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Cuentos para Cristina (héroes y heroínas por la salud), incentiva la prevención en salud pública con las herramientas de la literatura, y la evidencia de la ciencia, además de fomentar la participación de niños, niñas y adolescentes, quienes ayudan a ilustrar los cuentos y contribuir al anhelo de un mundo saludable.

Equipo Cuentos para Cristina | Correo electrónico: [email protected] | [email protected]


Los lentes mágicos

Cuento: Evelyn Lozano Pinzón  | Ilustración: Cristina Vaccaro Courville

.Era una tarde soleada de verano, las risas se entrelazaban con el aire y el olor a césped recién cortado. Ana y Sofía estuvieron esperando toda la semana para volver a jugar en su parque favorito, haciendo carreras en el tobogán. Se deslizaban, salían corriendo, subían las escalerillas y caían otra vez elevando los brazos al cielo, hasta que sus pies tocaban la arena. 

Sofía frenó en seco al llegar al final del tobogán, y hacía algo con las manos. Ana entrecerró los ojos y restregó los párpados para verla mejor.

—¿Te golpeaste? —preguntó, acercándose para ayudarla. Ya junto a ella, se percató que limpiaba sus anteojos con el suéter.

—¡¿Te aparecieron nubecitas en las gafas?! —bromeó, sacudiéndose la arena de los pies.

—Ay, cuando se me empañan los lentes, no veo nada —dijo Sofía, con una risa penosa.

—¿Para qué sirven entonces, si con ellos tampoco ves bien? —dijo Ana, rascándose la cabeza.

Sofía levantó la cara con el ceño fruncido.

—Oh, pero si solo es un momento. Es que sin ellos no veo nada bien.

Sofía se colocó los anteojos, miró a lo lejos y sonrió.

—¿De qué te ríes? —preguntó Ana.

—Ahí están María y Raúl —dijo, señalando con el dedo.

Ana giró la cabeza, achicó aún más los ojos.

—¿Dónde están? ¡No los veo!

—Tal vez tú también necesitas lentes…

—¡¿Vamos otra vez?! —preguntó Ana, cambiando el tema.

Sofía soltó una carcajada, y ambas corrieron nuevamente hacia el tobogán, mezclando sus risas con el canto de los pericos que buscaban refugio en los árboles.

—¡Te apuesto que esta vez llegaré primero! —gritó Ana, subiendo las escaleras.

—¡Ni en tus sueños! —respondió Sofía.

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Ambas se deslizaron por el tobogán elevando los brazos al aire.

—¡Atajaaa! —gritaron al unísono.

Ana se sacudió rápidamente los pies y miró de nuevo hacia donde estaban María y Raúl, pero solo vio figuras borrosas a lo lejos. Se volvió hacia Sofía, respiró hondo, bajó la mirada.

—Tengo algo que contarte… también necesito gafas —susurró, cubriéndose el rostro con ambas manos.

—¡Te lo dije! —contestó Sofía, jaloneándole los brazos.

—Empecé a ver borroso el tablero, no copiaba bien las cosas, y lo dejé pasar… hasta que un día copié mal un problema de un ejercicio de matemáticas… y me bajaron puntos porque no tuve la respuesta correcta.

—Qué terrible…

—No lo fue tanto como lo que ocurrió la semana pasada. Me golpearon con una pelota de softball en la cabeza, justo aquí —dijo, señalando la frente. —Todo porque no la vi venir… y no me quité… Todos se rieron. El golpe no dolió tanto como la vergüenza que pasé. Pero mi mamá dijo que ya era peligroso y esa misma tarde me llevó para que me revisaran la vista a un ofta… ofta…

—Oftalmólogo.

—Sí, así se llama… Era una doctora. Vio mis ojos en una máquina grande. Después me puso una cosa rara y enorme en la cara. Parecía como binoculares. Apagó la luz, todo se puso oscuro y aparecieron unas letras brillantes en la pared y yo tenía que leerlas. Fue rápido.

—Sí, sí… igual que a mí. Bueno, yo uso lentes desde pequeñita.

—A mí me dijeron que ahora los necesito, porque me acostumbré a usar muchas horas el celular y, sobre todo, con la luz de la recámara apagada, antes de dormir… Me explicaron que debía aprender a descansar la vista —dijo Ana, respirando hondo, y continuó casi en un susurro —me entregarán las gafas mañana… y tengo miedo. ¿No te dio miedo empezar a usarlos?

—Al principio tenía temor, pero por dañarlos o perderlos… aunque casi nunca me los quito. En cuanto me los puse, sentí un alivio en los ojos, y fue impresionante como todo se aclaró.

—Es que tengo miedo de que se rían de mí.

—Ay, no te preocupes. No se van a reír de ti… ya muchos usan lentes.

Ana la escuchaba en silencio, mientras pateaba suavemente la arena bajo sus pies.

Sofía se tocó el mentón, pensativa.

—Cuando empecé a usar las míos, sentí como si estuviera descubriendo un mundo nuevo. Recuerdo la primera noche que los usé, pude ver en el cielo a las estrellas que brillaban danzando con la luna. En ese momento pensé que tenía unos lentes mágicos con los que podía ver todo lo que me había perdido…

—¿En serio? ¿De verdad todo se ve tan diferente? —preguntó, con voz cargada de curiosidad.

—Es como si tus ojos tuvieran nubecitas que se quitan con los lentes —Sofía sonrió, recordando esa primera noche. —Antes las estrellas las veía como manchas borrosas, y esa noche descubrí que cada una tiene su propio brillo.

—¡Yo tampoco me quiero perder de nada!

Ambas rieron, y Ana sintió que las preocupaciones se desvanecían.

—Mañana, cuando me den las gafas, tal vez podamos ver las estrellas juntas —dijo.

—¡Claro! —respondió Sofía, dándole un suave empujón. — Ahora, ¡otra carrerita!

Rodearon el tobogán, subieron las escalerillas de prisa y se deslizaron.

—¡Atajaaa! —gritaron, sintiendo el viento en su rostro.

 A veces, las cosas nuevas pueden darnos miedo, pero con buenos amigos a nuestro lado, todo parece más fácil y brillante, igual que las estrellas en el cielo.


Cuento: Evelyn Lozano Pinzón

Evelyn Lozano Pinzón (Panamá, 1976). Es ingeniería civil, con especialización en administración de proyectos y maestría en ambiental.  

Combina su profesión, con la pasión por el arte y la escritura. La naturaleza forma parte esencial de sus escritos, manifestando un mensaje de amor y armonía con el mundo que nos rodea.

Es autora de la novela de fantasía épica Las escamas del dragón, y del libro de cuentos infantiles:  Crónicas del árbol que aprendió a bailar, publicado en español e inglés, por Piggy Press.

Premio Nacional de Literatura Infantil Hersilia Ramos de Argote, de la Universidad Tecnológica de Panamá, versión cuento; en el año 2017 con la obra El cantor de las aves y otras voces del cielo, la tierra y el mar, y en el 2022 con el libro Mi abuelita es un hada.

Segundo lugar en el Concurso Municipal de Literatura Carlos F. Changmarín, género: Cuento infantil – 2022, con la obra: Calderos Mágicos.

Mención de honor en el Premio diplomado de creación literaria en el 2022, otorgado por la Universidad Tecnológica de Panamá con la obra Novilunio

Su obra ha sido mencionada como finalista del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil Carlos Francisco Changmarín; en la versión 2017 con: Los cuentos del árbol que aprendió a bailar, y en el 2024 con el poemario: Cocuyo de rimas encantadas.

En el 2023 obtiene el tercer lugar en el premio de poesía organizado por la Fundación Claresas, con su poema Eres mujer.

Su obra forma parte de la antología ¡Basta! 100 Mujeres contra la violencia de género; y de varias antologías preparadas por la Academia Panameña de Literatura Infantil y Juvenil.


Dibujo principal: Cristina Vaccaro Courville

Cristina Vaccaro Courville es estudiante del séptimo grado en el Colegio Agustiniano de Chitré (Herrera). Es la responsable de la ilustración principal de Cuentos para Cristina y promotora de su lectura. Es la responsable de la sección Nuevos lectores del espacio.


El cuento Los lentes mágicos será dibujado por los niños y niñas que así lo deseen. Las ilustraciones serán publicadas en el Instagram de La Web de la Salud para que el público vote y así, entre todos y todas, acompañar la ilustración final del relato junto con el dibujo principal de Cristina Vaccaro Courville. Instrucciones en el Instagram.


Equipo Cuentos para Cristina:

  • Coordinación Médica: Dra. Karen Courville, jefa de la Unidad de Hemodiálisis del Hospital Dr. Gustavo Nelson Collado de la Caja de Seguro Social, en Chitré, científica e investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas 
  • Nuevos Lectores: Cristina Vaccaro Courville, estudiante del séptimo grado en el Colegio Agustiniano de Chitré (Herrera).
  • Coordinación literaria: Silvia Fernández-Risco Escritora, músico y editora Miembro de la Academia Panameña de Literatura Infantil y Juvenil de Panamá (APLIJ)

Agradecemos el apoyo de la Fundación Ciencia en Panamá, del Banco Nacional de Panamá y de la Academia Panameña de Literatura Infantil y Juvenil. A la autora, Evelyn Lozano Pinzón y a la ilustradora, Cristina Vaccaro Courville, por colocar sus talentos al servicio de la salud pública.

Conozca el «había una vez» de esta historia:

Cuentos para Cristina une a comunidad médica y literaria en La Web de la Salud