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Imagen: Arlen Siu Daza

Por: Hisvet Fernández

Hisvet Fernández es psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara. 
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@psicohisvetfernandez

Toda la vida es interpretada a través de las “versiones” que nos hacemos de ella y de cómo la interpretamos desde el influjo de nuestras emociones y del contexto de nuestra realidad. Las emociones nacen de nuestro cerebro, es allí donde tiene lugar su origen, son reacciones químicas que causan reacciones físicas, unas internas ocultas y otras palpables a la vista de quienes nos rodean.

Como el rubor o palidez en la piel, incremento de la frecuencia cardíaca, cambios en la tensión arterial, respiraciones profundas o agitadas, muecas, cambios digestivos como náuseas, vómitos, diarreas, estreñimiento, escalofríos, en general cambios en todo nuestro cuerpo y sus funciones. Las Emociones nos acompañan de manera fugaz o duradera en el tiempo: por días, meses o años.

Tienen sus estímulos o acicates; internos, propios del ciclo natural de las emociones y provenientes de nuestra mente o pensamiento o externos, cuando provienen desde nuestro entorno ambiental y relacional. En este caso se establecen lazos psicológicos entre estímulos externos y emociones, durante el transcurso de la vida.

La existencia de las emociones está relacionada con la formación de neurotransmisores y estos necesitan alimentos específicos para su síntesis.

Podemos alimentar nuestras emociones con pensamientos e ideas y también con la ingesta de alimentos específicos que catalizan la síntesis de los neuro-trasmisores que están en la base de estas. Necesitamos conocer cómo funciona este complejo proceso de nuestras Emociones, que representa la unidad dialéctica perfecta del cuerpo y la mente humana.

Somos unidades bio-psico-sociales indivisibles y las emociones son una muestra perfecta de esta unidad. Nuestro cerebro es el centro de nuestras emociones, en combinación con nuestro sistema nervioso periférico y muscular, y estas representan, a la vez, un complejo proceso mental.

Nuestro organismo, es un sistema articulado con un órgano de control central que dirige todo el resto de los sub-sistemas y ese director es nuestro cerebro. Órgano físico que está constituido por la materia más altamente organizada de la Naturaleza como es la corteza cerebral.

Entre los muchos neuro-transmisores tenemos: la acetilcolina, el glutamato, la glicina, la serotonina, la dopamina, la noradrenalina, la adrenalina e histamina. Todos se producen en nuestro cuerpo a partir de sustancias obtenidas de la alimentación.

Cuando nuestra alimentación es pobre en las sustancias necesarias para la síntesis de determinado transmisor la emoción que depende de ese transmisor, se torna consecuentemente más débil.

Como lo señalan Víctor Daniel Gil Vera y Juan Diego Betancur Arias en su trabajo de investigación:  Alimentación y química cerebral, un análisis relacional presentado en XXI Encuentro Nacional de Investigación 2018 en Colombia, “Los resultados permiten concluir que existe una relación directa entre ambos, las dietas basadas en alimentos con un gran componente químico y calórico se convierten en factores de riesgo para la salud mental y física. Por su parte, dietas basadas en vitaminas y minerales ayudan considerablemente a contrarrestar la aparición de enfermedades” (1)

De allí la importancia de conocer los alimentos que necesitamos para garantizar la síntesis de estos neuro-trasmisores y cómo se fabrican las enzimas o sustancias que posibilitan y aceleran determinadas reacciones químicas, dentro de las células nerviosas. Son muchas las emociones humanas pero cuatro son las básicas: felicidad, abatimiento, tristeza e ira, a cada una le corresponde un transmisor básico: serotonina, dopamina, noradrenalina y GABA.

Todos los estudios sobre Nutrición nos indican que debemos consumir una alimentación variada que incluya toda clase de alimentos. Algunas dietas privilegian unos tipos de alimentos e incluso eliminan otros, de manera total, grave error, ya que la regeneración y renovación que experimenta a diario nuestro cuerpo, lo que incluye a nuestro cerebro, exige una alimentación variada, que tenga las sustancias que catalizan y garantizan la síntesis de todos los neuro-trasmisores asociados con las emociones.

El subdirector de investigación de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, Diego Redolar, ha afirmado que existen diferentes regiones cerebrales se activan cuando algo nos gusta porque supone un estímulo que nos gratifica y activa el sustrato nervioso del refuerzo.

Por su parte, Marta Calderero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, explica que: ”hay una relación muy directa entre emociones e ingesta”…“las investigaciones muestran que la adicción a los alimentos altamente apetecibles se ve muy afectada por la impulsividad y el estado de ánimo”… (2)

Por ejemplo, la grasa buena al igual que los alimentos que aportan fibra como los granos integrales y algunos vegetales, son necesarios para trasportar los nutrientes y vitaminas para que las mitocondrias celulares y las neuronas puedan absorber esos nutrientes y para que en el intestino florezcan bacterias buenas y sean absorbidas, propiciando el bienestar general del organismo (3).

De igual manera, los hidratos de carbono, preferiblemente no procesados, facilitan la producción de serotonina en el cerebro y con ello del sentimiento de felicidad. De allí que las dietas 100% proteicas y libres totalmente de carbohidratos naturales, afectarán el ánimo de quienes las consumen. El neurotransmisor del sentimiento de felicidad es la serotonina, su concentración en el cerebro aumenta con el consumo de carbohidratos y disminuye, peligrosamente, al faltar estos de la dieta de manera absoluta.

Nuestro cuerpo y nuestro cerebro necesitan que junto a las proteínas estén todos los demás nutrientes, grasas e hidratos de carbono en la proporción recomendada y en los horarios adecuados. Siempre respetando las particularidades de cada quien y sus condiciones particulares, para elaborar dietas apropiadas y sanadoras.

Las vitaminas y los minerales son necesarios, porque con su ayuda se elaboran y aprovechan las proteínas, los hidratos de carbono y las grasas mediante procesos químicos y necesitamos agua en cantidades adecuadas para que pueda cumplir su función protectora: de limpiar y descontaminar el cuerpo.

Es así como debemos tener en cuenta, al plantearnos una manera de alimentarnos que debemos consumir alimentos que contengan materias primas para la producción de las enzimas que estimulan los neuro-trasmisores que nos garantizan un cerebro sano, base física de nuestras emociones y de nuestra salud mental y corporal:  ningún alimento por sí solo puede garantizar una buena salud cerebral, es la combinación de alimentos saludables lo que puede proteger el cerebro.

Referencias:

También consultado “Comida para las Emociones” de Sandi Krstinihttps://www.lsf.com.ar/E-book/9788433036391/Comida+Para+Las+Emociones

Por: Hisvet Fernández