El llamado edadismo se define por“los estereotipos (cómo pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) hacia las personas en función de su edad”.
Estos peligrosos estereotipos afectan la salud y el bienestar. Pueden ocasionar que un joven no consiga cierta posición laboral por su edad o que a un adulto mayor se le impida el disfrute de algunas actividades por considerarlo anciano.
Esta realidad global da sentido al Informe Mundial sobre el Edadismo (discriminación por edad) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), publicado hoy y desarrollado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH), el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DESA) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
El fenómeno del edadismo ha tenido particular impacto, asociado a la pandemia de covid-19, por cuanto, destaca la OMS, “en algunos contextos, la edad se ha utilizado como único criterio para el acceso a la atención médica, terapias que salvan vidas y para el aislamiento físico”.
«A medida que los países tratan de recuperarse y reconstruirse de la pandemia, no podemos permitir que los estereotipos basados en la edad, los prejuicios y la discriminación limiten las oportunidades para garantizar la salud, el bienestar y la dignidad de las personas en todas partes», dijo el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, citado por la organización.
En este informe, dirigido a responsables de la formulación de políticas, profesionales, investigadores, agencias de desarrollo y miembros del sector privado y de la sociedad civil, se explica que hay tres formas de edadismo: el institucional, interpersonal o autoinfligido.
El edadismo institucional son leyes o normas que “perjudican sistemáticamente a las personas en razón de su edad”.
El interpersonal “surge en las interacciones entre dos o más personas, mientras que el edadismo autoinfligido se produce cuando se interioriza el edadismo y se vuelve contra uno mismo”.
El informe destaca que el edadismo inicia en la infancia y se refuerza al pasar el tiempo.
Hay factores que aumentan el riesgo de ser objeto de edadismo: ser mayores, depender de otros para el cuidado, laborar en sectores de la alta tecnología o la hostelería.
En el caso de los más jóvenes, ser mujer es un factor de riesgo.
El informe advierte, entre otras consecuencias, que en el ámbito de la salud “las personas mayores tienden a quedar excluidos de las actividades de investigación y recopilación de datos”.
En el sector laboral, tanto adultos mayores como jóvenes se encuentran en desventaja.
“En Europa, que es la única región de la que se dispone de datos, una persona de cada tres afirma haber sido objeto de edadismo, y los jóvenes afirman haber percibido más discriminación por edad que otros grupos de edad”, indica el informe.
Consecuencias en la calidad de vida
El informe subraya que en el caso de las personas mayores “el edadismo se asocia con una menor esperanza vida, una salud física y mental más deficiente, una recuperación más lenta de la discapacidad y un deterioro cognitivo” .También aumenta su aislamiento social y su soledad.
En los jóvenes, “puede reducir el compromiso con la entidad para la que trabajan”.
Estrategias y recomendaciones
El informe hace énfasis en tres estrategias para lograr un mundo donde la edad no sea el enemigo a vencer:
Por un lado, Política y legislación, “que aborden la discriminación y la desigualdad por motivos de edad, y el derecho relativo a los derechos humanos”.
Una segunda estrategia se orienta a la intervención educativa, aportando información que genere empatía con el otro y disipe “ideas erróneas sobre los distintos grupos de edad”.
La tercera, las intervenciones de contacto intergeneracional, “que tengan por objeto fomentar la interacción entre personas de distintas generaciones”.
El informe propone invertir en estrategias basadas en pruebas científicas para prevenir y combatir el edadismo.
También en mejorar los datos y las investigaciones para comprender el edadismo y la manera de reducirlo y crear un movimiento orientado a cambiar el discurso con respecto a la edad y el envejecimiento.
El informe es concluyente sobre la responsabilidad colectiva en la tarea de “afrontar y eliminar el edadismo”.
Esto incluye desde gobiernos hasta empresas y a cada uno de los ciudadanos, llamados a que la edad solo sea un número y no el abismo que separa a las sociedades.