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Un estudio publicado por la revista The Lancet aborda la necesidad de rediseñar los sistemas de salud para que sean resilientes, tomando como ejemplo casos como los de África que ha logrado combatir la pandemia con soluciones sencillas y menos recursos.

“Se pronosticó que África sería la más afectada por la pandemia de COVID-19, dados sus deficientes sistemas de salud. Sin embargo, este resultado no ha sido el caso”. 

Si bien Estados Unidos “es el país que más gasta en atención médica a nivel mundial, con el COVID-19 ha demostrado que su infraestructura de atención primaria necesita ser fortalecida”, reflexionan los autores de Rediseño de los sistemas de salud para la seguridad sanitaria mundial (https://www.thelancet.com/journals/langlo/article/PIIS2214-109X(20)30545-3/fulltext).

Son los investigadores Déborah R Malac, investigadora de Virginia, Estados Unidos; Uzma Alam, de la Fundación del Instituto Africano de Política de Salud de Nairobi, Kenia; Julieta Nabyonga-Orem, del equipo de apoyo internacional para África Oriental y meridional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Harare, Zimbabwe; Abdulaziz Mohammed y John N Nkengasong, de los Centros de África para el Control y la Prevención de Enfermedades en Addis Abeba, Etiopía y Matshidiso R Moeti, de la oficina regional de la OMS para África en Brazzaville, República del Congo.

Reflexionan que no se debe hablar de covid-19 como “la mayor pandemia de nuestro tiempo. Es solo un ensayo, con otras epidemias que se avecinan en el horizonte”. 

“Por lo tanto, si la comunidad mundial se toma en serio la preparación para epidemias, la seguridad sanitaria mundial y la protección de los más vulnerables, debemos rediseñar los sistemas de salud para que sean resilientes”. 

Consideran que “las lecciones de África de la pandemia de COVID-19, así como de los brotes simultáneos de cólera, enfermedad por el virus del Ébola, fiebre amarilla y chikungunya”, que ha vivido este continente, pueden proporcionar una hoja de ruta en la línea de estos esfuerzos.

Fondos adecuados y tecnología

En Rediseño de los sistemas de salud para la seguridad sanitaria mundial , se detalla que lograr resiliencia, “requiere una inversión adecuada y comprometida en salud mediante una financiación sanitaria sostenible”, además de hacer conscientes a los actores del sistema de la necesidad de anticipar la acción y contar con fondos de reserva.

Explican que en general “la mayoría de los países africanos establecieron fondos especiales en respuesta a la pandemia de covid-19. Solo cuatro países obtuvieron fondos de reserva (Uganda, Sudáfrica, Malawi y Kenia)”.

Por otra parte, una asignación eficiente de los recursos, solo será factible “cuando existe una buena visibilidad de los diversos componentes del sistema de salud a través de sistemas de información de salud de calidad”.

Estos sistemas reúnen ciertas características. Los investigadores promueven el diseño “de plataformas de datos de acceso abierto descentralizadas que estén guiadas por los principios de datos FAIR (es decir, de búsqueda, accesibilidad, interoperabilidad y reutilización) y accesibles a través de mercados de análisis de datos sostenibles”.

Ejemplos, en el caso africano, son los 47 estados miembros de la región africana de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que a principios de 2020 “adoptaron una estrategia para ampliar las innovaciones sanitarias en África. 

El uso de big data en respuesta a COVID-19 incluyen chatbots de WhatsApp en Sudáfrica, herramientas de autodiagnóstico en Angola, aplicaciones de rastreo de contactos en Ghana y herramientas de información de salud móvil en Nigeria”.

Política de salud basada en pruebas científicas

Los investigadores abordan otro aspecto en el combate exitoso de esta y cualquier otra pandemia: basar la política de salud en pruebas científicas.

“Esto significa invertir en investigación y desarrollo por adelantado antes de un brote. La investigación y el desarrollo deben incluir una estrategia para abordar las diferencias de género en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM)”.

Razonan que las mujeres “representan el 50% de la población mundial y, sin embargo, a nivel mundial representan solo el 29% de esos investigadores”.

Los investigadores señalan que África ha reunido esfuerzos nacionales y regionales para abordar los desequilibrios.

Entre otras iniciativas enumeran  el premio de la Unión Africana para mujeres científicas, el índice de igualdad de género del Banco Africano de Desarrollo y la plataforma Gender Summit Africa.

En el ámbito local, los esfuerzos se concentran en programas y estrategias de desarrollo y reducción de la pobreza.

Innovación, en apoyo a los sistemas

En el estudio, los investigadores subrayan que la innovación es clave para “apoyar la adaptabilidad y la flexibilidad que sustentan los sistemas de salud resilientes”.

“COVID-19 ha estimulado la innovación en África; de 1,000 tecnologías nuevas o modificadas que se han desarrollado en todo el mundo para apoyar diferentes áreas de la respuesta COVID-19, África representa el 12,8%”, señalan.

Un ejemplo de interés en innovación, y que ayuda a conocer las respuestas de África a partir de sus realidades y estrategias, “es la asociación forjada entre las plantas embotelladoras locales y los comerciantes, que transportan kits antidiarreicos a las áreas remotas de Zambia empaquetándolos en el espacio vacío en las entregas de Coca-Cola”. 

Las innovaciones del sistema de salud, afirman en el estudio, deben permitir la recopilación de datos digitales, la autoevaluación confidencial y medidas de control de epidemias, como los mensajes de salud, y deben ayudar a la investigación. 

Por otra parte, consideran que también los países de ingresos bajos y medios tienen una historia de innovación para contar a los países de ingresos altos, “proporcionando soluciones simples y de bajo costo”. 

Coinciden en la pertinente de “desafiar la idea de que la experiencia técnica fluye en una sola dirección y, en cambio, aprovechar la experiencia bidireccional para sistemas de salud resilientes”.

La labor comunitaria

África da otra lección de la mano de sus trabajadores de salud comunitarios, quienes, se explica en el estudio, “como miembros de confianza de la comunidad, forman un vínculo rápido entre los servicios clínicos y comunitarios necesarios para una respuesta eficaz al brote”.

Debe existir, coinciden los investigadores, un enfoque en políticas centradas en el ser humano que pongan a las personas en primer lugar:  A más largo plazo, esta respuesta a la pandemia debería exigir un mayor compromiso a través de las fronteras para fomentar asociaciones sólidas, así como la confianza en las capacidades locales. 

De igual modo, consideran estratégico abordar iniciativas regionales que sean “coherentes y capaces de salvar las vidas y los medios de subsistencia de todas las personas vulnerables a nivel mundial”.

El razonamiento se sustenta en un dato desgarrador: “Con 70,8 millones de personas desplazadas por la fuerza de sus hogares, es fundamental que los gobiernos incluyan a las comunidades marginadas, como los refugiados, los migrantes y las poblaciones desplazadas internamente, en sus políticas y acciones”.

Los investigadores reflexionan que la pandemia demuestra la necesidad de este trabajo colectivo a nivel mundial: “Sin esa capacidad global, disponible para todos, ningún país está a salvo de futuras pandemias”. 

Los investigadores reiteran que resulta clave comenzar “a identificar y fortalecer las características críticas de los sistemas de salud resilientes no solo para emergencias sino para la atención de salud en general” y, desde esta perspectiva, postulan el ejemplo que África puede aportar.