Hay algunos pacientes en riesgo de hipomagnesemia, como personas con diabetes tipo 2, personas con alcoholismo de largo plazo y los adultos mayores, probablemente por un bajo consumo de magnesio
Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid. Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia. Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas. Miembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI)
Es un mineral esencial para nuestro organismo, se necesita para realizar reacciones bioquímicas y ha ganado mucha atención en los últimos años por sus múltiples beneficios para la salud.
Está presente en muchos alimentos, pero a veces nuestra dieta no nos proporciona la cantidad suficiente. Se puede encontrar magnesio en las semillas (chía, lino, girasol), los frutos secos (almendras, nueces), las legumbres (frijoles, lentejas), las verduras de hoja verde (espinacas, acelgas), el aguacate y en el plátano.
Causas de hipomagnesemia
En algunas personas, puede haber una dificultad para absorber el magnesio. La dieta inadecuada, trastornos intestinales como la enfermedad de Crohn o la enfermedad celíaca), enfermedades crónicas o el uso de ciertos medicamentos pueden interferir con la capacidad del cuerpo para disponer del magnesio o aumentar la cantidad de magnesio que excreta el cuerpo, lo cual también puede causar deficiencia de magnesio.
Hay algunos pacientes en riesgo de hipomagnesemia, como personas con diabetes tipo 2, personas con alcoholismo de largo plazo y los adultos mayores, probablemente por un bajo consumo de magnesio.
Algunos síntomas de deficiencia de magnesio son la pérdida del apetito, náuseas, vómitos, fatiga y debilidad. La insuficiencia extrema de magnesio puede causar entumecimiento, hormigueo, calambres musculares, convulsiones, cambios de personalidad y anomalías en el ritmo cardíaco.
Existen interacciones con algunos medicamentos que pudieran causar los niveles bajos de magnesio. Los diuréticos de asa y tiazídicos son medicamentos aumentan la excreción de magnesio a través de la orina, lo que puede llevar a una deficiencia de magnesio. Si estás tomando diuréticos y también un suplemento de magnesio, es posible que necesites ajustar la dosis de magnesio para compensar esta pérdida o se deba cambiar el diurético.
Los antiácidos que contienen aluminio o calcio pueden interferir con la absorción de magnesio en el intestino. Si estás tomando ambos, es recomendable separar la toma de ambos al menos 2 horas. Algunos estudios sugieren que el magnesio puede potenciar los efectos de ciertos antihipertensivos, como los bloqueadores de los canales de calcio, por lo que ,en este caso, ayudaría a reducir aún más la presión arterial.
¿Qué dicen los estudios sobre sus beneficios?

Numerosos estudios han demostrado que el magnesio puede tener beneficios para la salud. Al ayudar a controlar la presión arterial y reducir la inflamación, reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Al relajar los músculos y el sistema nervioso, contribuyen a mejorar el sueño.
Aunque no se conoce la causa exacta, el magnesio puede ayudar a reducir la frecuencia e intensidad de las migrañas. También regular la función de algunos neurotransmisores, por lo que ayudan a reducir la ansiedad y depresión.
La dosis adecuada de magnesio varía según la edad, el sexo, el estado de salud y otros factores. Las mujeres deben consumir unos 350 mg por día y los hombres unos 420 mg por día. Los suplementos de magnesio pueden ser necesarios si no se obtiene la cantidad suficiente a través de la dieta y se pueden encontrar en forma de aspartato de magnesio, citrato de magnesio, lactato de magnesio y cloruro de magnesio. El magnesio también se incluye en laxantes y algunos productos utilizados para el tratamiento de la acidez de estómago y la indigestión.
Ingesta excesiva de magnesio
Consumir una cantidad excesiva de magnesio, podría causarnos algunos problemas. El efecto secundario más común es la diarrea, náuseas, vómitos y calambres estomacales, asociados con un exceso de magnesio.
Un exceso de magnesio puede interferir con la función muscular, causando debilidad y fatiga. Con ingesta de dosis muy altas se puede presentar problemas cardíacos como arritmias, disminución de la presión arterial e incluso paro cardíaco en casos extremos. Se ha visto alteraciones neurológicas, como confusión, somnolencia, dificultad para respirar y, en casos graves, coma. Debido a que los riñones son los principales órganos encargados de eliminar el exceso de magnesio del cuerpo, las personas con enfermedad renal son más susceptibles a los efectos tóxicos del magnesio y el uso concomitante de medicamentos ya mencionados, como los antiácidos y los diuréticos, que pueden interactuar con el magnesio y aumentar el riesgo de efectos secundarios.
Recomendaciones para la dosis diaria

El magnesio puede interactuar con otros minerales como el calcio y el hierro. Se recomienda tomarlos con varias horas de diferencia para asegurar una mejor absorción.
No existe una hora exacta para tomar magnesio, ya que puede variar según el tipo de magnesio y la razón por la que lo estás tomando. Sin embargo, hay algunas recomendaciones generales sobre la hora de la ingesta. Si lo tomas para mejorar la energía y el estado de ánimo, puede ser beneficioso tomarlo por la mañana. Si lo tomas para mejorar el sueño, es preferible tomarlo antes de acostarte.
Algunas formas de magnesio pueden causar molestias estomacales si se toman con el estómago vacío. Por lo general, se recomienda tomarlo con las comidas. El citrato de magnesio suele ser más suave para el estómago y se puede tomar a cualquier hora del día.
Algunos medicamentos pueden verse afectados por la presencia de magnesio. Es fundamental consultar con tu médico si estás tomando algún medicamento, especialmente diuréticos, antiácidos o medicamentos para la presión arterial, a la hora de iniciar algún suplemento, como en este caso, el magnesio.
Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI