fbpx

Después de una dura semana de trabajo, nada mejor que arrancar el fin de semana con el “viernes cultural”, esa reunión de amigos en las esquinas del barrio presagiando ya el descanso y la fiesta. Esta sección pretende hacer eso, arrancar nuestro fin de semana desde esta esquina virtual con cuentos y poemas de autores panameños para que los conozcan y los disfruten. Así que, ¡feliz fin de semana!, con sabor a literatura panameña de la buena.

Pedro Crenes Castro, coordinador del Viernes Cultural: Literatura Panameña [email protected]

Cuentos de Arabelle Jaramillo

Arabelle Jaramillo


Arabelle Jaramillo (México D.F, 1978), es una escritora panameña que va dando sus primeros pasos en el oficio de escribir. Cuentos suyos aparecen en revistas y antologías panameñas. Impacta su capacidad para crear, en un muy breve espacio, la atmósfera precisa sobre la que dibujar la condición humana en sus distintas manifestaciones.

Nieve bajo el puente

Llorando de soledad, esa soledad que duele hasta los huesos, esa de la que todos podemos ser presa. Siempre llorando… Siempre doliendo…

Los rincones de mis huesos rotos tratando de sobrevivir otro frío invierno cubierta de cartones mojados por la nieve el derretirse.

Mis pensamientos me acechan cada vez que la siento cerca…

—Te has convertido en mi sombra, ya no te soporto más.

            —¡No entiendes nada!

Publicidad

            —¡Claro que lo entiendo, lo vivo a diario, me tienes harta!

            —No es mi culpa, ¿o sí?

            —Ese fétido olor, la acidez con la que respiras, tu mirada perdida, ¡no te soporto!

            —Pero…

—Nunca te pedí que te fueras, pero ahora te lo imploro.

            —Si tan solo te escucharas, si simplemente escucharas…

—Fue tu decisión, tu elegiste esa vida.

            —Déjame explicarte, nunca te pude decir la verdad, tuve que entregarte, era eso o morir…

—¡Me vendiste! Has vivido una vida llena de lujos gracias a eso, me arrancaste todo, nunca he tenido identidad.

Teniendo el mundo a mis pies, cubro mi cuerpo con el cálido abrigo a rayas de la última pasarela. Cada rincón de mí lleva el brillo de un lujo absurdo y placentero, el mismo que me hace recordar por qué ahora, que debo vivir a la sombra de mi pequeña bastarda sin gloria, la culpa siempre nos persigue. Nos llega como una maldición y nos escupe en la cara. Ahora imploro perdón, pero estoy perdida, solo soy un despojo, un híbrido entre dos mundos igual de nauseabundos… Aún conservo mi primer tesoro, ese por el que te vendí con tanto gozo, solo que ahora me quema, está maldito… ¡Yo estoy maldita!

—Era tu vida, vendiendo la mía. ¡Tenía que salvarte! Era muy joven, ¡perdóname, hija! No te niego, lo he tenido todo, pero no te tengo a ti… Soy solo una sombra bajo el puente.

—Es tarde, madre, mi vida acaba aquí bajo la nieve del invierno más frío y más solo que mi cuerpo jamás sintió, junto a ti y tu absurdo abrigo a rayas.

Miniaturas

Escuchó ruiditos en miniatura. De esos que una escucha cuando hay un absoluto. Susurros, voces, susurros, voces… risitas… La niña, metida hasta el fondo del clóset, luz apagada, personajes y utensilios listos. Poco a poco iban cayendo desgajados, los que para Loretta eran pedazos sucios que me decían castigo. —Eres horrible, te odio— les susurraba. Con aquel pelador de fruta la niña sometía a sus muñecas, las limpiaba, están impuras, solía decirle a su hermano mientras él la observaba. Siempre lo hacía en silencio, pero esta noche sería diferente. Ella susurraba —Eres una niña horrible está sucia sonríe o te arranco los dientes. Péinate o te quedas sin pelo. Siempre das asco—. Poco a poco ese monólogo avanzó, y los pedazos de piel plastificada caían al piso y se revolvían con cabello de diferentes colores. A este paso las muñecas de Loretta estaban deformes, infelices y acabadas. De pronto, y antes de que la madre abría la puerta en la oscuridad, y comenzara el terror de las lágrimas y los insultos… hizo una pausa. Notó que sus pies estaban húmedos justo antes de llegar al closet de donde provenían los ruiditos en miniatura. Prendiendo la luz gritaba… —Loretta, chiquilla endemoniada. ¿Qué haces despierta a estas horas?, por eso nadie te quiere, por rara, pero te voy a dar, ya verás… Te arrancaré los dientes para que te calles—. Se prende la luz, mientras la humedad de sus pies se pinta de rojo, y descubre a Loretta pelando a su nueva muñeca. Risas, susurros, voces… —Te dije que te dejaría jugar a las muñecas, ¡ves…! Ahora ya estás limpio— le susurra a su hermano mientras remueve la almohadita sobre su ya pelada cara…

Tomados de El loco y otros breves textos emergentes.

Coordinador del Viernes Cultural Literatura Panameña:
Pedro Crenes Castro

[email protected]
(Panamá, 1972), es escritor. Columnista y colaborador en varios medios panameños y españoles. Ha ganado dos veces el premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá y dicta talleres literarios. Vive en España desde el año 1990.