«El tiempo es la moneda que no se recupera. El cambio comienza por uno mismo. Aprovechen el presente y luchen por sus metas”, dijo quien acaba de egresar de la carrera Ciencias de la Familia y Desarrollo Comunitario
Por: Alfredo Meléndez Moulton | Foto: Kara Marciaga
Con tan solo 29 años, Nereida Montero se ha convertido en un símbolo de perseverancia y esperanza para su comunidad de Guayabal, en el corregimiento de Alto Caballero, comarca Ngäbe-Buglé.
Tras nueve años de esfuerzo, sacrificios y múltiples desafíos, logró cumplir su sueño de convertirse en licenciada en Ciencias de la Familia y Desarrollo Comunitario, abriendo así el camino para futuras generaciones.
Gracias a la presencia de la Universidad de Panamá en los rincones más apartados del país, historias como la de Nereida son posibles. No solo se graduó; se convirtió en inspiración y ejemplo para muchos jóvenes, especialmente mujeres indígenas, que enfrentan barreras similares.
“Como en toda la vida, si no hay limitaciones, no hay motivación para empezar”, reflexionó Nereida. A lo largo de su trayectoria universitaria tuvo que lidiar con problemas económicos, falta de recursos y dificultades de horario.
A pesar de ello, logró organizarse y priorizar sus estudios, demostrando que, con disciplina y determinación, los sueños sí se alcanzan.
Su camino no fue fácil. Ella y su hermana, que también culminó la misma carrera, fueron parte de un grupo inicial de 20 estudiantes. Hoy, apenas cinco o seis de ellos han logrado graduarse, lo que evidencia los grandes retos que enfrentan quienes apuestan por la educación en contextos vulnerables. “Hubo muchos retos. La carrera estaba estancada y costó reactivarla, pero al final lo logramos”, contó con orgullo.
Nereida no olvida a quienes la apoyaron en los momentos más difíciles. Agradeció de manera especial al ex-decano, profesor Enrique Wedemeyer, y a la profesora Colombia, figuras claves en su formación. “Recuerdo las palabras de la profesora Colombia: ‘Cuantos más límites se te presenten, es porque vas a ser una excelente profesional’. Esas palabras me dieron fuerzas para seguir”, comentó emocionada.
Con un llamado final, Nereida alentó a las mujeres y jóvenes de la comarca a no desperdiciar el tiempo. “El tiempo es la moneda que no se recupera. El cambio comienza por uno mismo. Aprovechen el presente y luchen por sus metas”, expresó con firmeza.
Su historia no solo enaltece a su familia y comunidad, sino que refleja el impacto transformador de la educación cuando llega con equidad y compromiso a todos los rincones del país.
Por: Alfredo Meléndez Moulton | Foto: Kara Marciaga