Por: Kathia Arjona
Kathia Arjona es escritora, fundadora del club de lectura Los Cazalecturas y miembro de Escritores Independientes de Panamá (Einpa)
Cuando nacemos no pedimos ser mujer u hombre
venimos a un mundo desconocido,
nadamos en aguas tranquilas y al
asomar la cabeza fuera de nuestra madre,
confiamos ciegamente en aquel que nos cobija
La vida nos recibe y nos adaptamos a ella,
sin cuestionar, pero a medida que crecemos
nuestros ojos se expanden ante el amor o
el odio que recibimos de nuestros semejantes.
Se nos dice qué hacer desde temprana edad,
a moldear conductas, sin mayor explicación,
a seguir consejos porque así se ha hecho siempre.
¿Acaso saben si comprendo lo que me piden?
Soy joven y me siento hermosa,
pero debo ocultarme, ya que puedo
provocar reacciones inexplicables.
Nací mujer.
siento, vivo, pero mi voz se atasca en esta
pared pesada de la ignorancia,
Indiferencia y apatía.
¿Por qué se me exige cubrirme toda?
Es que es malo mostrarse como uno es.
Observo sumisión y cabezas hacia abajo,
de no actuar así, los golpes e insultos son acompañantes
diarios de dolor, soledad e incomprensión.
Quiero ser yo
Quiero que vean mis ojos, testigos de mi sentir.
Quiero reír,
Quiero entender.
Denme la oportunidad.
No quiero vivir con miedo.
No quiero ser menos
¿Ustedes si saben qué es la felicidad?
¿Será que está pulverizada en el aire o es aquel
viento que toca mis cabellos?
Oh no, debo ocultarlos.
así me han enseñado
y mientras tanto,
divago y llego a concluir que
me siento feliz con solo saber que importo.
que valgo y que he venido a dejar huellas,
ya sea hombre o mujer,
Ser feliz no depende de un género.
ser feliz es un incansable estado
por sentirse bien con uno mismo,
y si mañana me despido de este mundo,
me recordarán por mi deseo de aceptarme,
aunque nadie se ocupó de entenderme ni
comprenderme.
Ya es demasiado tarde.
Por: Kathia Arjona