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Foto: Luis Sánchez | FAO
El informe Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024 señala que disminuye el hambre en América Latina y el Caribe, pero persisten las desigualdades

Redacción LWS | OPS | FAO

En comparación con las cifras correspondientes al periodo 2014-2016, Venezuela registra un aumento en la prevalencia de la subalimentación de 6,5 puntos porcentuales.

El Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024 refleja que en América Latina y el Caribe “el hambre y la inseguridad alimentaria han disminuido durante dos años consecutivos”, pero persisten “disparidades significativas entre las subregiones, que afectan de manera desproporcionada a las poblaciones más vulnerables” como las mujeres y las poblaciones rurales.

“Aunque la asequibilidad de una dieta saludable ha mejorado, sigue teniendo el costo más elevado en comparación con otras regiones, y no está en camino de cumplir con la mayoría de las metas de nutrición”, indica el documento.

El Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024 es una publicación conjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).   

El informe fue presentado este lunes 27 de enero, durante un evento virtual que contó con la intervención del subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin; del Dr. Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), de Karin Hulshof, directora regional interina de Unicef para América Latina y el Caribe, de María Dolores Castro, directora regional del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas en América Latina y el Caribe y de Rossana Polastri, directora Regional de la División de América Latina y el Caribe del FIDA. Tanto Castro como Polastri intervinieron desde Panamá.

«La reducción relativa a la prevalencia de la subalimentación y la inseguridad alimentaria moderada o grave se atribuye a la recuperación económica de varios países de la región, con un aumento del empleo y una disminución de la pobreza ypobreza extrema. Esto ocurrió tras el alza de los precios de la energía observados después de la pandemia de COVID-19, que benefició a los países exportadores de energía. Además, los sólidos sistemas de protección social permitieron unarespuesta rápidamente a los cambios, algo especialmente importante en un contexto de restricciones financieras». (*)

Panamá, entre los países con menos prevalencia de subalimentación

De acuerdo con el informe, “América Latina y el Caribe ha logrado considerables avances en la reducción del hambre durante los dos últimos años. La prevalencia de la subalimentación para 2023 se estimó en un 6,2 % para la región, lo que es significativamente inferior a la estimación mundial, y menor que el 6,9 % de 2021 y el 6,6 % de 2022, aunque sigue superando en 0,6 puntos porcentuales los niveles de 2019”. (*)

Al analizar la situación por países, Panamá figura entre los países con menor prevalencia de subalimentación en la subregión mesoamericana con 5,6%, después de Costa Rica (menos del 2,5 %), México (3,1 %) y Belice (4,6 %).

Honduras mostró una prevalencia de subalimentación del 20,4 %, seguido de Nicaragua con el 19,6 % y Guatemala con el 12,6 %.

Cuadro: Prevalencia de subalimentación
Fuente: FAO, FIDA, OPS, PMA y UNICEF. 2025. América Latina y el Caribe – Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024: Fomentando la resiliencia frente a la variabilidad del clima y los eventos climáticos extremos para la seguridad alimentaria y la nutrición. Santiago.

Venezuela: 17,6% de subalimentación

En Sudamérica, la prevalencia de la subalimentación en el Estado Plurinacional de Bolivia fue del 23 %, mientras que en Venezuela y Ecuador afectó al 17,6 % y al 13,9 % de la población, respectivamente.

“Sin embargo, en Chile, Uruguay y Guyana, la prevalencia se estimó por debajo del 2,5 %, seguidos de Argentina (3,2 %), Brasil (3,9 %) y Colombia (4,2 %). En comparación con las cifras correspondientes al periodo 2014-2016, destaca el informe, Haití mostró el mayor incremento, con un aumento de 12,1 puntos porcentuales. Venezuela y Dominica también registran un aumento en la prevalencia de la subalimentación de 6,5 y 6,4 puntos porcentuales, respectivamente”.

El indicador de prevalencia de la subalimentación (PoU, por sus siglas en inglés) de la FAO “se obtiene a partir de datos oficiales de los países sobre el suministro de alimentos, el consumo de alimentos y las necesidades de energía alimentaria de la población, considerando características demográficas como la edad, el sexo y los niveles de actividad física. Está diseñado para captar un estado de privación crónica de energía, por lo que no refleja efectos temporales de crisis pasajeras ni la ingesta momentáneamente inadecuada de nutrientes esenciales (*) Es decir, es un indicador que mide cuántas personas no cuentan con la comida suficiente para satisfacer sus necesidades diarias de energía .

Retraso en el crecimiento en niños y niñas

Otro indicador importante que aporta el Informe se refiere al retraso en el crecimiento de los niños y niñas.

El documento destaca que “a pesar de los avances logrados en los últimos 20 años, los datos a nivel regional y subregional indican que la región no alcanzará la meta para la reducción del retraso del crecimiento en niños y niñas fijada para 2030, que apunta a una disminución del 40 % respecto a la línea de base de 2012”.

De manera positiva, entre 2012 y 2022, cita el informe, “la mayoría de los países de la región lograron disminuir esta prevalencia. Los países con mayor reducción fueron el Estado Plurinacional de Bolivia, Perú, Guyana y Panamá, con reducciones de 8,8, 8,5, 6,9 y 6,1 puntos porcentuales, respectivamente.

“En contraste, en Costa Rica, Argentina y Brasil, durante el mismo periodo, la prevalencia aumentó en 3,1, 2,4 y 0,9 puntos porcentuales, respectivamente. Si se consideran valores absolutos, Chile, Santa Lucía y Paraguay tenían la prevalencia de retraso del crecimiento más baja de la región en 2022 (1,6 %, 2,5 % y 3,4 %, respectivamente)”.

Cuadro: Prevalencia del retraso del crecimiento en niños y niñas menores de 5 años

Fuente: FAO, FIDA, OPS, PMA y UNICEF. 2025. América Latina y el Caribe – Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024: Fomentando la resiliencia frente a la variabilidad del clima y los eventos climáticos extremos para la seguridad alimentaria y la nutrición. Santiago.

“El retraso del crecimiento en niños y niñas menores de 5 años se refiere a una estatura para la edad inferior a dos desviaciones estándar por debajo de la mediana de los patrones de crecimiento infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La baja estatura para la edad es un indicador que refleja los efectos acumulativos de la desnutrición y las infecciones desde el nacimiento, e incluso antes”, indica el Informe.

Mensajes clave:

  • A escala mundial, la prevalencia de la subalimentación se ha mantenido constante durante los últimos tres años, afectando al 9,1 % de la población.
  • En 2023 el hambre afectó al 6,2 % de la población (41 millones de personas) de la región. Esto representa una disminución de 0,4 puntos porcentuales (2,9 millones de personas) en comparación con 2022 y una disminución de 0,7 puntos porcentuales (4,3 millones de personas) en comparación con 2021. Esta mejora se debe principalmente a la disminución registrada en Sudamérica.
  • La prevalencia de la subalimentación se redujo en Sudamérica entre 2022 y 2023. En contraste, en Mesoamérica se mantuvo prácticamente sin cambios, mientras que en el Caribe el hambre aumentó marginalmente.
  • La prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave en el mundo se mantiene por encima de los niveles anteriores a la pandemia de COVID-19, con pocos cambios en los últimos cuatro años.
  • América Latina y el Caribe avanzó considerablemente en la reducción de la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave, que en 2023 disminuyó por segundo año consecutivo y se sitúo por debajo de la estimación a nivel mundial, aunque sigue siendo ligeramente superior a los niveles anteriores a la pandemia. En 2023, el 28,2 % de la población de la región estaba afectada, frente al 28,9 % a nivel mundial.
  • A pesar de los progresos a nivel regional, persisten las desigualdades en materia de inseguridad alimentaria, con diferencias considerables entre subregiones y subgrupos de población.
  • En 2023, la brecha de género para la inseguridad alimentaria moderada o grave en América Latina y el Caribe fue de 5,2 puntos porcentuales en 2023, en comparación con una brecha de 1,3 puntos porcentuales a nivel mundial. Además, esta forma de inseguridad alimentaria fue 6,2 puntos porcentuales más alta en las zonas rurales que en las zonas urbanas de la región.

Intervenciones

Mario Lubetkin, subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe: «La variabilidad del clima y los eventos extremos son una amenaza para la estabilidad de la seguridad alimentaria y la nutrición (…)». Es importante»implementar una respuesta integral, basada en políticas y acciones diseñadas para fortalecer la capacidad de los sistemas agroalimentarios. Esta resiliencia permite anticipar, prevenir, absorber, adaptar y transformar, de manera positiva, eficiente y eficaz frente a diversos riesgos, incluyendo los desafíos asociados al cambio climático y los eventos extremos”.


Karin Hulshof, directora regional interina de UNICEF para América Latina y el Caribe: «Cualquier decisión sobre la acción climática debe priorizar el derecho a la alimentación y nutrición de los niños, niñas y mujeres».

En 2022, el 5,6 por ciento de los niños menores de cinco años a nivel global estaban afectados por sobrepeso, mientras que en América Latina y el Caribe la prevalencia alcanzó el 8,6 por ciento, es decir, 3,0 puntos porcentuales por encima de la estimación global. Esta prevalencia regional también ha crecido más rápido que la tasa global, aumentando 1,2 puntos porcentuales entre 2012 y 2022, en comparación con solo 0,1 puntos porcentuales en todo el mundo. Dentro de la región, las tendencias varían significativamente, con América del Sur impulsando en gran medida el aumento, mientras que Mesoamérica y el Caribe han mostrado una mayor estabilidad en los últimos años.


Dr. Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud: “El sobrepeso y la obesidad son un creciente desafío en la región y un factor de riesgo clave para las enfermedades no transmisibles. Una dieta saludable es la base para la salud, el bienestar, el crecimiento óptimo y el desarrollo. La OPS posiciona la salud como piedra angular para la transformación de sistemas alimentarios, promoviendo políticas fiscales, incluyendo impuestos, políticas públicas de compra de alimentos saludables, la regulación de la publicidad, incluidos los sucedáneos de la leche materna; la inocuidad de los alimentos, la reformulación de productos alimentarios y el etiquetado frontal.


María Dolores Castro, directora regional del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas en América Latina y el Caribe: “El planeta se calienta y el clima se desajusta. Las mujeres y hombres de América Latina y el Caribe viven la emergencia climática en primera persona: producir alimentos, transformarlos, transportarlos y poner un plato en la mesa es más difícil en los países donde ocurren fenómenos climáticos extremos a menudo”.

“Las comunidades y los gobiernos de la región avanzan hacia soluciones integrales que abordan la seguridad alimentaria y la nutrición en tiempos de crisis climática. Juntos, buscamos proteger a las personas más vulnerables de los eventos climáticos extremos y crear sistemas alimentarios equitativos y sostenibles que alimentan a América Latina y el Caribe sin destrozarla”.


Rossana Polastri, directora regional de la División de América Latina y el Caribe del FIDA: “Estamos contribuyendo al avance en la lucha contra el hambre, pero las cifras aún superan los niveles previos a la pandemia, lo que demuestra que todavía queda un largo camino por recorrer. Tenemos que redoblar esfuerzos para adaptar los sistemas alimentarios a los efectos del cambio climático, cuyo impacto negativo exacerba la inseguridad alimentaria. Para lograrlo, debemos invertir más en las áreas rurales, de manera que los pequeños productores cuenten con infraestructuras básicas, sistemas de información climática, prácticas agrícolas sostenibles y acceso a productos financieros que les permitan hacer frente a los eventos extremos y a la variabilidad del clima. Además, debemos invertir en las mujeres y en los grupos de población más vulnerables para asegurar que los avances en la reducción del hambre no dejen a nadie atrás”.   

Para reducir el hambre y la inseguridad alimentaria en América Latina y el Caribe, avanzar y alcanzar las metas 2.1 y 2.2 de los ODS —poner fin al hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición para 2030— se requiere un cambio transformador. La evolución y transformación de los sistemas agroalimentarios en las próximas décadas tendrá implicancias para la salud, el bienestar socioeconómico y el medio ambiente (*)

Ver documento completo:

https://openknowledge.fao.org/items/3e53b5ff-ef43-4750-abdc-d1c8410ec855

(*) Referencia: FAO, FIDA, OPS, PMA y UNICEF. 2025. América Latina y el Caribe – Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024: Fomentando la resiliencia frente a la variabilidad del clima y los eventos climáticos extremos para la seguridad alimentaria y la nutrición. Santiago.

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