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El sarampión es altamente contagioso, y constituye una de las principales causas de muerte pediátrica, especialmente en regiones del mundo con bajos estándares de sanidad y malnutrición

Por: Dra. Marta Illueca

La autora es médica pediatra e investigadora. Este artículo fue publicado de manera original en la sección Opinión del diario La Prensa, el 30 de marzo del 2025

Hace poco más de un año en esta misma columna le dediqué el presente espacio a sonar una voz de alarma. En ese entonces, me parecía entrever el riesgo de una epidemia inminente de sarampión, enfermedad viral que gracias a la vacunación se había controlado en gran medida en nuestro continente.

La gran ironía a la cual nos enfrentamos con los brotes recientes es que la vacuna actual del sarampión está ampliamente disponible, siendo una de las más exitosas preparaciones de todos los tiempos. Sin embargo, ahora nos toca enfrentar una nueva amenaza de epidemia, en vista de que en los últimos años se ha registrado un descenso en la administración de las vacunas pertinentes, única medida efectiva de prevención comunitaria.

Se estima que esta vacuna tiene hasta 97% de efectividad después de la segunda dosis y que debe proveer inmunidad de por vida. 

Es una triple vacuna combinada que también protege contra las paperas y la rubéola. Cabe recalcar que, para controlar el peligro de una epidemia, es imprescindible mantener al día los esquemas de vacunación, mismos que permiten el establecimiento de la llamada inmunidad de rebaño que nos protege a todos de tales infecciones.

Por otro lado, en mi reciente columna del 9 de febrero, estuve abordando el tema de los cambios de liderazgo en las autoridades de salud de los EE. UU. Y tal cual intentaba vaticinar, cuando las nuevas “autoridades” de salud, son manejadas por figuras anti-ciencia (léase anti-vacunas), nos vemos en una situación precaria respecto a brotes infecciosos emergentes.

La desinformación irresponsable respecto al uso no probado de remedios como la Vitamina A, el aceite de hígado de bacalao o los compuestos esteroides para el sarampión debe ser motivo de discernimiento crítico por el público y padres o madres de familia.

Según la tabulación de los Centros para la Prevención y Control de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), ya se suman 483 casos de sarampión, en 20 estados, al 28 de marzo corriente y en su gran mayoría, casi 95% se han dado en no vacunados o personas de quienes no se tienen detalles de vacunación. Mas triste aun es el reporte de la primera muerte pediátrica en ese país el mes pasado, en un escolar no vacunado después de 10 años del control de la enfermedad.

Se sospecha que el origen del presente brote pueda haberse iniciado por el contacto con un viajero que infecta al primer caso detectado en Texas. Igualmente, la cadena televisiva CNN reportó esta semana casos adicionales de viajeros en los estados de Michigan (al borde de Canadá) y Vermont en el noreste de EE. UU., indicando que los brotes ya se extienden por diversas regiones americanas.

El sarampión es altamente contagioso, y constituye una de las principales causas de muerte pediátrica, especialmente en regiones del mundo con bajos estándares de sanidad y malnutrición. Afecta en su mayoría a niños pre-escolares que no han sido vacunados debidamente. No existe tratamiento contra el virus del sarampión y la infección puede presentarse con un cuadro clínico variado (fiebre, erupción cutánea, tos, moquera o diarrea).

La misma puede complicarse con ceguera, sordera neumonía y encefalitis (inflamación del cerebro) o muerte. La Organización Mundial de la Salud (OMS) viene advirtiendo que los lactantes y niños muy pequeños tienen un “mayor riesgo de discapacidad de por vida”, incluyendo daño cerebral permanente. Previo a la vacunación en los años 80, se estimaron dos millones y medio de muertes por el sarampión en el mundo.

Al cerrar, quiero repetir nuevamente el dictum de la OMS/OPS: “La vacunación, la vigilancia epidemiológica y la preparación de la respuesta rápida a brotes de sarampión y rubeola constituyen las tres grandes estrategias para monitorear y reverificar anualmente la interrupción de la transmisión endémica de estos virus.”

Por: Dra. Marta Illueca