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Imagen de Vlad Vasnetsov en Pixabay
Uno de los signos más evidentes que pueden sugerir un problema visual en los niños es la dificultad para ver a distancia o cerca

Por: Dra. Liliana (Lily) Arosemena

La Dra. Liliana (Lily) Arosemena es egresada de Medicina en la Universidad Latina de Panamá. Con especialización en Oftalmología en la Universidad Autónoma de Bucaramanga, en la Fundación Oftalmológica de Santander, Clínica Carlos Ardila Lulle (Bucaramanga, Colombia). Estudios de retina y vítreo en la Universidad Del Rosario, Fundación Oftalmológica Nacional (Bogotá, Colombia). Es miembro adjunto de la Academia Americana de Especialistas en Retina (ASRS), la Asociación Americana de Oftalmología  (AAO), la Sociedad Colombiana de Oftalmología (SCO), la Asociación Panamericana de Oftalmología (PAAO) y la Sociedad Panameña de Oftalmología  (SPO). En instagram: @retinapanama

La visión es una de las habilidades más esenciales en el desarrollo infantil, ya que influye directamente en el rendimiento académico, la interacción social y el bienestar emocional del niño. Identificar si un niño necesita gafas puede ser un proceso complejo, dado que los signos de problemas de visión no siempre son evidentes. A continuación, se presentan recomendaciones que pueden ayudar a los padres y educadores a reconocer cuándo es necesario buscar la opinión de un especialista.

Un aspecto crucial a considerar son los signos y síntomas que podrían indicar problemas visuales. Muchos padres pueden pasar por alto comportamientos como entrecerrar los ojos, acercarse demasiado a la pantalla del televisor o toparse con objetos en su entorno.

Además, los niños pequeños a menudo no son conscientes de que tienen dificultades para ver, lo que puede resultar en una falta de comunicación sobre el problema.

Por ello, se recomienda a los padres observar atentamente el comportamiento visual de sus hijos. Si se presentan conductas inusuales, como dificultad para leer o copiar de la pizarra, se debe consultar a un optometrista o un oftalmólogo infantil.

Uno de los signos más evidentes que pueden sugerir un problema visual en los niños es la dificultad para ver a distancia o cerca. Los padres pueden observar que su hijo entrecierra los ojos o inclina la cabeza para poder ver mejor, señales que a menudo indican problemas como la miopía o la hipermetropía.

Además, si un niño tiene problemas para leer la pizarra en la escuela o muestra dificultad para reconocer caras a cierta distancia, esto puede ser un indicador de que necesita una evaluación visual.

Es crucial que los padres estén atentos a estas señales y no las minimicen como simples «manías» o comportamientos inocentes.

Además de las dificultades visuales, hay síntomas físicos y comportamentales que pueden ser indicativos de problemas visuales.

Los niños con problemas de visión pueden manifestar quejas como dolor de cabeza, fatiga ocular o mareos.

A menudo, estos síntomas son consecuencia de un esfuerzo visual excesivo, que puede ser particularmente evidente después de leer o hacer tareas que requieren concentración visual.

Comportamientos como frotarse los ojos con frecuencia o mostrarse irritables al realizar actividades visuales también pueden ser señales de un problema subyacente. Por lo tanto, estos síntomas no deben ser pasados por alto, ya que pueden ser manifestaciones de un problema visual que necesita atención profesional.

Otro indicador importante de problemas visuales en los niños es el rendimiento escolar deficiente. Si un niño tiene dificultades para seguir el ritmo de sus compañeros, puede que no se trate únicamente de una falta de interés o de capacidad.

Problemas como la incapacidad para leer adecuadamente o escribir de forma ilegible pueden estar relacionados con una visión deficiente.

Los educadores deben estar atentos a señales como un bajo rendimiento en tareas visuales que generalmente deberían estar al alcance del niño, y deben fomentar el acceso a exámenes visuales regulares. Ignorar esta posibilidad puede llevar a una serie de problemas académicos que podrían evitarse con una intervención adecuada.

La visión no solo impacta el desempeño académico, sino que también influye en el desarrollo social y emocional del niño.

La dificultad para interactuar con otros niños durante actividades que requieren una buena coordinación visual, como el deporte o los juegos de equipo, puede afectar la confianza del niño y su capacidad para relacionarse socialmente.

Un niño que tiene problemas para seguir el ritmo de sus compañeros en estas actividades puede sentirse aislado o menospreciado, lo que puede desencadenar problemas emocionales como la ansiedad o la depresión.

La identificación temprana de problemas visuales puede ayudar a mitigar estos riesgos, creando un entorno más inclusivo y apoyador.

Existen numerosos mitos en torno a la salud visual, como la creencia de que los niños no necesitan exámenes de la vista hasta que alcanzan una edad más avanzada. Este mito puede llevar a padres a posponer las revisiones hasta que sea demasiado tarde.

Se recomienda que los niños tengan su primera evaluación ocular alrededor de los 6 meses de edad, seguida de revisiones periódicas cada uno o dos años. Esta práctica preventiva es esencial para detectar problemas que, si no se tratan a tiempo, pueden llevar a complicaciones más serias. Es importante desmitificar la idea de que solo los niños que se quejan de visión necesitan atención profesional, siendo los exámenes regulares vitales para la salud visual.

Algunos padres pueden mostrarse reacios a considerar el uso de gafas para sus hijos debido a preocupaciones acerca de la estética o la aceptación social.

Sin embargo, es crucial enfatizar que la salud visual debe ser la principal prioridad. Las gafas no solo corrigen problemas de visión, sino que también pueden fomentar una mejor calidad de vida y desarrollo social. Se puede considerar la posibilidad de elegir monturas que sean atractivas y modernas, para alentar al niño a usarlas con orgullo.

Al abordar las preocupaciones sobre el bullying o la aceptación, los padres pueden ayudar a sus hijos a comprender que tener gafas no define su identidad, sino que es una herramienta que les ayudará a experimentar la vida de manera más óptima.

En conclusión, es esencial que los padres y educadores estén atentos a los signos que podrían indicar que un niño necesita gafas. Ignorar estos signos o sucumbir a objeciones comunes puede tener repercusiones en el desarrollo y bienestar del niño. Buscar atención ocular regular y estar abiertos al uso de gafas es crucial para garantizar que cada niño tenga la oportunidad de desarrollar todo su potencial en un entorno visualmente saludable.

Referencias:

  • De Moura Chehab R. Impacto psicológico del uso de gafas en la infancia. 2024.
  • Leske D.A. et al. Eye-related quality of life and functional vision in children wearing glasses. J AAPOS. 2020.
  • QuickStats: Percentage of children aged 6–17 years who wear glasses or contact lenses, by sex and age group—national health interview survey, 2016.

Por: Dra. Liliana (Lily) Arosemena