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Por: Dr. José L. Cevallos G. MD, PhD

El Dr. José L. Cevallos MD, PhD es Médico Cirujano egresado de la Universidad Central de Venezuela (1963). Médico Especialista en Medicina Interna, UCV (1968). Médico Especialista en Endocrinología, Harvard Medical School of Medicine, Boston, USA (1971). Doctor en Ciencias Médicas (PhD), UCV (2003). Director del Laboratorio de Investigaciones Clínicas de la Facultad de Medicina, UCV (1975-presente)

La patología endocrina más frecuente, después de la Diabetes Mellitus, es la tiroidea y dentro de estas, las de naturaleza inmunológica: La Tiroiditis Crónica (TC) o de Hashimoto y la Enfermedad de Graves (EG), las cuales determinan cambios en la función tiroidea: hipotiroidismo en la primera e hipertiroidismo en  la segunda.

La Tiroiditis Crónica es más frecuente en la mujer que en el hombre, en una proporción de hasta 7/1, es de curso muy lento y suele iniciarse en forma silente (sin alteraciones funcionales) alrededor de la segunda década de vida, y el hipotiroidismo que fatalmente causa, se manifiesta por lo general alrededor de la cuarta o quinta décadas, coincidiendo en muchos casos con la menopausia, y en otros es de aparición más tardía, cercana a la senectud.

En ambas situaciones, la paciente suele atribuir el malestar propio del hipotiroidismo, que describiremos mas adelante, con los de la menopausia, o con los del envejecimiento tanto en el hombre, como en la mujer.

No es infrecuente también que el proceso inflamatorio crónico de la tiroides (T), sea el causante del antiguamente llamado bocio (aumento de tamaño de la T) de la adolescencia, o que incluso sea una de las causas de infertilidad femenina o de abortos frecuentes. De allí que en ambas situaciones, debe descartarse ante todo un hipotiroidismo subclínico.

El hipotiroidismo causado por la TC, es de instalación lenta en términos de años, con tendencia a aumentar de peso, de palidez y edema facial, engrosamiento de la lengua  enronquecimiento de la voz, cansancio vespertino sobre todo, pesadez intelectual, constipación crónica, trastornos menstruales, intolerancia al frío y de existir un terreno favorable: Depresión en grados variables. La T tiende a reducirse de tamaño notoriamente.

El hipertiroidismo de la EG, es por el contrario de instalación rápida en meses, caracterizado por un bocio difuso de gran tamaño por lo general, pérdida de peso, a pesar de un apetito aumentado, calor, piel caliente y sudoración profusa, múltiples evacuaciones al día, temblor fino de las extremidades, palpitaciones frecuentes, grados variables de exoftalmos (protrusión ocular), trastornos menstruales, pensamiento acelerado, irritabilidad, pudiendo llegar en casos extremos y de existir un terreno favorable  a estados paranoides o esquizoides.

 El diagnóstico en la TC se puede confirmar mediante el ultrasonido T, que presenta un patrón característico, detección de anticuerpos específicos y disminución de la tiroxina Libre y aumento de la TSH en sangre. Una punción de la T pudiera indicarse en caso de duda.

Hay que recordar que la evolución de esta entidad es irreversible, por lo que requiere tratamiento sustitutivo con tiroxina por vía oral de por vida.

El diagnóstico de la EG se puede confirmar igualmente mediante ecosonograma T y las mismas pruebas sanguíneas, que arrojarán un resultado inverso, con algunos anticuerpos específicos de esta entidad.

El tratamiento varía con la edad de aparición del proceso, debe ser conservador con drogas antitiroideas en los jóvenes y pudiera ser agresivo en el adulto mediante cirugía o yodo radiactivo, en cuyo caso el objetivo es destruir la tiroides para que deje de funcionar, y una vez logrado el hipotiroidismo definitivo resultante, instaurar tratamiento sustitutivo con tiroxina, de por vida igualmente.

Por: Dr. José L. Cevallos G. MD, PhD