Después de una dura semana de trabajo, nada mejor que arrancar el fin de semana con el “viernes cultural”, esa reunión de amigos en las esquinas del barrio presagiando ya el descanso y la fiesta. Esta sección pretende hacer eso, arrancar nuestro fin de semana desde esta esquina virtual con cuentos y poemas de autores panameños para que los conozcan y los disfruten. Así que, ¡feliz fin de semana!, con sabor a literatura panameña de la buena.
Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]
Una lección de Miedo
Reseña por: Pedro Crenes
Para los que en su día leímos Narraciones panameñas (suena lejano, pero no ha perdido su vigencia esa «ofrenda de lecturas»), el cuento Miedo, de Lucas Bárcenas, no nos es ajeno, pero quizás no habíamos reparado en la lectura pedagógica que sobre la escritura de cuentos (cuentos de «miedo») contiene.
Una lección de Miedo
Ya hemos comentado en varias ocasiones que, en general, en Panamá, sufrimos de un enorme problema de género: de género literario. Es más frecuente de lo que se cree leer cuentos y novelas pretendidamente de terror, fantasía, misterio o policial que no lo son por desconocerse los mecanismos que los caracterizan, confundiendo el mero nombrar territorios míticos, invocar fantasmas, o decir que hay un asesinato, como transformadores de género narrativo. Si hay un muerto, policial; si se levanta, de fantasmas; si ocurre en Morkistor el asesinato, es fantasía.
Para los que en su día leímos Narraciones panameñas (suena lejano, pero no ha perdido su vigencia esa «ofrenda de lecturas»), el cuento Miedo, de Lucas Bárcenas, no nos es ajeno, pero quizás no habíamos reparado en la lectura pedagógica que sobre la escritura de cuentos (cuentos de «miedo») contiene. Bárcenas —que era poeta, lector y bibliotecario—, ofreció sin pretenderlo una importante lección de género de terror. Les recomiendo entonces que busquen el cuento en Narraciones panameñas (en Salsipuedes lo encuentran, seguro) y lo lean después.
Miedo arranca como un cuento realista al que inmediatamente le van saliendo aristas de misterio. Un timbre de sospecha suena en la voz del narrador. Un «pero» hace doblar la esquina hacia el terror dentro del cuento, se hace de noche en la mente de José Hilario por las historias de «fantasmas y aparecidos» que su padrino Isaías le refería, transformando la oralidad interiorana como generador de una predisposición (fundamental en el género) del ánimo para entrar en el juego («Y se llenó de miedo», dice del protagonista el narrador).
Las consecuencias del miedo en José Hilario son tan intensas que la tragedia que cierra el cuento, inesperada y precedida de un enorme esfuerzo narrativo de concreción (suspense), que construye el resorte perfecto para que la última línea libere nuestro miedo/sorpresa, es digno de los mejores maestros del género. Todo esto en apenas tres páginas y media y en una atmósfera rural. Miedo dentro del miedo y transformación de lo cotidiano y anodino en motivo de terror.
Fernando Valls, en un valioso prólogo a Cuentos de terror (Grijalbo, 1989), dentro de la colección El espejo de tinta (en homenaje a Borges), afirma que (y yo lo veo igual en nuestro medio) «Nuestra cultura se sigue moviendo en unas condiciones tan precarias que, como el manoseado perro de Pavlov, solo responde a reflejos condicionados», y el reflejo, en vez de ser la tradición y el repaso de los grandes del género, responde más a una huida de las «reglas o técnicas» que parecen ser más evidentes en el «realismo» (sea lo que sea eso), pero que se pueden saltar de aquí y de allá en nuestro autogenerado género de terror, soltando un fantasma, agregando un disparatado sueño, o invocando a los ángeles de la oscuridad.
Otro tanto hizo en su día Tristán Solarte con El ahogado, toda una lección de novela para los recién llegados, en la que el autor le da una vuelta de enfoque al mito de la Tulivieja, y construye un nuevo miedo mientras nos sumerge en una brillante reflexión sobre la belleza, el arte, el bien y el mal. Tanto Bárcenas como Solarte, demuestran que la lectura transforma los mimbres de los que dispone un escritor en ciernes para el beneficio de su arte. La lectura, ese mal que evitan algunos.
Hay un buen grupo, pequeño, de escritores que están cultivando estos géneros con muy buenos resultados. Otros se quejan de que no se entienden estos «nuevos géneros» o la manera personal con la que los abordan, pero la verdad es que siempre se han entendido. No recuerdan que el género fantástico es, en español, el que mejor practicaron Cortázar y Borges, y que en un texto como Narraciones panameñas ha puesto delante de los lectores desde hace años. Leer para atrás, hacia la tradición, nos catapulta hacia adelante sobre cualquier género: los resortes se hacen visibles, se produce pedagogía narrativa, y la lectura es más sabrosa y la escritura más eficiente.
«De entre unas sábanas sacaron también, cerca de él, el cuerpo de su amigo…», les dejo el final sostenido en intriga para que busquen la lección. Y de ñapa, un microrrelato de miedo del maestro mexicano Juan José Arreola:
Cuento de horror:
La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de las apariciones.
Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña | [email protected]
Pedro Crenes Castro (Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.