Por: Dra. Marta Illueca
La autora es médica pediatra e investigadora. Este artículo fue publicado de manera original en el diario La Prensa de Panamá. Opinión. 8 de diciembre del 2024
Una paradoja intrigante de los efectos de la pandemia por COVID-19 es el efecto sobre las tendencias epidemiológicas de las enfermedades infantiles. Por un lado, con el aislamiento y medidas sanitarias, como las mascarillas, se tabuló en América Latina, una disminución relativa en los casos de otras enfermedades infecciosas en general. Por otro lado, la baja gradual y el atraso en los esquemas generales de vacunación pediátrica ha resultado en un rebote de enfermedades que ponen en peligro la salud de nuestra niñez.
En el marco del tema de la mortalidad infantil, la cual aplica a menores de 5 años, es preocupante, que la tosferina, una enfermedad prevenible con vacunación disponible ampliamente, vaya en aumento. Así mismo, a pesar del progreso previo en su control, desde el 2023 se ve un aumento significativo de casos que están haciendo un pico en el 2024.
El pasado 22 de julio, las autoridades sanitarias de la salud en las Américas, incluyendo la Organización Mundial de la Salud (OMS), Organización Panamericana de la Salud (OPS), aunadas con los Centros para el control de la Enfermedades (CDC por sus siglas en ingles) en los E.E.U.U. han dado una voz de alerta, sobre la propagación de los casos de la tosferina, también conocida como “coqueluche”.
Esta enfermedad respiratoria afecta más gravemente a bebés en los primeros meses de vida porque en general, la vacunación contra la misma no comienza hasta los 2 meses de edad y el esquema primario no se completa hasta los 18 meses.
La fuente principal de contagio para los recién nacidos, son adultos no vacunados y puede incluir a sus padres, abuelos, hermanos, niñeras y allegados. Es por eso, que a las familias de una embarazada, se les recomienda actualizar su ficha de vacunación dos semanas antes del nacimiento para asegurarse niveles competentes de anticuerpos.
La vacuna contra la tosferina, cuya formulación incluye también la difteria y el tétano, es eficaz para prevenir enfermedad y muerte por esta infección pediátrica que es altamente contagiosa de persona a persona. Sin embargo, se estima que es necesario una cobertura alta en vacunación para su control.
Históricamente, la tosferina aparece en el mundo en el siglo 16, y desde entonces,es una de las principales amenazas mortales en la edad pediátrica temprana,es decir los primeros cinco años de vida. Afecta en su mayoría con más severidad a bebés que no tienen la edad mínima de dos meses para ser vacunados.
Por eso es imperativo, que mujeres embarazadas se vacunen en su tercer trimestre para proveer al bebé anticuerpos protectores que cruzan la placenta y la leche materna y lo defienden de esta infección. Igualmente, cuando los visitantes o cuidadores de los bebes están actualizados con sus vacunas, se forma un círculo protector alrededor del recién nacido y se previene la infección.
La tosferina es una infección respiratoria causada por la bacteria llamada Bordetella pertussis. Existen pruebas de laboratorio para puntualizar el diagnostico, aunque el cuadro clínico frecuentemente delata la infección.
Comienza con síntomas de catarro, que se agravan con tos “convulsa” o tos paroxística, que se acompaña de un característico alarido al final del ataque. Sin embargo, los recién nacidos a menudo no logran toser con tanta violencia y el síntoma se puede convertir en episodios de apnea, es decir una pausa respiratoria que puede comprometer la oxigenación del bebe y en casos extremos, muerte súbita.
En infantes, niños y adultos, el cuadro clínico es variado (fiebre, tos típica, moquera o dificultad para respirar). La misma puede complicarse con pulmonía, convulsiones, y encefalopatía (afección cerebral). Raramente, se han reportado fallecimientos debido a las complicaciones mencionadas, especialmente por pulmonía y más del 80% de las muertes son en bebés los primeros dos meses de vida.
Quiero reiterar, que urge apoyar las estrategias de vacunación establecidas por el Ministerio de Salud (MINSA) las cuales están alineadas con las pautas de la OMS y OPS. Hoy repito mi llamado a la cordura, y a un juicio responsable por parte de los padres y madres de familia en actualizar el esquema de vacunación de sus hijos de todas las edades, así como los suyos mismos, y que apoyen los esfuerzos de salud pública en pro de la salud y futuro de nuestra niñez.
La autora es médica pediatra e investigadora. Este artículo fue publicado de manera original en el diario La Prensa de Panamá. Opinión. 8 de diciembre del 2024