Hisvet Fernández
Hablar de Maternidades Decididas pasa por aclarar quién decide sobre la Maternidad; las mujeres o la sociedad y los hombres.
En palabras, que comparto, de Marcela V. Rodríguez 2018 (*), “el control reproductivo, el uso sexual y el apoderamiento de los cuerpos de las mujeres son los cimientos de la política sexual sobre la que se basan las sociedades de supremacía masculina” y que las feministas hemos denominado sociedades patriarcales y de clases que existen desde el modo esclavista de organización social hasta nuestros días, en el modo capitalista del patriarcado actual.
Al existir una apropiación simbólica y material del cuerpo de las mujeres como el lugar desde el cual sucede y se controla su sexualidad en sus dos dimensiones: sexual con el manejo de sus placeres e identidades; reproductiva con el control de sus metas reproductivas, la Maternidad Decidida, como Derecho Humano Sexual y Reproductivo, entra en contradicción con los preceptos de nuestras sociedades patriarcales; unas más y otras menos patriarcales, pero todas con una cultura de apropiación del cuerpo de las mujeres por parte de los hombres.
Es por esta razón por la que, a pesar de que entre los Derechos Sexuales y Reproductivos establecidos desde los años 90 como Derechos Humanos están: el “Derecho a decidir tener hijos o no, el número y espaciamiento de los mismos”, o sea el derecho a decidir la meta reproductiva y el “Derecho a la autonomía e integridad del cuerpo”, o derecho a decidir sobre el cuerpo y sus procesos; existe una resistencia, ideológica, jurídica y práctica ante la posibilidad de que sean las mujeres quienes decidan sobre su Maternidad.
Las resistencias ideológicas están sostenidas por la internalización subjetiva, en las mujeres mismas, de la maternidad como su destino privilegiado, con un alto contenido biologicista, que asume la maternidad como una hecho que debe ocurrir en el propio cuerpo de las mujeres para que sea tal y rechaza otras maternidades, establecido por la educación sexual recibida al reducir los roles sociales de las mujeres a los maternales de cuidados; las resistencias jurídicas se sostienen, entre otras, penalizando la interrupción voluntaria de los embarazos (IVE) no deseados y las resistencias prácticas cuando, unido a esto, no se les garantiza a todas las mujeres las condiciones materiales y de salud para una maternidad sin riesgos y entendida como una función social y no como un hecho privado.
La maternidad implica todos sus procesos: la concepción o manera de embarazarse, el embarazo y el parto humanizado-no medicalizado, el período de amamantamiento y la crianza de los y las hijas en condiciones óptimas con garantía de los derechos humanos de las mujeres-madres y de sus descendencias.
Una maternidad decidida por las mujeres implicaría entonces: por una parte poder evaluar en libertad, las condiciones materiales y de salud garantizadas por el Estado para estos procesos, que los tenga la mujer a su alcance y por otro lado las condiciones subjetivas de la mujeres, que implica la conciencia de sus derechos sexuales y reproductivos que le permita asumir la maternidad NO como destino obligado sino como opción informada y escogida por cada mujer.
Podemos hablar de Maternidades Decididas por las mujeres, cuando todas las mujeres pueden tomar esa decisión, sin coacción y en completa conciencia práctica de sus Derechos como Mujeres y Ciudadanas. Parece que para esto falta superar aún a las sociedades Patriarcales en las que vivimos y que La Maternidad no siga siendo, para la mayoría de las mujeres, una decisión que toman otros por ellas.
* Prólogo de La reproducción en cuestión, de Agustina Ramón Michel y Paola Bergallo, compiladoras.
Hisvet Fernández
Psicóloga social, feminista, activista de los DDHH de las Mujeres y los Derechos Sexuales y Reproductivos, directora del Centro de Capacitación para la Vida (Cecavid). Integrante de la Alianza Salud Para Todas. Coordinadora del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo Lara.
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