La Asociación Americana del Corazón (AHA) y la Iniciativa Renal Global (KDIGO), recomiendan realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana
Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI | Miembro de CENCAM y ISNi3C

La Dra. Karen Courville es egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Realizó estudios en Medicina Interna y Nefrología en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo A. Madrid. Tiene un Fellow en Investigación Renal del Instituto Mario Negri en Bérgamo, Italia. Investigadora del Instituto de Ciencias Médicas de Las Tablas. Miembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI
El ejercicio físico es un pilar fundamental en la prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares. Sus beneficios son múltiples y abarcan desde la mejora de la función cardíaca y la reducción de la presión arterial hasta la disminución del colesterol malo y el aumento del colesterol bueno.
Se considera ejercicio cardiovascular cualquier actividad física que eleve el ritmo cardíaco y la respiración durante un periodo prolongado. Por ejemplo, se considera ejercicio aeróbico a correr, nadar, andar en bicicleta, bailar, etc.; y se considera ejercicio de tonificación o fuerza, al levantar pesas, hacer flexiones, sentadillas, etc.
La Asociación Americana del Corazón (AHA) y la Iniciativa Renal Global (KDIGO), recomiendan realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana (como caminar a paso ligero) o 75 minutos de actividad física vigorosa (como correr) para la mayoría de los adultos. Estas recomendaciones pueden variar dependiendo de la edad, el estado de salud y las capacidades físicas individuales.
Beneficios del ejercicio en diferentes enfermedades cardiovasculares

El ejercicio regular es una herramienta poderosa para mejorar la salud cardiovascular y combatir enfermedades. Dependiendo de la enfermedad, los estudios han demostrado de manera positiva, que influencia tienen.
En el paciente con hipertensión, el ejercicio ayuda a reducir la presión arterial al relajar los vasos sanguíneos y mejorar la función cardíaca. En la enfermedad coronaria, reduce el riesgo de ataques cardíacos al mejorar el flujo sanguíneo al corazón y fortalecer el músculo cardíaco. En la insuficiencia cardíaca, mejora la capacidad del corazón para bombear sangre, aliviando los síntomas y mejorando la calidad de vida; y en pacientes con arritmias, ayuda a regular el ritmo cardíaco y puede reducir la frecuencia de episodios arrítmicos.
¿Cómo funciona el ejercicio para mejorar la salud cardiovascular?
El ejercicio aumenta el flujo sanguíneo, lo que ayuda a transportar oxígeno y nutrientes a los tejidos y a eliminar los desechos, por lo que mejora la circulación. Además, fortalece el corazón, haciendo la contracción muscular más eficiente.
Metabólicamente, aumenta el colesterol bueno (HDL), elevando los niveles de HDL, que ayuda a eliminar el colesterol malo de las arterias, y disminuye el colesterol malo (LDL) reduciendo los niveles de LDL, que se acumula en las arterias y puede obstruir el flujo sanguíneo. Ayuda a controlar el peso, ya que quema calorías lo cual es esencial para la salud cardiovascular.
¿Cómo varían las recomendaciones según la edad, sexo y enfermedades crónicas?

Los adultos mayores pueden necesitar ajustar la intensidad y duración del ejercicio, pero la actividad física sigue siendo esencial para mantener la salud cardiovascular.
En cuanto al sexo, aunque las recomendaciones generales son similares para hombres y mujeres, las necesidades específicas pueden variar debido a diferencias fisiológicas y hormonales.
Las personas con enfermedades crónicas, como diabetes, hipertensión o enfermedad renal crónica (ERC), deben consultar a su médico antes de iniciar cualquier programa de ejercicios y adaptar las recomendaciones según sus condiciones. Sin embargo, de no tener contraindicación, estos pacientes pueden beneficiarse enormemente del ejercicio, pero deben tomar ciertas precauciones para garantizar su seguridad.
Es importante controlar la presión arterial antes, durante y después del ejercicio, realizando un ejercicio suave y evitando el ejercicio intenso. Es importante prestar atención a las señales del cuerpo y detenerse si se siente dolor o malestar. Los ejercicios de bajo impacto, como caminar, nadar y andar en bicicleta, suelen ser más seguros para las personas con ERC.
Se han podido identificar algunos beneficios del ejercicio en personas con ERC, como que mejora la calidad de vida, ya que aumentan la energía, el estado de ánimo y la autoestima; reduce la fatiga crónica asociada a la ERC; fortalece los músculos y previene la pérdida muscular y mejora la función física, ya que reduce la inflamación y contribuye a mantener la presión arterial bajo control.
Ejercicio en hemodiálisis

Hay algunos tipos de ejercicio que se pueden realizar de manera segura durante la sesión de hemodiálisis. Los ejercicios isométricos (contraer los músculos sin movimiento) de brazos y piernas aumenta el flujo sanguíneo hacia los músculos, lo que puede mejorar la eficiencia de la diálisis, la eliminación de toxinas y líquidos. Entre sesiones se puede caminar, manejar bicicleta estática, hacer yoga en la silla o ejercicios de relajación.
Es fundamental que los pacientes en hemodiálisis consulten a su médico antes de iniciar cualquier programa de ejercicios y realicen las actividades bajo supervisión. El tipo y la intensidad del ejercicio deben adaptarse a las condiciones individuales de cada paciente.
Ejercicio: poco, mucho, o nada.
El ejercicio es un componente esencial de un estilo de vida saludable y puede tener un impacto significativo en la prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares, incluso en pacientes con enfermedades crónicas como la enfermedad renal crónica. Es importante adaptar el programa de ejercicios a las necesidades individuales de cada persona y consultar a un profesional de la salud para obtener orientación personalizada. ¡El ejercicio es salud!
Por: Dra. Karen Courville, FACP, SNI | Miembro de CENCAM y ISNi3C