fbpx
Fue novelista y cuentista, dramaturgoy guionista, viajero y personalidad célebre. La publicación de A sangre fría entronizó a Truman Capote (1924- 1984) como uno de los autores más destacados de la gran tradición narrativa estadounidense del siglo XX

Por: Nelson Rivera, director del Papel Literario del diario El Nacional

Amigos lectores:

I.

Escribí dos notas sobre Truman Capote (1924-1984): una dedicada a la milimétrica biografía de Gerald Clarke (todavía insuperable: en ella se basan las películas y series dedicadas a Capote que han circulado en los últimos años) y otra sobre la fundamental A sangre fría, clásico de la gran narrativa estadounidense del siglo XX. Así arranca esta edición del PDF dedicada a narradores y narrativas. Páginas 1 a la 4.

II.

Doctor en matemáticas, poeta, periodista y afinado lector, Luís Pousa hace zoom sobre lo que, en apariencia, es solo un detalle en 2666, la torrencial novela de Roberto Bolaño (1953-2003). ¿Y con que se encuentra en esa aproximación? Con un libro excepcional, de un autor excepcional: Testamento geométrico de Rafael Dieste (1899-1981), dramaturgo, ensayista, poeta, cuentista excepcional y gran corresponsal. Pousa cita a Gabriel Zaid: “Dieste se entendió muy bien con un grupo de estudiantes de Ingeniería que formamos un club de lecturas para leer y discutir a los clásicos de la ciencia. Le pedimos que hablara de los Elementos de Euclides y su charla fue como una revelación. Nunca vimos tan claro que las matemáticas también se podían leer, no solo operar, que es lo que se suele aprender en Ingeniería. Dieste no solo sabía cien veces más geometría que nosotros, sino que, en forma verdaderamente socrática, nos hizo caer en la cuenta de una problemática inquietante en el ‘superado’ Euclides. Además, lo hacía con una naturalidad tan viva que, más que inclinarnos a considerarlo un ‘genio’, un ser excepcional, nos hacía sentir que lo normal era usar toda la cabeza, no solo unos cuantos lóbulos”.

III.

En la página 6 viene la entrevista que Claudia Cavallin hizo a la escritora argentina Ariana Harwicz, autora de cinco novelas hipnóticas y perturbadoras, cada una de centrífuga intensidad, indagaciones en los quiebres, las cesuras, las heridas que subyacen en los paradigmas de los vínculos humanos. Cada página de Matate, amor (2012), La débil mental (2014), Precoz (2015), Degenerado (2019) y Perder el juicio (2024) se cuela hasta los límites más sensibles de nuestras emociones. De Harwicz también he leído El ruido de una época, sucesión de fragmentos o cortas anotaciones. Al finalizar, la escritora ha dibujado, no tanto una poética sino una posición en la que asume el costo, la potencia y vulnerabilidad de estos tiempos. Copio aquí una de sus breves anotaciones: “En 1991 se abren los archivos de la Stasi. Muchos quisieron saber quiénes fueron sus espías y delatores. Eran sus hermanos, amigos y padres. Hubo madres que espiaban a su hija, sin saber que su hija las espiaba. Nadie conoce a nadie y nadie se conoce, hasta que no tuvo miedo”.

IV.

Dice Harwicz en la respuesta final a Cavallin: “Como lo dije antes, por su puesto, una artista o una escritora no se puede reducir o pensar únicamente desde el género, la identidad, la religión, la sexualidad, ni nada, pues no se puede reducir. No tiene sentido. La escritura es lo contrario a la identidad. La escritura abre la identidad, la niega, la refuta. La escritura es multi-identitaria y a mí ni siquiera me gusta la palabra identidad. Estoy segura de que una persona es infeliz cuando es catalogada de una sola forma. Está de moda, por muchas razones, pero una persona que solo es algo, es absolutamente imposible. Es como una cárcel, como un infierno, una condena, una punición. Estoy segura de que en las sombras y en la oscuridad, en la clandestinidad, alguien es otro”.

V.

Johnny Gavlovski E. tituló su lectura del más reciente libro de Ben Ami FihmanCazar a Ben Amí: Entiendo que Caza mayor me sumerge en una profunda nostalgia; y mientras más avanzo en su lectura, me doy cuenta de que Ben Amí no se retrata con los cuatro maestros que menciona en el subtítulo, sino que se sale del marco, por un carril distinto de la autopista mencionada. Desde ahí asumo ir a la caza del autor, dejar las anécdotas a un lado y buscarlo entre sus líneas, en “la-angustia-de-vivir” frente a lo ominoso en lo cotidiano, sea en los espacios subjetivos que describe desde “la desmoralización en el que me había postrado la ausencia en las aulas”; en el coqueteo con la muerte o en esas madrugadas de desesperanza donde pudo toparse con Diana Arbus cubierta por su estela de “soledades sin redención”.

VI.

Publicada por la editorial Lector Cómplice, circula una nueva colección de relatos del cineasta y narrador John Petrizzelli. El libro se llama Los oficios y lo comenta la escritora y compositora, Rosario Anzola: “Esta vez nos presenta ocho narraciones que plantean al lector el reto de recorrer las páginas por laberintos de enigmas y misterios que desembocan en finales sorprendentes. Ocho oficiantes son los narradores, testigos de eventos que mantienen el suspenso de principio a fin. Cada personaje posee un oficio que lo asoma a múltiples realidades donde lo inaudito campea a sus anchas”.

VII.

La página 9 ofrece dos lecturas: en la parte superior, Alejandro Varderi nos habla de la novela de Antolín Sánchez LanchoConspiración y obsesión: “Si bien la novela de Sánchez Lancho, publicada en España por Click ediciones (2018) y en Venezuela por Abediciones (2023) se desarrolla en los años ochenta, concretamente entre enero y diciembre de 1981, la acción puede trasladarse al momento presente cuando los altísimos índices de criminalidad, la corrupción política, la debacle económica y las pugnas partidistas estallan de forma aluvional y amenazan con desestabilizar permanentemente al país. De hecho, Venezuela, una de las naciones con más alto índice de peligrosidad del planeta, es terreno fértil para desplegar un amplio abanico de situaciones y personajes”.

VIII.

En la parte inferior, Rosa García comenta Amores rotos (editorial Palíndromus, 2024) colección de relatos de Leonardo Mendoza Rivero: “Si nos adentramos en las páginas de Amores rotos, encontramos ocho relatos signados por las despedidas, los reencuentros, las pérdidas y el autoconocimiento en cada uno de los personajes principales”.

IX.

El ensayo de Isaac González Mendoza nos devuelve a Rodolfo Walsh (1927-1977), periodista, escritor y figura pionera de la llamada novela testimonial, quien perdió la vida en un enfrentamiento armado con funcionarios de la dictadura en Argentina. A propósito de la fundamental Operación masacre, escribe González Mendoza:  “Walsh opina, documenta, narra, advierte, polemiza. Es un libro en el que no abandona ni la literatura ni el periodismo, y tampoco olvida el papel político que está asumiendo, en un contexto donde sabe que será perseguido y, posiblemente, asesinado. Autor y texto están sumidos en la misma realidad, en el mismo laberinto kafkiano que él está narrando”. Página 10 y parte de la página 11.

X.

La cita real. José Heriberto de García Quevedo, un poeta olvidado (Kálathos Ediciones, España, 2024), es la más reciente novela de Heriberto Gamero Contín (1952). Rafael Arráiz Lucca nos habla del personaje, cuya historia reconstruye Gamero Contín: “Heberto Gamero Contín nos sumerge en la vida del personaje con las licencias que le otorga la novela a la imaginación, relevada de las precisiones históricas. Nos recuerda que García de Quevedo desciende de uno de los hermanos de Francisco de Quevedo, el enorme poeta, y que linaje de escritor no le faltaban, ni ganas de escribir tampoco”.

XI.

No quiero cerrar estas notas sin comentar, aunque sea de forma sumaria, la amplia, receptiva y entusiasta respuesta que recibimos por la edición dedicada al imaginario del petróleo, que circuló la semana pasada. No solo muchos mensajes: en esta ocasión, cartas de varia extensión. Tendría mucho que contar y reflexionar al respecto. Me limitaré a anotar dos de las cosas que me resultaron sustantivas:

Uno: El despido de una cifra entre 18 y 21 mil trabajadores de PDVSA en 2003, es un inmenso deber pendiente en lo periodístico, lo histórico, lo testimonial, lo creativo y más. Para miles de personas, formados en una cultura y en la que era la más importante empresa del país, en medio de una situación de extrema turbulencia nacional, aquella noticia fue mucho más que un despido: fue la irrupción de un abismo laboral, psicológico, espiritual y económico, que cambió y hasta devastó las vidas de miles de familias venezolanas. Me quedo con esta imagen: el libro de los que fueron expulsados con un pito y en cadena nacional está por escribirse.

Dos: Recibí recordatorios que aprecio, referidas a libros o autores que hubiésemos podido incluir en el dossier petrolero, de haber dispuesto de más espacio o si  todos los textos hubiesen llegado a tiempo o si mi conocimiento de ciertas materias no hubiese resultado tan limitado. Es cierto: hubiese sido deseable comentar la trilogía dedicada al petróleo de César Rengifo; alguna obras de teatro de Ibsen Martínez dedicada a la cuestión; la novela de Daniel Bendahan, Las generaciones del Zumaque, y su colección de relatos Petrolerías; la novela de Gustavo CoronelEl petróleo viene de la luna; la novela de Milagros Mata GilMemorias de una antigua primavera; y la novela de Mario Briceño IragorryLos Riberas. Tomo nota de cada una de estas sugerencias. Son bienvenidas.

XII.

Y no digo más, apreciados lectores. Todo lo mejor.

Nelson Rivera

Lea la edición completa: