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Cortesía ICGES

Tamara Del Moral
[email protected]

Publicado de manera original en la revista Imagina de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt)

El Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (ICGES) ha tenido un rol protagónico en la historia de la investigación biomédica en Panamá y ahora, en la respuesta a la pandemia por COVID-19.

Con este laboratorio estaremos mejor preparados para enfrentar los retos de las enfermedades contagiosas de nuestro país y para apoyar a Centroamérica en situaciones de crisis de salud pública”, decía en el año 2010 el entonces director del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (ICGES), Dr. Néstor Sosa, durante el acto en el cual se presentó a los medios el nuevo laboratorio de contención BSL3.

Diez años después, los científicos trabajan en ese laboratorio aislando y secuenciando el SARS-CoV-2, un virus emergente de fácil transmisión entre humanos y causante de la pandemia de COVID-19.

Al principio de la pandemia en Panamá, el ICGES fue responsable del diagnóstico a nivel nacional y colaboró en la descentralización de la prueba para que otros laboratorios se sumaran a esta tarea.

Sus investigadores han identificado los diferentes linajes que circulan en el país para trazar las rutas o la movilización que ha tenido el virus desde que se detectó por primera vez en Panamá, y algunos adelantan otros proyectos de investigación.

“La capacidad de hacer el trabajo que está haciendo el Instituto Gorgas con este y otros virus tiene que ver mucho con la disciplina que ha tenido en su historia, ligada a los estadounidenses, y la rigurosidad al aplicar el método científico”, expresa el Dr. Jorge Motta, cardiólogo, investigador, exdirector del ICGES y ex secretario Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación de Panamá.

“Las áreas más fuertes del Instituto Gorgas siempre han sido entomología (estudio de insectos), malaria y arbovirología (estudio de los virus transmitidos por artrópodos).

Eso ha contribuido a que puedan trabajar en muchos virus, y cuando llegó el momento de trabajar en influenza, se pudo hacer en 2006 y 2009, se tenía el equipo, las mentes y el personal”.

Un país ideal para estudiar virus

Por el año 1816, la fiebre amarilla azotaba al istmo de Panamá. En 1840 hubo una epidemia de viruela. Y entre 1848 y 1849 ocurrió la primera pandemia de cólera.

La fiebre amarilla causó miles de muertes en la ciudad de Panamá para 1863, y durante la construcción del Canal francés, las epidemias de cólera y fiebre amarilla no cesaban. Sin embargo, la investigación biomédica en el país no vio la luz hasta la primera mitad del siglo XX, impulsada por investigadores extranjeros.

Según explica el Dr. Motta, la mayoría de las investigaciones biomédicas en el primer cuarto del siglo XX se dieron en los Laboratorios de Salud del Hospital de Ancón y estos se centraron en investigaciones sobre enfermedades infecciosas, especialmente la malaria.

En menor escala, también se hicieron investigaciones biomédicas en el antiguo Hospital Santo Tomás, en el Hospital de la Punta (en Bocas del Toro) y en la clínica Herrick, que más tarde se convertiría en el Hospital Panamá.

En 1928 se fundó en la ciudad de Panamá el Laboratorio Conmemorativo Gorgas (LCG), enfocado en la medicina tropical y enfermedades infecciosas.

“Se sabía que en Panamá había un gran campo para estudiar los arbovirus (virus transmitidos por artrópodos)”, menciona el Dr. Motta.

“El gran arbovirus fue el de la fiebre amarilla, enfermedad que se había controlada al principio del siglo, y que resurgió a finales de la década de 1940. Fue un brote que salió del bosque, en un ciclo selvático entre primates y humanos”, añade.

El estudio de los virus implica conocer sus características, efectos, origen, distribución geográfica, evolución en el tiempo (mutaciones), las formas de transmisión, cómo hacer mejores diagnósticos y tratar de encontrar tratamientos curativos o preventivos (vacunas).

El Dr. Motta rememora personajes quizás poco conocidos por la mayoría, pero que aportaron con su formación y técnicas de alta calidad al conocimiento científico y biomédico en Panamá, especialmente en el campo de la virología.

Menciona, por ejemplo, al Dr. Karl M. Johnson, doctor en medicina y virólogo que dirigió el laboratorio de investigación médica de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, conocido como Middle America Research Unit (MARU, por sus siglas en inglés) en la década de 1950 y estudió los agentes causantes de fiebres hemorrágicas.

“Él fue uno de los que aisló, en los Centros de Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), el virus de ébola y el virus hanta relacionado a nuestro hantavirus, entre otros”, relata el Dr. Motta.

También destaca al investigador Julio Cisneros, quien vino desde Bolivia para un entrenamiento sobre virus en 1964 y trabajó en el ICGES por 35 años estudiando virus como dengue, encefalitis equina venezolana, sarampión, rubéola, hanta, influenza y otros.

“Cisneros no tenía maestrías ni doctorados, pero es un virólogo empírico fantástico”, cuenta el Dr. Motta.

Históricamente, en el campo de la virología, una vasta mayoría de investigadores en Panamá han sido mujeres, como la Dra. Enid Rodaniche, Bedsy Dutary, Pauline Peralta, Evelia Quiroz, Mariana García y la Dra. Sandra López Vergès, comenta el Dr. Motta.

Enid Rodaniche fue la primera mujer investigadora y científica que trabajó en virología en el LCG a partir de 1947. Dirigió el laboratorio donde se estudiaban enfermedades causadas por virus y rickettsias (bacterias). Estudió la poliomielitis, fiebre amarilla selvática, encefalitis, toxoplasmosis y los arbovirus en general.

Fue, además, la primera profesora de microbiología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Panamá.

La Dra. Bedsy Dutary realizó investigaciones en medicina tropical sobre los virus de fiebre amarilla, dengue, Gamboa, Oropouche y encefalitis.

Pauline Huntington Peralta, doctora en Química, laboró como viróloga en el MARU, que se estableció en 1957 en la antigua Zona del Canal.

Para 1975, la Dra. Peralta se había trasladado al Gorgas. Su legado abarca estudios sobre el virus de la estomatitis vesicular, virus de influenza humana, de encefalitis equina del este y de encefalitis equina venezolana, además de la transmisión transovárica del virus Gamboa en mosquitos del género Aedeomyia.

Entre 1978 y 1990, Evelia Quiroz fue investigadora adjunta en virología en el LCG, que era administrado por los Estados Unidos y posteriormente, cuando el laboratorio pasó a manos del Ministerio de Salud de Panamá (MINSA) y cambió su nombre, Quiroz fue jefa del laboratorio de virología, donde lideró el diagnóstico virológico y serológico del dengue desde la reemergencia del virus en Panamá en 1993, y también la respuesta a brotes epidémicos, como hanta, dengue, sarampión, rubéola e influenza.

Pero el ICGES, que hoy es un protagonista en la batalla contra COVID-19, también ha pasado sus malas épocas.


En la década de 1980, el Laboratorio Gorgas empezó a tener problemas económicos. Para los años 1989 y 1990, el financiamiento de los Estados Unidos cesó. Con la salida de los investigadores estadounidenses, casi todos los proyectos de investigación fueron cancelados o finalizados.

Cuando empezaron los problemas financieros, se trató de internacionalizar el instituto para que otros países aportaran fondos, pero eso no ocurrió. “Nadie estaba dispuesto a poner un centavo”, expresa el Dr. Motta.


En 1990 el LCG fue traspasado al gobierno de Panamá como una unidad de investigación del Ministerio de Salud (MINSA). Los recursos eran escasos.

“Fueron muy duros con el Gorgas. La investigación se redujo, pero mantuvo su calidad. La Dra. Evelia Quiroz mantuvo un laboratorio maltrecho, pero con mucha calidad y disciplina, y a pesar de las vicisitudes, trabajó en rubéola y dengue”, relata el Dr. Motta.

En 1997 el laboratorio cambió su nombre al actual, posteriormente se anexa el Laboratorio Central de Referencia en Salud Pública y en 2004, el ICGES se convirtió en una institución descentralizada. “Eso marcó un cambio, un punto de inflexión. De ese tiempo, tengo que resaltar la labor del Dr. Blas Armién, quien había sido director del Gorgas”.

Ante la posibilidad de una epidemia de influenza en 2006, el ICGES recibió una subvención del Departamento de Salud de Estados Unidos y se mejoró y actualizó el laboratorio de virología.

Esto coincidió con otro financiamiento a Centroamérica para trabajar en el virus de VIH, y el ICGES se convirtió en el laboratorio de referencia.

“Estas dos avenidas de fondos o financiamiento fortalecieron mucho el equipamiento de los laboratorios y en el año 2010, se pudo hacer finalmente una realidad el laboratorio de bioseguridad de nivel 3”, detalla el Dr. Motta.

“Los jóvenes han contribuido al resurgimiento del ICGES. En el área de virología venimos de una estirpe de gente muy bien formada, personas que llegaron a mejorar las técnicas de laboratorio, como Mariana García, hasta el presente, con personas con capacidades de investigación como la Dra. Sandra López Vergès.

Por eso, el Instituto Conmemorativo Gorgas ha seguido con su trayectoria. Pese a sus caídas en financiamiento, ha sabido mantener ese espíritu de los que precedieron

El ICGES ante COVID-19

Actualmente, investigadores del ICGES realizan análisis genómicos y de las diferentes cadenas de transmisión del SARS-CoV-2 en la población.

Producto de algunas convocatorias para proyectos de investigación (de la SENACYT y otras internacionales), los científicos van a estudiar la seroprevalencia, nuevas técnicas de diagnóstico, la respuesta del sistema inmune durante la infección, la eficacia de anticuerpos generados por personas que sobrevivieron de COVID-19 para neutralizar o inhibir el virus, y tratarán de identificar biomarcadores asociados con la severidad de COVID-19.

“En muchos de estos estudios se colabora con otros países, como el trabajo del genoma del virus, con Oxford (Reino Unido) y se va a va a trabajar con Costa Rica, Guatemala y El Salvador, para comparar los virus que circulan en Panamá con otros en la región”, explica la Dra. Sandra López Vergès, investigadora senior en salud y jefa encargada del Departamento de Virología del ICGES.

Panamá, a través del ICGES, también participa en uno de los estudios clínicos internacionales, llamado Solidaridad, en busca de tratamientos efectivos contra COVID-19.

El Dr. Motta añade que sería apropiado incluir también estudios sociológicos de cómo experimentan esta pandemia y las medidas de cuarentena y protección, los distintos estratos sociales en Panamá.

“Tenemos un Instituto Gorgas que se ha mantenido por meritocracia y está dando respuesta en este momento.

El ICGES tiene planes para expandirse y tener nuevos laboratorios, es algo que los tomadores de decisiones y quienes manejan presupuestos deben atender. Hay una gran cantidad de gente muy bien formada, jóvenes con muchas ganas de hacer cosas y no dudo de que, si se les da el apoyo, el Instituto Conmemorativo Gorgas seguirá creciendo y aportando de una manera espectacular”.

Tamara Del Moral
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Publicado de manera original en la revista Imagina de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt)