Narrador, humorista, cronista, investigador (de la censura, del erotismo, de lo fantástico, entre muchos otros intereses), ensayista, articulista, productor y conductor de programas de radio, Rubén Monasterios también destacó por reseñar libros. Esta faceta la aborda el Papel Literario
Por: Nelson Rivera, director del Papel Literario
Amigos lectores:
I.
No es posible encasillar a Rubén Monasterios (1938-2024). Además de su larga actividad como comentarista del teatro y la danza en Venezuela, fue narrador, humorista, cronista, investigador (de la censura, del erotismo, de lo fantástico, entre muchos otros intereses), ensayista, articulista, productor y conductor de programas de radio. He querido recordar hoy una de sus facetas: la de reseñista de libros. Escogí cinco de las numerosas reseñas que produjo para el suplemento Lectores (1988 y 1989), creado y dirigido por Pablo Antillano (1947-2019), y que circulaba encartado en El Diario de Caracas. Monasterios fue entonces el colaborador más pertinaz de aquella publicación que se hacía sorteando toda clase de dificultades. En Lectores mantuvo una columna, “Libros raros y maravillosos”, que no le impedía reseñar otros títulos de la producción bibliográfica venezolana del momento.
II.
La selección que hice apenas sugiere cuánta curiosidad habitaba en la mente de Monasterios (solo un ejemplo: en mayo de 2023, publiqué un ensayo suyo sobre la orquídea, paseo por cuestiones históricas y simbólicas de la flor). Vienen reseñas de Los mitos de la sexualidad en Oriente y Occidente, de Juan Liscano; Ciertos animales criollos, de Guillermo Morón; Las aventuras del Barón de Münchhausen, de Gottfried A. Burger; Historia natural de los vampiros, de Anthony Masters; y del ensayo Laclos. Teoría del libertino, de Roger Vailland. Páginas 1 y 2.
III.
A finales de mayo y comienzos de junio, bajo la dirección de José Tomás Angola, escritor y hombre del teatro (dramaturgo, actor, director y más), se escenificó en Caracas, El mercader de Venecia (William Shakespeare), en versión de Juan Carlos Grisal. Semanas antes, Angola me propuso un dossier dedicado a la obra y al poderoso personaje de Shylock.
IV.
Pregunta Leonardo Azparren Giménez, al comienzo del ensayo que abre el dossier: “¿Qué quiso decir Shakespeare con el enfrentamiento entre un cristiano y un judío por un préstamo en El mercader de Venecia? ¿Por qué y para qué mezcló una fábula de jóvenes enamorados con otra de intereses económicos y odios sociales y religiosos? ¿Por qué y para qué concentró su creación en la magistral figura de Shylock?”. Y así. Página 3.
V.
A continuación, José Tomás Angola habla del montaje y de temas relacionados con la obra. Entre otros, rebate la tesis de que El mercader es antijudía: “De acusarse a El mercader de Venecia de antisemita sería porque no se le quiere reconocer a Shakespeare el enorme y noble gesto de poner en boca de Shylock algunos de los monólogos más sentidos, cargados de humanidad y dignidad, que jamás haya dicho personaje judío en la literatura de su tiempo”.
VI.
La página 5 ofrece dos textos: uno de Álvaro Pérez Capiello (Shylock, del teatro isabelino a la gran pantalla), y otro de Cesia Hirshbein, dedicado a Porsia, Nerissa y Jessica, los personajes femeninos de la obra. Pero ello no evita que se refiere al poderío de Shylock: “Valdría la pena apuntar que Shylock es la figura más interesante, dramática y compleja de El mercader y quizá de toda la obra de Shakespeare. Su condición de judío enriquece la intriga, con un monólogo impactante, en el que denuncia los prejuicios contra los judíos, el maltrato y la marginación que padecen”.
VII.
Las siguientes dos páginas (6 y 7) amplían y agregan vetas a la indagación alrededor de Shylock. El ensayo de Johnny Gavlovski se titula Shylock. Cuando la justicia no es ciega (“Sumemos a ello, que, en el curso de la obra, Shylock descubrirá cómo su hija fue seducida, burlado así, una vez más, por quienes lo desprecian. No falta quienes dicen que en su clamor no se sabe qué lamenta más: si la pérdida de la hija o de sus bienes”). El de Federico Pacanins, Entender a Shylock (“Shylock, a nuestro entender, es un personaje curioso, patético más que malvado, solitario, marginado; en principio ‘un hombre serio’, prestamista de oficio y por ello sujeto a la ironía colectiva de considerarlo desagradable”).
VIII.
El del ensayista, crítico literario, docente e investigador de lo audiovisual, Alí E. Rondón (1951), debe ser, sino el único, uno de los poquísimos libros publicados en Venezuela sobre el doblaje. Se titula Del doblaje y sus bemoles. Crónicas. En la página 8 lo presenta el periodista Nelson Bocaranda Sardi: “Su vasto conocimiento del séptimo arte nos recrea pasajes de la filmografía mundial al igual que su relación con la cultura, la poesía, la música, la escritura y la historia, nos lleva a disfrutar su prosa aquí vertida. Cualquier mortal disfrutará sus páginas así sea la primera vez que se tope con el tema. De fandubbing a Borges, Chaplin, Fellini, van Gogh, Nazoa, Montejo, Onetti, Rubens, Tolstoi, Toscanini y Verdi pasando por lipsync y los nombres más reconocidos en el doblaje mundial. Un trabajo acucioso y estimulante”. Acompañé el texto de Bocaranda Sardi con una de las crónicas del libro, dedicada Cayito Aponte, en la que, por cierto, cita a Rubén Monasterios: ““Lo más asombroso de todo esto es que Cayito es más natura que cultura (…) aunque sus estudios musicales sean precarios puede hacer un show de cabaret esta noche, o beber aguardiente como un cosaco despechado, ¡y al día siguiente cantar un rol operístico con razonable pulcritud! En tanto que la generalidad de los cantantes cuida su voz cual si fuera un vaso de porcelana china, a Cayito le importa un cuerno el humo de los tabacos en torno a él, el sereno y la caña que deja correr por esa privilegiada garganta. Es lírico y fonomímico al mismo tiempo: artista sensible cuando tiene que serlo, pero parrandero y jodedor de buena estirpe el resto del tiempo”.
IX.
Coinciden en la página 9 dos creadores venezolanos residenciados en Barcelona, España. Ambos dedicados al teatro. Loredana Volpe, poeta, dramaturga y directora teatral escribió Isekai: historia de un secuestro (Ediciones Mutis, 2024) y lo llevó a escena. Lo cuenta Albert Tola: “Loredana busca en su teatro, en su poesía, en su narrativa, una encomiable intimidad con la palabra. Por ello, ha trabajado para que la forma de su pieza no fuera vacía, sino que hubiera una coherencia entre forma y contenido, entre aquello de lo que quiere hablar (o no quiere, pero acepta valientemente hablar) y la forma a innovar”.
X.
Alejandro Varderi, por su parte, entrevista a Enric Nolla, también dramaturgo, que ha publicado su obra reunida recientemente. “Trabajando como pasante en la Fundación Neumann, su directora Florinda Pena, me puso en contacto con Elías Pérez Borjas, director del Teatro Teresa Carreño, quien necesitaba un asistente. Fui a entrevistarme con él y al día siguiente ya estaba trabajando en el Teatro. Desde la gestión teatral, de una manera moderna como lo hacía Pérez Borjas, llegué a Barcelona en el año 91, para estudiar una maestría en gestión cultural, lo cual no existía entonces en Venezuela. Aquí conocí a José Sánchez Sinisterra quien fue mi mentor”.
XI.
Dramaturgo y guionista, Edilio Peña (1951) publica el ensayo El encanto que perdura: “El encanto cubre a su víctima y se la lleva lejos. Le ofrece una aventura que la vida no puede prodigar y la ahoga en el deleite y el frenesí (…) La novedad es efímera, como los regalos o los presentes caros. Es inevitable, habremos de desear a aquel sujeto u objeto que supera al que hoy nos acompaña o tenemos. No nos conformamos. Somos insaciables en la pretensión”. Página 10.
XII.
Consigno aquí este guiño del maestro G. K. Chesterton: “De las buenas noticias, las que sonríen detrás de la tormenta”.
Nelson Rivera, director del Papel Literario
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