fbpx

…son piezas de una misma esfera valorativa, memorística, afectiva. De algún modo, están interconectados, guardan familiaridad -a veces muy evidente, otras de modos más sutiles-, aunque los enfoques sean tan diferenciados

Por: Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

Amigos lectores:

I.

Lo anunciado la semana pasada: hoy se ofrece la segunda parte del homenaje a la Escuela de Letras, coordinado por María Pilar Puig y Carmen Teresa Soutiño. La secuencia trae 18 textos. Sus autores: Rafael López-PedrazaJudit GerendasLaura TolozaLuz Marina RivasMarco JiménezMaría Eugenia Martínez PadrónMercedes SedanoOscar Sambrano Urdaneta, Rafael CadenasRafael CorderoMario MorenzaRamón Escovar LeónMichaelle AscencioRafael Castillo ZapataRodrigo MarcanoRicardo Ramírez RequenaFrancis Lugo Roberto Martínez Bachrich. Las evidentes alteraciones al orden alfabético se deben a los imperativos del diseño gráfico.  

II.

Estos 18 textos se entretejen y dialogan con los 27 publicados la semana pasada. Son piezas de una misma esfera valorativa, memorística, afectiva. De algún modo, están interconectados, guardan familiaridad -a veces muy evidente, otras de modos más sutiles-, aunque los enfoques sean tan diferenciados.

III.

He escogido dos párrafos del texto de Roberto Martínez BachrichMaría Fernanda Palacios y “la clase como género literario” -un homenaje-, porque en ellos resuenan muchas de las cosas que el homenaje congrega: “¿Cómo alguien logra que una clase sea tan redonda, que esté tan minuciosamente estructurada, que tenga picos y valles, momentos de enorme intensidad y, en el entretanto, pausas necesarias: partitura dramática?, ¿cómo tiene esa escritura aérea de la clase todo un estilo –y “estilo”, señala la autora en su libro sobre Ifigenia, no es “sino una forma de conciencia”– que es profunda y sabrosamente literario?, ¿cómo tiene un ritmo –cada clase– pleno de literaturiedad, y cómo logra dibujar el “evento” –la obra– en el aire, en la imaginación y el cuerpo de cada lector, de cada oyente, con tanta precisión y resonancias?

Cortázar decía que todo buen cuento debe causar en el lector una apertura: dejar en él las semillas que luego irán creciendo hasta ser un árbol gigantesco. No conozco ejemplo más rotundo de esa apertura que las clases de María Fernanda, que también tienen, entonces, algo de cuento. Y aunque yo no sea capaz de certeza alguna, tal vez decir esto sea lo que más se acerque a la idea que uno tiene de certeza: yo he vigilado, en mi propia experiencia de lectura, el crecimiento de esos árboles, de ese bosque infinito. No sé, en fin, cómo frase tras frase sus clases, como sus ensayos, trabajan los textos –y el alma en ellos– desde lo que Montaigne proponía como esa otra razón tan llena de fuego y de sombra que es la razón anímica. No lo sé, y nunca lo sabré del todo. Pero este inventario de enigmas se sostiene firme, como un conjunto de “casi certezas” en mí y en cualquiera que haya entrado, alguna vez, a sus clases”.

IV.

Además de las 8 páginas dedicadas a la Escuela de Letras, esta edición incluye el homenaje que Gerardo Vivas Pineda hace a Cristian Álvarez, recientemente designado Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua.

Álvarez es investigador, crítico, ensayista y académico de larga trayectoria en la Universidad Simón Bolívar y, actualmente, en la Universidad Monte Ávila. El Quijote, la literatura de caballería y la obra de Mariano Picón Salas, han sido algunos de sus intereses más persistentes.

Nos dice Vivas Pineda: “Lo conocí cuando, a lomos de la novela caballeresca de procedencia artúrica, él ejercía el Decanato de Estudios Generales en la Universidad Simón Bolívar. A poco de encontrarnos predominaron en nuestras charlas los comentarios sobre el lagrimeo por litros en decenas de aventuras caballerescas. Ambos impartíamos, con diferentes enfoques, estudios generales sobre El Quijote a estudiantes de ingeniería, matemática pura, biología y computación —también hemos sido Quijotes frente al pizarrón—, a los que él añadía cursos sobre Mariano Picón-Salas y libros de caballerías, sus dos pasiones literarias. De allí en adelante conocí un hombre cuya integridad intelectual en el cultivo de las humanidades y el ejercicio del género ensayístico se combinaron con una modestia y un bajo perfil público que nos aturdían por su sencillez silenciosa, mas no desapercibida en su entorno inmediato.

Con toda justicia, al cabo de tres décadas largas entregadas al ejercicio literario y su correspondiente siembra docente, Cristian Álvarez ha subido al techo académico —Sillón “W” de la Academia Venezolana de la Lengua—, sin pretender aplausos ni fanfarrias, tan sólo que su obra pase por el tamiz en la mirada del lector”. Viene en la página 9.

V.

No añado más. Mucho que leer. Por lo tanto, mucho que conversar.

Nelson Rivera.