el sistema vascular está recubierto por el endotelio, una capa celular con una extensión equivalente a dos campos de futbol, que está en contacto íntimo con la sangre que circula por las arterias.

La íntima relación que existe entre el flujo de sangre y la capa endotelial, por un lado, y entre este y la capa media muscular que regula el diámetro arterial, ofrece una condición ideal para la relación local instantánea entre la sangre y el diámetro de los vasos de resistencia.

El endotelio percibe el uso de sangre mediante sensores mecánicos y químicos que percibe el roce del flujo de sangre y evalúa en cada instante el uso y la necesidad de sangre. La señal percibida es convertida por el endotelio en señales químicas y eléctricas que entregará a la inmediata capa muscular vecina para contraerla o relajarla en el grado necesario para que el calibre del vaso disminuya o aumente, y así regular la resistencia al flujo sanguíneo.

Estas señales reguladoras necesitan tener una duración de fracciones de segundos que le permita adaptarse a cada latido cardíaco, para hacerlo usa señales iónicas fugaces, como es la transmisión de corrientes con iones de potasio y de calcio en la pared vascular de las arterias de resistencia, o señales gaseosas como el óxido nítrico, un gas con la molécula mas pequeña de cuerpo humano y de duración fugaz, fracciones de segundos.

Para el funcionamiento cardíaco sano y eficiente es necesario que las señales reguladoras del flujo cardíaco instantáneo siempre estén en perfectas condiciones.

Pero no siempre es así; hay condiciones y enfermedades que alteran la eficiencia y la perfección del sistema, por ejemplo, los denominados factores de riesgo para enfermedad cardíaca.

Factores de riesgo para la cardiopatía isquémica

  •        Hipertensión Arterial
  •        Diabetes
  •        Hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia
  •        Obesidad
  •        Tabaquismo
  •        Sedentarismo
  •        Estrés sostenido crónico

Enfermedades cardíacas asociadas a isquemia miocárdica

  • Aterosclerosis
  •        Infarto del miocardio
  •        Angina de pecho
  •        Insuficiencia cardíaca
  •        Arritmias cardíacas
  • Enfermedad cerebral vascular, ictus.
  • Deterioro cognitivo
  •        Aneurismas
  •        Enfermedad obstructiva de los miembros inferiores

Estos factores alteran la disponibilidad del sistema regulatorio, básicamente porque reducen la eficiencia de las señales mediadoras y la capacidad de aportarle al corazón de manera precisa los sustratos para generar la energía necesaria para su funcionamiento.

De esa manera los factores de riesgo conducen a la enfermedad cardíaca .

Dr. Julio Acosta Martínez

Presidente del Colegio Venezolano de Endotelio y de la Asociación Venezolana de Aterosclerosis. Expresidente de la Sociedad Venezolana de Cardiología y profesor retirado de Cardiología Clínica en la Universidad Central de Venezuela. Médico Cardiólogo de la Policlínica Metropolitana de Caracas.