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Por: Dra. Gabrielle B. Britton

La autora es investigadora científica en el Centro de Neurociencias del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología de Panamá AIP (Indicasat AIP) e integrante de la Fundación Ciencia en Panamá. Este artículo fue publicado de manera original el 2 de julio, en la sección Opinión del diario La Prensa de Panamá

En Latinoamérica se espera que en 2050 una de cuatro personas tendrá 60 o más años, una realidad que merece mayor atención respecto al bienestar de las personas adultas mayores. En los últimos 100 años la esperanza de vida se ha duplicado a nivel mundial (de 35 a 70 años) gracias a los avances en salud pública y medicina preventiva. Hay más y más personas mayores porque cada vez menos personas están muriendo, no solo en la primera infancia, sino también en todas las edades. Las tasas de mortalidad disminuyeron y, en consecuencia, aumentó la esperanza de vida para todos los grupos de edad.

En Panamá la esperanza de vida para mujeres es de un promedio de 81 años y para los hombres de 78 años, pero al igual que en otros países del mismo nivel de desarrollo, estamos viviendo más años con enfermedades crónicas y discapacidad.

Las ciencias de la salud distinguen entre la esperanza de vida (el total de años con vida) y los años de vida con salud o el total de años que estamos en control de nuestras facultades, tal vez con algunas limitaciones, pero física y mentalmente en control. Una longevidad óptima buscaría extender los años de vida con salud y retrasar el desarrollo de enfermedades crónicas y discapacidad hasta un breve período al final de la vida.

Los determinantes de la salud incluyen la gama de factores conductuales, biológicos, socioeconómicos y ambientales que influyen en el bienestar. Todos estos factores influyen en el envejecimiento saludable.

Algunos de estos, como la genética, no están bajo nuestro control. Otros, como el ejercicio, una dieta saludable, ir al médico regularmente y cuidar nuestra salud mental, están a nuestro alcance, y son importantes impulsores del bienestar. Envejecer bien se logra manteniendo salud física, social, cognitiva, y emocional, y requiere un diálogo continuo y ampliado sobre lo que importa a medida que envejecemos. Además, los hallazgos apuntan a que la educación continua para apoyar un envejecimiento saludable es esencial.

Conocer las características de los estilos de vida y comportamientos necesarios para mejorar las posibilidades de envejecer saludablemente es clave.

  • La salud física constituye el consumo de alimentos nutritivos y la participación en actividades físicas.
  • La salud social abarca la creación y el mantenimiento de una red de personas que enriquecen la vida.
  • La salud cognitiva es la capacidad de pensar y tomar decisiones.
  • Regular las emociones, y en especial, los síntomas de depresión, es esencial para la salud mental.

El envejecimiento saludable requiere que adoptemos y mantengamos comportamientos beneficiosos en estos cuatro ámbitos en todas las etapas de la vida.

Desde una perspectiva de la salud pública es igualmente importante garantizar que las políticas e inversiones que respaldan las oportunidades para una vida saludable sean proactivas y se centren en mejorar las condiciones esenciales para el bienestar de las personas.

Estas consideraciones exigen una perspectiva y conciencia de que el envejecimiento saludable comienza temprano en la vida adulta y no cuando alcanzamos los 60 años. La educación sobre el envejecimiento saludable tampoco debería esperar hasta entonces, y no debería centrarse en las personas mayores de 60 años.

Pese a lo anterior, por muy conscientes que seamos de lo que deberíamos estar haciendo para tener vidas más saludables, convertir acciones como hacer ejercicio regularmente y comer bien en hábitos diarios no es nada fácil, especialmente para personas en condiciones de pobreza y vulnerabilidad.

Existen grandes disparidades en el acceso a condiciones de vida saludables y poca educación respecto a la salud y el envejecimiento.

El simple hecho de promover opciones saludables no eliminará estas y otras disparidades de salud. Hay que repensar el envejecimiento, desde su abordaje en la salud pública, hasta considerar aspectos como la economía de las personas, la educación, el transporte y la vivienda, para mejorar las condiciones en las que vamos a envejecer como país.

El envejecimiento de la población será un factor clave en los próximos años. De no mirarse de forma integral puede incrementar las desigualdades sociales existentes, por lo que se precisa incorporar políticas de salud pública que incrementen los esfuerzos en materia de prevención y educación, para que todas las personas podamos envejecer con bienestar. 

Por: Gabrielle B. Britton La autora es investigadora científica en el Centro de Neurociencias del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología de Panamá AIP (Indicasat AIP) e integrante de la Fundación Ciencia en Panamá. Este artículo fue publicado de manera original el 2 de julio, en la sección Opinión del diario La Prensa de Panamá