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Varios diagnósticos recientes del propio Centro Nacional de Competitividad revelan una paradoja: hay conciencia del valor transformador de la IA, pero aún no se ha traducido en políticas públicas robustas

Por: Dr. Carlos Boya

El autor es ingeniero y Doctor en Ingeniería Eléctrica, Electrónica e Inteligencia Artificial. Es docente en el ITSE e investigador del Centro de Investigación e Innovación Educativa, Ciencia y Tecnología (CIIECYT-AIP). Tiene amplia experiencia en diseño electrónico y aplicaciones en Ingeniería.

En los últimos años, la Inteligencia Artificial (IA) ha dejado de ser un tema reservado a círculos científicos o tecnológicos para irrumpir en el centro de la vida cotidiana. Con el avance de modelos generativos como ChatGPT, el surgimiento de aplicaciones médicas, educativas, legales y gubernamentales, y la creciente presencia de algoritmos en decisiones públicas y privadas, el mundo vive una revolución digital sin precedentes.

La IA ya no es una promesa futura: es una realidad presente que redefine cómo aprendemos, producimos, gobernamos y competimos. Países de todos los niveles de desarrollo están ajustando sus políticas de ciencia, tecnología e innovación para no quedarse rezagados en la carrera por la competitividad digital. La adopción estratégica de tecnologías emergentes –como el aprendizaje automático (Machine Learning), la automatización inteligente, el análisis de datos masivos (Big Data) o la robótica– puede determinar qué países liderarán la economía del siglo XXI.

En América Latina, algunas naciones como Uruguay, Brasil, México y Colombia ya han dado pasos firmes con estrategias nacionales, incentivos a la investigación aplicada y creación de ecosistemas tecnológicos. Mientras tanto, Panamá observa desde la barrera, con avances incipientes, pero aún sin una visión integral.

Varios diagnósticos recientes del propio Centro Nacional de Competitividad revelan una paradoja: hay conciencia del valor transformador de la IA, pero aún no se ha traducido en políticas públicas robustas, inversión sostenida ni programas de formación a escala.

La pregunta, entonces, no es si la IA cambiará el modelo de desarrollo. Eso ya está ocurriendo. La pregunta real –y urgente– es:

¿Está Panamá preparado para enfrentar –y sobre todo aprovechar– la transformación que impone la IA?

¿Por qué importa la IA para el desarrollo y la productividad de un país?

La IA es mucho más que una tecnología de moda: es un catalizador estructural del desarrollo económico y social. En sectores como la salud, la educación, la energía o la logística, la IA permite automatizar procesos, reducir errores humanos, predecir comportamientos y optimizar recursos de forma inédita. Pero su verdadero poder reside en su capacidad para aumentar la productividad, un indicador que en América Latina –y en Panamá especialmente– lleva años estancado.

Estudios recientes estiman que, si la región adopta tecnologías de IA de forma intensiva durante la próxima década, podría duplicar su tasa de crecimiento del PIB. Esta transformación tendría un impacto directo sobre la eficiencia del sector público, la competitividad empresarial y la generación de empleos más calificados. La IA no solo mejora procesos: crea nuevas formas de producir, decidir y servir. Para países como Panamá, donde la economía de servicios representa más del 75% del PIB y la eficiencia institucional es un factor clave para atraer inversión extranjera, la IA representa una ventana de oportunidad estratégica.

Sin embargo, la IA no es automática. No se desarrolla ni se despliega sola. Su impacto positivo depende de una tríada poderosa: investigación, desarrollo e innovación (I+D+i). Es decir, de la capacidad del país para generar conocimiento propio, transformarlo en soluciones aplicadas y escalarlo con apoyo institucional. En este punto, Panamá aún tiene un largo camino por recorrer.

Radiografía de la IA en Panamá: Más potencial que realidad

Aunque la IA está transformando el mundo, Panamá aún no ha consolidado una hoja de ruta nacional que permita aprovechar esta revolución tecnológica de forma estratégica. El país se encuentra en una posición ambivalente: muestra signos de potencial, pero carece de una visión integral y sostenida que articule esfuerzos públicos, privados y académicos.

Según el Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial (ILIA) 2024, Panamá ocupa una posición media-baja en el ranking regional. Está lejos de liderazgos como Brasil, Chile o Uruguay, que ya han implementado estrategias nacionales de IA y fomentan ecosistemas robustos de innovación.

En cambio, Panamá sigue sin contar con una política pública integral ni con un marco regulatorio que acompañe el desarrollo de la inteligencia artificial. No es excusa que seamos un país con baja población. Singapur tiene una población cercana con características similares desde el punto de vista geopolítico y está muy maduro en este tema. ¿Cuál es la diferencia?

“Panamá no cuenta con una estrategia nacional de inteligencia artificial, a diferencia de otros países latinoamericanos como Brasil, Chile o Uruguay.” — ILIA 2024

Fortalezas y Debilidades de Panamá frente a la IA
FortalezasDebilidades estructurales
Centros de datos modernos y conectividad internacional que posicionan a Panamá como hub regional digital.Falta de formación especializada: escasez de profesionales en IA, robótica, ciencia de datos o machine learning.
Desarrollo activo de software de código abierto y comunidad técnica emergente con alto rendimiento en GitHub.Inversión mínima en I+D+i: solo 0.16% del PIB, muy por debajo de otros países de la región.
Uso creciente de energía limpia en data centers y plataformas tecnológicas, lo que representa ventaja verde.Escasa articulación institucional: no existen incentivos ni mecanismos para vincular a la academia, el sector privado y el Estado en proyectos de IA.
Fuga de talento: profesionales capacitados en tecnologías emergentes suelen emigrar por falta de oportunidades en el ecosistema nacional.

Lo que revela esta radiografía es que Panamá no parte de cero, pero tampoco parte en serio.

  • Tiene el potencial, pero no el plan.
  • Tiene activos, pero carece de estrategia.
  • La brecha no es tecnológica, sino política e institucional.

Si no se toman decisiones ahora, el país corre el riesgo de quedar relegado a ser un simple consumidor de tecnologías ajenas, en lugar de actor activo en su diseño y gobernanza.

El rol de la I+D+i: Palanca para un salto estratégico

Hablar de inteligencia artificial sin hablar de I+D+i es como construir un puente sin cimientos. La I+D+i no solo son el combustible de la IA: son su arquitectura básica. Es en los laboratorios, universidades y centros tecnológicos donde nacen los algoritmos, las soluciones locales y los modelos que permiten que una tecnología global tenga impacto real en contextos nacionales.

¿Qué es I+D+i y por qué es clave para la IA?

I+D+i abarca desde la generación de conocimiento científico (investigación), hasta la aplicación práctica de ese conocimiento para crear tecnologías útiles (desarrollo) y su introducción en el mercado o en servicios públicos (innovación). En el caso de la inteligencia artificial, esto se traduce en procesos como:

  • El entrenamiento de modelos con datos locales.
  • El desarrollo de plataformas que respondan a necesidades propias.
  • La experimentación con nuevas formas de automatización en sectores específicos.

Panamá, sin embargo, tiene una base institucional aún débil para sostener este tipo de procesos. El gasto en I+D+i es muy bajo, y las universidades, aunque con potencial, no han consolidado aún programas intensivos en IA, ni centros de innovación tecnológica con enfoque aplicado a escala nacional.

Invertir en I+D+i no es un lujo, es una condición para competir.

Algunos datos sobre la investigación en IA de las universidades en Panamá (Datos de Scopus):

  • El país lo lidera la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP) y la Universidad de Panamá sumando 130 artículos científicos en los últimos 10 años. En ese mismo tiempo, en Uruguay con menor población que la panameña, solo la Universidad de la República produjo 530 artículos.
  • Una concentración temática estrecha: la mayoría de los estudios provienen de facultades de ingeniería y computación, mientras que áreas de alto valor social como la agricultura, la energía o la medicina permanecen casi inexploradas.
  • Los fondos para la investigación vienen principalmente de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), sin participación significativa de fondos internacionales, empresas privadas ni alianzas universidad-empresa-Estado
  • Mas de la mitad de los artículos son tipo conferencia, y no artículos en revistas indexadas de alto impacto.

Y aquí el tema no son los investigadores panameños (que trabajan con las uñas), sino que el sistema de trabajo es difícil, complejo, burocrático, con bajo incentivo económico y de débil enlace con la empresa y los tomadores de decisiones a nivel político.

La consecuencia es un ecosistema altamente dependiente, fragmentado y con poca capacidad de escalamiento. Y lo que es más preocupante: sin una visión de largo plazo articulada por una estrategia nacional de IA.

¿Por qué debemos invertir en I+D+i relacionado con IA en Panamá?

Invertir en I+D+i con enfoque en IA no es una opción marginal: es una decisión estratégica que puede definir el futuro de la economía panameña. La IA puede aumentar el PIB de Panamá entre un 1% y un 1.5% anual si se invierte estratégicamente en su desarrollo, adopción y gobernanza (datos del BID y OECD).

¿Dónde impactaría una inversión inteligente? Algunos ejemplos:

  • Logística y comercio exterior
    • Una empresa en la Zona Libre de Colón implementa IA para predecir congestiones y reprogramar entregas en tiempo real. Resultado: reducción de tiempos logísticos y mejora en la puntualidad de exportaciones.
    • La Autoridad Nacional de Aduanas integra un sistema de IA que analiza perfiles de riesgo en cargas de alto volumen. Resultado: inspecciones más precisas, reducción de fraudes y despacho más ágil para operadores confiables.
  • Salud preventiva y descentralizada
    • Un centro de salud en Darién utiliza una app con IA que analiza imágenes de piel o radiografías básicas para detectar signos tempranos de enfermedades como cáncer o neumonía. Resultado: diagnóstico más rápido, sin necesidad de trasladar al paciente.
    • Una comunidad en la comarca Emberá accede a un chatbot con IA entrenado en medicina general y primeros auxilios, que guía a los usuarios en síntomas comunes y decide si deben acudir al centro más cercano. Resultado: atención inicial inmediata y reducción de consultas innecesarias.
  • Educación personalizada e inclusiva
    • Una escuela en la comarca Ngäbe-Buglé implementa una plataforma educativa con IA que traduce automáticamente los contenidos al idioma ngäbere y ajusta el nivel de dificultad según el progreso del estudiante. Resultado: mayor retención escolar y aprendizaje contextualizado.
    • Un instituto técnico en Panamá Oeste utiliza una herramienta con IA generativa que simplifica textos, resume lecciones y adapta actividades para estudiantes con dificultades de lectura. Resultado: mejor comprensión y participación académica.
  • Energía limpia y redes inteligentes
    • Un edificio empresarial en Ciudad del Saber instala una estación de carga para vehículos eléctricos alimentada con paneles solares y controlada por IA. El sistema prioriza carga durante horas de mayor radiación y evita sobrecargas en la red, optimizando consumo y reduciendo costos.
    • En una comunidad de Veraguas con paneles solares, se implementa un sistema de IA que predice la demanda y gestiona almacenamiento en baterías, asegurando el suministro eléctrico nocturno y reduciendo la dependencia del diésel.
    • En los dos casos ahorro, eficiencia, menos gases de efecto invernadero. Todos ganan.
  • Mipymes inteligentes.
    • Una microempresa de artesanías en Penonomé implementa una plataforma de comercio electrónico con IA que recomienda productos personalizados y ajusta precios automáticamente. Resultado: más ventas, menor gasto en publicidad y mejor gestión de inventario.
    • Una pequeña distribuidora en Chiriquí usa IA para optimizar rutas y monitorear cadena de frío en tiempo real. Resultado: menos pérdidas, entregas más eficientes y acceso a nuevos mercados con certificaciones.
  • Gobierno inteligente y servicios públicos digitales.
  • AMPYME lanza una plataforma con IA que automatiza la aprobación de microcréditos, analizando documentos y verificando requisitos en minutos. Resultado: menos filas, decisiones más rápidas y reducción del error humano.
  • La Alcaldía de San Miguelito adopta un sistema de IA geoespacial que predice crecimiento poblacional y necesidades de servicios públicos, como transporte o recolección de basura. Resultado: mejor distribución del presupuesto y planificación más anticipada.

Y aunque es verdad que muchas de estas aplicaciones ya existen y pueden ser integradas a estos problemas en Panamá, en general, no se desarrollan en Panamá. Cuando se adquieren, se debe invertir en tropicalizarlas. ¿Por qué mejor no lo hacemos en Panamá?

¿Qué debe hacer Panamá? Recomendaciones estratégicas

La IA no se despliega por sí sola: requiere decisión política, inversión sostenida y una visión compartida entre gobierno, academia y empresa. En un contexto de creciente desigualdad tecnológica entre países, la inacción ya no es neutral: es regresiva. Panamá no puede darse el lujo de ser espectador.

Para pasar de la potencialidad a la acción, el país necesita una hoja de ruta clara.

Aquí algunas recomendaciones estratégicas clave:

  • Desarrollar una Estrategia o hoja de ruta nacional de IA con enfoque en I+D+i

Esta hoja de ruta debe incluir:

  1. Sectores estratégicos (logística, salud, energía, educación, mipymes, gobierno, agricultura).
    1. Principios de equidad, inclusión y sostenibilidad.
    1. Marcos regulatorios adaptativos.
    1. Mecanismos de financiamiento público y privado.

No se trata solo de incorporar tecnologías, sino de adaptarlas al país, dirigirlas con propósito y gobernarlas con visión.

  • Financiar laboratorios de IA en universidades y centros públicos (aumento del financiamiento para I+D+i)

Panamá necesita infraestructura científica donde la IA se diseñe, pruebe y aplique con datos y problemas locales.

  • Reformar la contratación pública para impulsar innovación

Los actuales procesos de compras del Estado son poco amigables con las startups, universidades o empresas emergentes. Reformar la contratación pública permitiría abrir espacio a soluciones tecnológicas innovadoras, hechas en Panamá, por talento panameño. El Estado puede —y debe— ser el primer cliente de la IA nacional.

  • Fomentar la ciencia de datos desde la secundaria y técnica superior

La economía digital se basa en datos, y el talento humano es su recurso más crítico. Por eso, formar desde temprano en pensamiento computacional, ética tecnológica, programación y analítica de datos debe ser una política educativa de Estado. La IA no debe ser solo tema universitario: debe enseñarse en la escuela, en institutos técnicos, en centros comunitarios.

  • Crear clústeres tecnológicos y sandboxes regulatorios

Panamá necesita ecosistemas donde la innovación florezca. Eso implica establecer clústeres tecnológicos especializados, donde se concentren empresas, universidades, servicios avanzados y financiamiento. Y complementarlos con sandboxes regulatorios: marcos de experimentación supervisada para probar tecnologías emergentes con flexibilidad y control.

Conclusión: Panamá tiene el tiempo contado

La IA ya no es una promesa futura: es una fuerza que está transformando el presente. El mundo avanza a gran velocidad, y los países que invierten hoy en ciencia, talento e innovación están construyendo las ventajas competitivas del siglo XXI.

Quienes lleguen tarde dependerán de otros para resolver sus propios problemas, pagarán caro por tecnología importada y cederán soberanía en decisiones clave.

Panamá aún está a tiempo. Tiene conectividad global, una economía de servicios en expansión y talento joven con potencial.

Hay investigadores en nuestras universidades. Buenos investigadores que publican a nivel internacional, pero su participación en las políticas públicas es poco solicitada.

No contar con una estrategia nacional de IA en 2025 no es un simple retraso técnico: es una decisión política —o peor, una omisión— que podría condenar al país a un rol secundario en la economía digital.

Si Panamá no actúa, las consecuencias ya se pueden anticipar:

  • Menor competitividad frente a países vecinos que ya apuestan por la IA.
  • Fuga de talento formado en áreas clave hacia mercados con más oportunidades.
  • Dependencia tecnológica crónica, sin capacidad de innovar ni crear.
  • Profundización de las brechas en salud, educación, justicia y productividad.
  • Podríamos estar dejando de ganar entre $700 y $1,200 millones anuales.

Pero el camino contrario también está disponible. Apostar por la investigación, el desarrollo y la innovación aplicada a la IA puede convertir a Panamá en un referente regional, capaz de generar soluciones propias, formar talento local y usar la tecnología para cerrar brechas sociales en lugar de ampliarlas.

La decisión no es únicamente del gobierno. También es de las universidades, de las empresas, y de una ciudadanía que debe exigir una visión de país basada en conocimiento, equidad e innovación.

Por: Dr. Carlos Boya